Iwrestledabearonce: Late For Nothing

Parece que entre el público abierto de mente a las nuevas olas de la fusión del metal con otros estilos le agradaba la propuesta de IWRESTLEDABEARONCE. Personalmente, tras descubrir al grupo con ‘Ruining it For Everybody’, además de no engancharme, conseguían con algunas de sus composiciones sacarme de mis casillas. Demasiado eclécticos para mí… aunque para gustos los colores. Especialmente me ocurría en el aspecto vocal con Krysta Cameron.

Durante la gira del mencionado segundo álbum del quinteto de Shreveport, Krysta anunció su embarazo, siendo sustituida durante un tiempo por Courtney LaPlante… hasta confirmarse que su puesto lo ocuparía de manera permanente. Su reemplazo es distinto, con un registro melódico mucho más agradable, y ahora las canciones no parecen tan caóticas como en el pasado. ¿Lo malo? Que ahora suenan a muchos grupos actuales y han perdido parte de su seña de identidad. Lo que no se ha alterado es la buena dosis de humor que les rodea y que se puede ver en el vídeo de ‘Boat Paddle’, primer adelanto del disco, doblando prácticamente la duración original de la canción (por la introducción que hacen de la historia) en la que dan rienda suelta a su vena cómica con unos superhéroes coloridos luchando contra un caraculo. Tal cual suena. Musicalmente, lo expuesto anteriormente: no es el despliegue de técnica y cambios de ritmo tan bruscos que hacían antes, pero sí muestra la dualidad latente de la banda.

Eso en el single, porque en el comienzo del álbum sí los tenemos. ‘Thunder Chunky’ suena limpia y atmosférica a la par que desquiciante y alocada. ‘Letters To Stallone’ exactamente igual, con continuos breaks que ensamblan perfectamente con los registros de Courtney. Esa vena mathcore la amplían en cortes como ‘Snake Charmer’, que bien podría haber firmado THE DILLINGER ESCAPE PLAN o ‘Carnage Asada’. Pero lo más destacable en el disco resultan ser esos pasajes melódicos mencionados en ‘The Map’, ‘Firebees’, ‘The Map’ o ‘That's A Horse Of A Different Color’. Incluso en ‘Mind the Gap’ optan por un tema ambiental que no busca el contrapunto agresivo. Y es que, por mucho que diga de las partes más “suaves”, aquí hay caña para rato. Se encargan de demostrarlo cerrando con ‘It Don't Make Me No Nevermind’, con más guturales que en otras composiciones y musicalmente más pesados y desgarradores. Sí, puede que hayan cambiado, pero al menos para mí se han hecho más sencillos de escuchar.