«¡Pobre discípulo el que no deja atrás a su maestro!», que diría Aristóteles. Y el alumno floreció y granó sus propios frutos. Tiene que ser cruel nacer bajo la sombra, la comparación formulativa: que si se parecen a Tool y, por extensión, A Perfect Circle, que si son una copia de muchas cosas sin nada claro, un pastiche errático y dubitativo. En un constante morir y renacer, con largos hiatos de más de tres años entre discos, pasando de las 2000 copias del debut al estallido en Last.FM hacia aquel 2007 que tan lejano nos queda, Rishloo siempre ha hecho, le pese a quien le pese, lo que le ha venido en gana.

Y, como dice la sentencia, lo han vuelto a hacer. Su cuarto disco, tras una década de tibio reconocimiento, es un pelotazo, una bomba deseando explotar porque en su ontología está grabado tal fin. Uno diría que la banda de Seattle sería un buen antídoto para el voraz apetito, bastante idiota por cierto, de escuchar algo nuevo de Tool en pleno 2014. Pero si algo demostró el Kickstarter que abrieron varios de sus miembros para fundar ‘The Ghost Apparatus’, un reformulación de la banda matriz y el cual dobló prácticamente la meta que tenía propuesta para financiar la grabación y producción de su primer ‘Neon Wardrums’, es que existen fans reales, personas deseando saber algo de Drew y compañía. Y en Living As Ghosts With Buildings As Teeth, los fantasmas están más presentes que nunca, pero no son sino la canalización fantasmagórica de todo lo aprendido, no la reverberación de un pasado que nunca fue.

Quien mantenía una esperanza tibia sobre el crowfunding de la banda, puede darse por satisfecho ante tamaño disco: cincuenta minutos donde la psicodelia, los solos de blues, los rudimentos 7/8 del jazz, ritmos de guitarra propios del heavy metal ochentero y mapas de texturas post-rock se entrelazan generando sinergias, una panoja atada con la mirada siempre puesta sobre la épica, en el sentido del arrojo y la entrega artística. Drew Mailloux continúa con esa escalada de crescendos tonales hasta el infinito que nos señalan hacia los glisandos de violín que tanto le gustaba ejecutar de crío, las polirritmias de Gillett rebotan contra nuestros oídos como en una partida de Pong y, después de alumbrar ocho canciones como ocho supernovas, uno se pregunta como cuatro personas, cinco sobre el escenario, son capaces de producir tantas capas de sonidos, tantos dioramas difíciles de seguir si no te llevas el disco hasta el fondo de las tripas: porque la música no es sino otra forma de decir fuck you, y el cuarteto son muy dados a ridiculizar las convenciones, herederos de una escuela fundada por dredg y, algo más tarde, por The Mars Volta, los eternos enfants terribles.

‘The Great Rain Battle’ es, como indica el título, una tonada de trovadores en tiempos apocalípticos, una deconstrucción de su mito de hecho. Sobre ‘Landmines’, la pieza que dio paso al single y el videoclip de promoción, poco se puede decir ya, más allá de invitar a escucharla y descubrir como aúnan estilos de varias décadas en apenas seis minutos sobre un leitmotiv espacial, donde la letra narra los demonios de un padre y una voz líquida nos recuerda que lo mejor es quemarlo todo, claro. Y, para no caer en lo enumerativo, simplemente recordar que Rishloo no es una banda de temas relleno: cada minuto forma parte de un todo, ese tour de force abocado al precipicio, sin significar esto nada malo. Los músicos exhiben una mayor libertad, perdiendo homogeneidad y cohesión estilística en pos de la función operística, la anulación de corsés narrativos. Con Living As Ghosts With Buildings As Teeth, Rishoo calcina hasta los cimientos su casa encantada para iluminar un templo de culto, un panteón lírico. ¿Ya tenías cerrada tu lista de mejores discos del año? Mala suerte.

Grupo:Rishloo

Discográfica:Autoproducido

Puntuación:9

Canciones:

  1. The Great Rain Battle
  2. Landmines
  3. Dead Rope Machine
  4. Dark Charade
  5. Salutations
  6. Radio
  7. Winslow
  8. Just a Ride

Año:2014-12-11

Votación de los lectores:5