Graveyard: Lights Out

En Enero de 2011, saltaba la noticia de que la todopoderosa Nuclear Blast Records fichaban a unos, hasta el momento, desconocidos suecos llamados GRAVEYARD. La carta de presentación con la discográfica alemana fue “Hisingen Blues”, una verdadera obra de arte en resumidas palabras. Y una verdadera sorpresa, porque de la nada salieron estos tipejos vestidos con camisas de cuadros, chalecos horteras, pantalones bell bottoms y un aire hippie que parecían haber salido vivos del Woodstock, pero varias décadas después y superados los efectos del LSD y de la marihuana. Una fotografía de revival setentero que muchas bandas actuales llevan por bandera, pero que GRAVEYARD con el citado álbum consiguieron asomar la cabeza por encima del resto. Debido al éxito y a las alabanzas de la crítica musical, no tardaron en seguir rentabilizando su contrato y en el pasado año también hubo lugar para reeditar su debut homónimo. Mucho ha ascendido la popularidad del combo sueco en tan breve marco temporal, y ahora siguen queriendo que recordemos su nombre con este nuevo trabajo, “Lights Out”.

El riesgo de publicar una obra de arte, es que, con toda seguridad, su sucesor esté cargado de prejuicios y de altas expectativas. Sí, es un peligro con el que hay que contar ya que las comparaciones suelen ser inevitables. Nos fueron metiendo poco a poco en esta nueva entrega con el tema de adelanto “Goliath”; poderoso y siguiendo las directrices de los temas más acelerados de su anterior trabajo. Y ese devenir a caballo entre Led Zeppelin, Black Sabbath y el rock sureño gobierna cortes como la inicial “An Industry Of Murder” o “Endless Night”, de las mejores del redondo por su fuerza y empuje. También “Seven Seven” es digna de mención por ese ritmo pegadizo y vacilón constante que mantiene la canción en pie durante su corta duración, la crudeza de “The Suits, The Law & The Uniform” no pasa por alto, ni el devenir rugoso de “Fool In The End”.  Por otro lado, siguen dejando claro su gusto por los medios y bajos tiempos con “Slow Motion Countdown”, que con esos cambios de intensidad acompañados por esos aires melancólicos la hacen mágica. De la mano le van “Hard Tome Lovin”, que gana belleza con esas notas sueltas de hammond ocultas y de nuevo, con juegos claros-oscuros en cuanto a intensidad. Esa naturaleza psicodélica es la protagonista del tema cierre “20/20 (Tunnel Vision)”, con el que ponen un broche de oro a un disco de notable alto.

Como todo en la vida hay segundones, y segundones, según el punto de referencia que tomemos. “Lights Out” es un gran trabajo de escucha obligada. Muy buen trabajo teniendo en cuenta el corto periodo de gestación tras un clásico atemporal. Y es que superar “Hisingen Blues” era misión casi imposible. Con mantener el tipo de esta forma, el cuarteto de Goteborg se puede sentir más que satisfecho. De lo mejor del año.