Heaven's Gate: Livin» in Histeria

Hubo una época en que se consideró la década de los ’90 como un período de crisis en cuanto al metal se refiere. Afortunadamente, el tiempo ha puesto las cosas en su sitio y, desde una perspectiva histórica, esta idea ha cambiado. Efectivamente, con la marcha de Bruce Dickinson y de Rob Halford de Iron Maiden y Judas Priest respectivamente por un lado y la escasez de inspiración y/o cambio de estilo de bandas como Metallica, Megadeth, Anthrax o Slayer por otro, podemos matizar la sensación de que los ’90 fueron una mala época. Lo fueron para dos de los géneros más populares en los ’80, como el heavy metal clásico y el thrash metal, pero en cambio otros estilos también importantes vivieron años de esplendor; son los casos del power metal, el death metal melódico, el death metal técnico y el progressive metal, entre otros.

Sirva esta introducción para contextualizar una banda, Heavens Gate, que dentro de la decadencia del heavy metal clásico en los ’90, aguantó cual pueblecito de Ásterix ante la invasión gala. Y es que no era fácil hacer este estilo en esa época, lo cual ha hecho que Heavens Gate sea una de las bandas injustamente olvidadas del panorama metálico  aunque, quizás por ello, aún podemos apreciar más su obra maestra, Livin’ in hysteria: porque en una etapa “adversa”, principios de los ’90, estos alemanes, herederos a partes iguales de Judas Priest y de Helloween, parieron un discazo fuera de su tiempo, reinventado un género prácticamente muerto con la mala suerte de que, si hubieran nacido cinco años antes, seguramente hubieran sido los claros herederos de sus maestros.

Livin’ in hysteria no sólo es un gran álbum de heavy metal con tintes power. Es una muestra de hacer heavy metal con calidad y personalidad y con una de las mejores voces del género (Thomas Rettke). Fue el segundo álbum de estos alemanes, insisto, injustamente olvidados, que tuvieron sus momentos de gloria especialmente en Japón pero que no disfrutaron del éxito que merecían en una Europa más pendiente de las nuevas tendencias. Su metal tiene una impronta muy personal y se basa en dos pilares básicos: unos riffs de alta calidad, originales y llenos de matices, y unas melodías vocales inspiradísimas y memorables. Y todo ello gracias a la mente de un solo hombre, Sascha Paeth, al que el reconocimiento le vendría algunos años después, con Avantasia.

El tema-título que abre el disco es toda una declaración de principios sobre su personal estilo y su enorme calidad: enormes riffs y voces pegadizas que le convierten en una de las mejores canciones de heavy metal de la historia, y lo digo sin ánimo de exagerar. Heavens gate tenía un estilo muy particular y logró aglutinar diversas tendencias dándole una impronta personal: así, en el disco también encontramos medios tiempos de carácter épico (“The never ending fire”, “The path of glory”), temas veloces con doble bombo a toda pastilla típico de un power metal que a partir de ahí iría hacía arriba (“Flashes”), una balada muy sentida (“Best days of my life”), un tema instrumental con tintes progresivos donde la banda muestra su enorme técnica (“Fredless”) y un tema que roza el Hard rock/AOR (“Can’t stop rocking”). Y, a pesar de esta disparidad de estilos, “Livin’ in hysteria” es un disco muy compacto y que, sobre todo, muestra un estilo muy personal. El álbum acaba de la mejor manera posible, con la enorme y pegadiza “Gate of heaven”.

Un año después la banda editaría “Hell for sale!”, otro gran disco aunque no llegaría al nivel de este “Livin’ in hysteria”, disolviéndose en 1999 tras otro par de álbumes menores. Pero dejó para el recuerdo esa gran obra, una “rara avis” en la escena de ese momento y que, aunque injustamente desconocida, quizás por ello mismo tenga más valor. Pocas bandas de heavy metal han tenido tanta clase, calidad y personalidad como Heavens Gate, cuyo estilo, al contrario que por ejemplo sus compatriotas y coetáneos Helloween, no influyeron a ninguna banda…y casi mejor, porque su estilo es difícilmente imitable.