Long Live Heavy Metal

Con ‘Advance and Vanquish’, su segundo álbum, pegaron el pelotazo. Gran parte de culpa la tuvo el single ‘Deadly Sinners’, y pronto se alzaron como una de las formaciones contemporáneas que mejor intentaba recuperar las raíces del heavy metal. Esa mezcla de la voz rasgada de Jamie Hooper con el registro de Cam Pipes daba una seña de identidad al grupo que muy pocas bandas tenían en ese momento. La continuaron en ‘Fire Up the Blades’, su último trabajo en Roadrunner, antes de dar el salto a Century Media con ‘Here Waits Thy Doom’… y sin Hooper. Había tenido problemas en su voz que le impidieron afrontar parte de la gira, y su tarea pasó a manos del guitarrista Justin Hagbeg.

El peldaño por debajo que estaba ese álbum lo sube sobradamente ‘Long Live Heavy Metal’; sólo a ellos se les podía ocurrir ese título… y atreverse a ponerlo. Y no ya en el título, el primer tema (con vídeo incluido) se titula ‘Metal Woman’; el grupo sabe apropiarse de los estereotipos del estilo para llevarlos a su terreno y explotarlos a la perfección. Tanto de mensaje, como musicales y sobre todo personificados en el peculiar registro heavy de Cam Pipes, uno de esos cantantes que ya no abundan. Como en el anterior, aquí también presentan novedades en su formación, con Byron Stroud al bajo procedente de FEAR FACTORY.

Como decía, ese primer single es la carta de presentación ideal para el álbum; un riff marca de la casa para que la voz de Pipes arremeta con fuerza con sus agudos imposibles. A eso se añaden unos solos que si me dicen que los ha hecho Michael Ammott me lo creo, ya que parecen llevar su marca. ¿Más títulos de ese tipo? Las dos siguientes, ‘My Sword Will Not Sleep’ y ‘Leather Lord’, un tema frenético y poderoso, a la carrera y que termina siendo uno de los más destacados. Con esos nombres, uno piensa que algún día llegarán a titular alguna de sus composiciones algo parecido a “… más heavy que una lluvia de hachas”.

Sorprende que tras ellas pongan una especie de interludio a medio camino entre el folk y las raíces sureñas; lo digo por lo temprano, ya que después de sólo tres canciones corta un poco el ritmo antes de volver con ‘Dark Messenger’, que de primeras parece una continuación, pero donde pronto rompe en un riff pegadizo y cañero (heredero de los Maiden ochenteros en algún momento; también ocurre en ‘4000 Torches)) y con Cam encarnado en King Diamond. Ya no decaen hasta el final, con trallazos como ‘Look Out’, algo más guarra y con cierto toque punk (a pesar de su larga duración), las aceleradísima ‘Leave It On The Ice’ y ‘Die For Gold (Upon The Boiling Sea IV)’ (a piñón fijo ambas), o ‘Storming Juno’, donde de nuevo las guitarras suenan a una mezcla de Ammot con Smith/Murray pasados de vueltas. Para cerrar vuelven a recurrir a un corte instrumental después de toda la tempestad, precedido de ‘Men Of Fortune’, el tema más largo y completo de todo el álbum, con partes rápidas, interludio central (con voces limpias) y vuelta al principio de nuevo; una canción distinta de la que salen bien parados.

Uno sabe lo que va a escuchar cuando llega a sus manos un nuevo disco de los canadienses. A quienes no les convenciera antes de esta larga vida al heavy metal, seguirá sin hacerlo tras ella; cuando has perdido el factor sorpresa, lo mejor que puedes hacer es esmerarte en las nuevas composiciones. Puede que para su estilo el álbum peque algo de largo, pero tampoco es algo como para echar en cara. Nuestros ANGELUS APATRIDA estarán de gira con ellos durante el mes de Mayo, así que se vayan preparando; por desgracia, no pasarán por nuestro país.

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