Dokken: Lightning Strikes Twice

Hace unas semanas, Don Dokken explicó en una nota online los motivos del retraso eterno que ha sufrido el nuevo disco de DOKKEN, “Lightning Strikes Twice”.  “El principal problema” declaraba Don “era que el productor estaba todo el día colocado”. “El productor era yo” finalizaba.  Eso explica muchas cosas, y no solo el retraso, sino la falta de cohesividad de éste nuevo disco de la clásica banda americana de hard rock. Si bien “Hell to Pay” no fue el mejor disco de la historia de DOKKEN, “Lightning Strikes Twice” tenía serías posibilidades de ser un buen intento, al menos por lo que cacareaba el bueno de Don durante los últimos tres años. Finalmente no ha sido así y nos hemos tenido que conformar con un disco algo cojo al que no le faltan buenos temas, pero al que le sobran rellenos de lo más evitable.

La formación la siguen componiendo Jon Levin a la guitarra, Mick Brown a la batería y Barry Sparks al bajo, quienes han aguantado al bueno de Dokken en los últimos años mientras el disco iba cogiendo forma. Pero para todo el talento que acumula éste nuevo disco, un resultado como el obtenido no es de recibo. Apenas cuatro canciones se salvan de la quema (si, ya se que ya es más de lo que se salva en el 80% de discos de hoy en dia), siendo estás la inicial y pegadiza “Standing On The Outside”, la rockera “Give Me a Reason”, el riff clásico de “Heart To Stone”y una “Oasis” salvada por la innegable clase de Levin  como guitarrista. El resto se divide entre lo infumable (“Disease”, “Release Me”) y lo casi aceptable (“Point Of No Return”, “Judgement Day”) que, pese a acarrear buenos riffs tienen una cierta falta de enganche, sea por estructura, por la voz pasota de Don o porque directamente no son los mejores temas que ha compuesto el bueno de Don. Obviamente, nadie es tan tonto como para esperar a estas alturas la segunda parte de “Under Lock and Key” con George Lynch como guitarrista invitado, pero hay que admitir que las cosas ya no son lo que eran para el vocalista nasal, su amigote el grandullón y los dos realquilados.

El disco tiene un feeling que lo situa peligrosamente cercano a ser el más insulso de su trayectoria – a excepción de los temas mencionados como validos y semi-validos- pero, como sucede con el nuevo disco de MSG, no es por culpa de los propios músicos. Si DOKKEN se hubieran separado en 1997 hoy en dia aun serían una banda respetada y querida. Sin embargo, todo el mundo ha de vivir de algo, y sin duda Don Dokken tiene todo el derecho a seguir adelante con el nombre de la banda. Sin embargo, uno no puede sino cuestionarse si sería más bonito y precioso que discos como éste o el anterior aparecieran bajo el nombre de Don Dokken en solitario. Guarden el logo de toda la vida si quieren y tan solo póngale el “Don” justo encima, pero es una cuestión de respeto. Me niego a creer que este disco haya nacido de la misma mente que nació “Tooth And Nail” o similares.