Kamchatka: Long Road Made of Gold

La receta de este álbum no por ser clara es menos meritoria: ritmos pegadizos, estribillos sensacionales y una voz impecable.

Parece mentira que desde la frías tierras suecas pueda llegar un disco que tenga sabor a blues, a bluegrass… a sabor Americana 100%. Kamchatcka vuelven con este sexto disco de su discografía de la mano de Despotz Records y que ha contado con la magnífica producción del británico Russ Russell que también ha trabajado con bandas de estilos muy alejados al presente disco, como Amorphis, Dimmu Borgir o Napalm Death. En este caso el trabajo no se ubica en ambientes tan extremos, ya que “Long Road Made of Gold” sigue la línea del predecesor “The Search Goes On” en donde manda el rock en su vertiente más clásica con un claro predominio de arreglos pentatónicos y melodías de blues.

En los temas se disfruta del clásico trío de guitarra, bajo y batería que ha marcado la historia del rock. Si bien este trío viaja desde melodías y ritmos rockeros como en “Get Your Game On, “Human Dynamo”, “Who’s the Blame” o “To You”; al núcleo duro del Southern rock al estilo de Lynyrd Skynyrd. Ejemplo de ello es el tema “Made of Gold”, cuyo ritmo recordará inevitablemente al “La Grange” de los ZZ-Top.

La portada y el artwork del disco anticipan que en “Long Road Made of Gold” también habrá guiños al género country, como ocurre en la introducción de “Take Me Back Home”, en “Long Road” y en la temática de muchos de los 10 temas que forman el disco.

La voz de Thomas Juneor Anderssons recuerda a Joe Bonamassa en Black Country Communion, por lo que el disco consigue mantener el espíritu clásico del rock pero con un sonido actual y contundente. Ese recuerdo también se identifica en el tema “Rain”, una enorme balada con un solo de guitarra lleno de sentimiento en donde se percibe también la influencia Cream.
En el trabajo de las guitarras se ve claramente una enorme técnica, pero sin recurrir a la velocidad, sino al juego de las notas con el tempo del tema, aprovechando al máximo la expresividad del instrumento.

La receta de este álbum no por ser clara es menos meritoria: ritmos pegadizos, estribillos sensacionales y una voz impecable. Todo ello lo convierte en un disco imprescindible de los amantes del blues y del hard rock y para aquellos que estén dispuestos a desempolvar las botas después de haberse deleitado con él.