A nivel de sonido el disco tiene el mismo problema que el primero: demasiado actual y estéril. Las canciones ganarían mucho más con una producción algo más retro, más rocosa y polvorienta. Tan solo serviría para vacilarle un poco más el eje cronológico, que al final es lo que se trata con esta banda. Y que no se les ocurra decir lo contrario, porque no cuela.

Desde que a Philomena Lynott se le atragantó la idea de que Scott Gorham editase discos con nuevas canciones bajo el nombre de Thin Lizzy la semilla de Black Star Riders quedó plantada. Gorham no podía seguir girando eternamente mientras tocaba “Jailbreak” y “The Boys are Back in Town” junto al batería Brian Downey y una retahíla de mercenarios que más bien poco tuvieron que ver con Lizzy en su época de mayor gloria. Con John Sykes fuera de alcance, Gary Moore en los cielos y el resto de ex-miembros como Brian Robertson o Eric Bell sin el suficiente peso específico para emprender giras con ese nombre, lo de Thin Lizzy comenzaba a ser difícil de tragar, por mucho que los conciertos fuesen geniales. Así que Gorham, decidido a trabajar a fondo el legado de su viejo amigo Lynott en lo que a reediciones y directos se refiere, tuvo que encontrar otra manera de hacer hard rock clásico en la onda Lizzy pero sin cabrear a mamá Lynott. De ahí nacen Black Star Riders, cuyo primer disco “All Hell Breaks Loose” ya supuso una positiva sorpresa, y que ahora vuelven a la actividad con este “The Killer Instinct”.

Desde el primer disco, la banda ha cambiado de bajista, con Marco Mendoza fuera y el mercenario de mercenarios, Robbie Crane, dentro. Así pues, el line-up sigue siendo poderoso, especialmente en lo que a la guitarra de Damon Johnson y la batería de Jimmy DeGrasso se refiere. De Ricky Warwick no hacen falta referencias: ya las tuvimos en la última gira de Thin Lizzy con ese nombre. La manera de canalizar el tono de Phil en su voz es inquietante, incluso más que en el caso de Sykes.

Parece que este segundo trabajo es más inspirado que el primero, si cabe. Se nota en “Finest Hour” o “Bullet Blues”, dos temas de humor variable donde el riff y la voz deciden por segundos de diferencia si vas a tener un buen o un mal día hoy. En el primer trabajo había cierta premura impresa en las canciones, muchas de las cuales se alejaban de los patrones más clásicos de Thin Lizzy, algo que queda mucho más fielmente reflejado en la nueva colección. El juego de dobles guitarras en “Charlie I Gotta Go” es puro Lizzy. Tanto que da la impresión de que esta podía ser una canción cuyo embrión creó Lynott. Recuerda a “With Love” de “Black Rose” en las melodías vocales y es casi un viaje a los Lizzy de mediados de los 70.

A nivel de sonido el disco tiene el mismo problema que el primero: demasiado actual y estéril. Las canciones ganarían mucho más con una producción algo más retro, más rocosa y polvorienta. Tan solo serviría para vacilarle un poco más el eje cronológico, que al final es lo que se trata con esta banda. Y que no se les ocurra decir lo contrario, porque no cuela.

Grupo:Black Star Riders

Discográfica:Nuclear Blast

Puntuación:8

Canciones:

  1. 1. The Killer Instinct
  2. 2. Bullet Blues
  3. 3. Finest Hour
  4. 4. Soldierstown
  5. 5. Charlie I Gotta Go
  6. 6. Blindsided
  7. 7. Through The Motions
  8. 8. Sex, Guns & Gasoline
  9. 9. Turn In Your Arms
  10. 10. You Little Liar

Año:2015-02-20

Votación de los lectores:8