El nuevo y esperadísimo álbum de Moonsorrow, Jumalten Aika, lleva semanas causando alboroto en las redes y ahora, por fin, lo tenemos en nuestras manos. Cinco años de silencio por parte de los finlandeses han valido la pena, pues este álbum muy probablemente sea lo mejor que nos han regalado, y quizá hasta sea de lo mejor que vamos a escuchar este año dentro de su género.

El nuevo y esperadísimo álbum de Moonsorrow, «Jumalten Aika», lleva semanas causando alboroto en las redes y ahora, por fin, lo tenemos en nuestras manos. Cinco años de silencio por parte de los finlandeses han valido la pena, pues este álbum muy probablemente sea lo mejor que nos han regalado, y quizá hasta sea de lo mejor que vamos a escuchar este año dentro de su género.

Como va siendo tradición, el álbum consta de apenas 5 temas, con sólo uno de ellos por debajo de los 10 minutos, y la mayoría cercanos a los 15 minutos de duración.

El primer tema, que da nombre al disco, empieza con una intro atmosférica que bien podría haber escrito Wardruna, que recuerda a una tempestad, lejana, inquietante y, a la vez, atrayente. Las frases de guitarra de Mitja Harvilahti que han iniciado la canción se van repitiendo por debajo de la voz y la batería en la segunda parte del tema, que gana en agresividad. No mucho más tarde el teclado de Markus Eurén toma el relevo principal y ataca con una melodía sorprendentemente pegajosa y fácil de recordar. Cerca de la mitad del tema, éste cambia completamente el enfoque, dando protagonismo a la guitarra acústica, que prepara el terreno para un interludio donde Ville Sorvali canta desgarrador sobre unos acordes que escalan peligrosamente hasta culminar en un laberinto sonoro, combinando a la perfección la perfidia y pesadez del black, y los coros imponentes y mayestáticos del melódico. Todo para volver a retornar a los mismos motivos que abrieron el tema y que, a estas alturas, ya suenan tan nostálgicamente lejanos como familiares.

Lo que me gusta mucho de esta banda es que, al principio de cada tema, escoge un motivo, y, a medida que avanza la canción, va transformándolo y haciéndolo evolucionar de manera que, aunque suena diferente, lo puedes reconocer – esto da una cohesión y, a la vez, un desarrollo brutales a sus propuestas. No le tienen miedo a la repetición, pues saben dar a cada fragmento la distinción necesaria para otorgarle personalidad propia y conseguir construir historias cíclicas tanto dentro de cada tema, como dentro del álbum en general.

Se hubiera agradecido un poco más de cuidado y detalle en las partes entre canciones, es decir, que todos los temas discurrieran unos seguidos por los otros, sin cortes evidentes, cosa que ya hacen entre todas las canciones excepto entre esta primera y la siguiente.

El inicio de «Ruttolehto» se sustenta sobre una guitarra espinosa y desfigurada, y unos bombos claros y concisos – de hecho, este pueda ser el álbum en el que podemos escuchar la mejor cara de la espectacular bestia que es Marko Tarvonen-, que crean lo que, en mi opinión, es el sonido más carnal y perverso de todo el trabajo. Los redobles más graves de la batería dotan de dimensión al tema que, vocalmente, se describe con la fórmula clásica de Moonsorrow: alternar coros ceremoniosos con una voz principal ronca y afligida, pero, sobre todo, dar un gran protagonismo a las partes instrumentales. O, más bien, tratar a la voz como otro elemento sonoro con el que jugar, y no como la fachada principal de la banda. El interludio de Ruttolehto es una preciosidad folk, heredera de los paisajes sonoros de Jeremy Soule y Howard Shore. Y es que Jumalten Aika, como ya nos avisaron los miembros del grupo, deja un poco de lado la parte más black de Moonsorrow para concentrarse en el folk de tintes épicos. La canción evoluciona hacia la complexidad, abordando y corrompiendo sonidos, y haciendo aún más patente la gran atención que se ha tenido en cuidar todas las notas al máximo para lograr un producto de facturación exquisita.

«Suden Tudi» hace que las guitarras, pesadas, se aguanten sobre una batería atronadora para llevarnos a un ritmo cargado nada más empezar. Se trata quizá de la canción más arquetípicamente black, que también da más protagonismo a la voz, y que, seguramente, sea la que más luzca en los directos. Con unos coros grupales de fácil cantar, más guerreros que sacerdotales, invita a la participación del público, y el ritmo, claro y constante, permite que enseguida entre y te vengan ganas de bailar. Ayuda también, supongo, que sea la de menor duración: la nada desdeñable meta de 7 minutos. Bien pasada la mitad, el tema hace un pequeño giro y ralentiza el metrónomo a la par que vuelve la atmósfera todavía algo más oscura.

El penúltimo tema del álbum, «Mimisbrunn», se inicia con unos acordes de guitarra a dos voces excelentemente combinados con sonidos ambientales, entre los que oímos el fluir del agua, el ulular de un búho, o el crujido de la madera mecida por el viento. Como ya hemos comentado, este álbum tiene una producción de sonido, excelente, muy cuidada y enormemente centrada en los detalles. Esto hace lucir los arreglos, que son algo más progresivos de lo que nunca se había atrevido a hacer Moonsorrow, y también permite dar un dinamismo de volúmenes que convierte lo que estás escuchando en algo tangible, vivo y con textura. Una delicia técnica. A pesar de que la canción se vuelve más atrevida, no pierde los acordes clásicos del principio ni los colores que le dan los instrumentos tradicionales fineses, y la voz se desarrolla en un tono trágico, convirtiéndose en la nota más sentida de todo el trabajo, especialmente cuando Sorvali canta con voz ahogada, casi como si se tratara de un aullido.

El tema que cierra el disco, «Ihmisen Aika», trae reminiscencias de la canción de apertura en su título (traducidos, vendrían a significar “Edad de los dioses” y “Edad de los hombres”) y sugiere que las letras del álbum podrían tener un contenido circular. El bajo de Sorvali luce especialmente estable, apuntalando toda la melodía. Mientras algunos pasajes de otras canciones me recordaban a Wardruna o Equilibirum, aparte de la clara influencia de Bathory, Einherjer o Primordial, este tema me hace pensar por momentos en el Finntroll más oscuro, más crudo, más sinfónico a la par que más siniestro, más arriesgado en la estratificación de la composición. Se trata del tema más complejo y, por lo tanto, más demandante para el oyente del álbum, pero el esfuerzo merece la pena y pone un broche de oro al cierre del trabajo.

La verdad, voy a ser sincera – no puedo ser imparcial con este álbum. Cayó en mis manos antes de lo que me esperaba y, llegado este día, ya ha calado tanto en mí que no puedo verlo si no como uno de esos discos a los que siempre voy a tener presentes y recurrir en cualquier ocasión. Soy consciente que se trata de un álbum para momentos muy concretos y, seguramente, para gustos muy concretos, y aunque la mayoría pueda etiquetarlo de “largo” u hasta “aburrido”, le doy mi máxima nota más sentida, más esperada, y más vivida. Soy gran fan del trabajo de Henri Sorvali, tanto con esta banda como con Finntroll, y hasta en el diseño de sonido para videojuegos, pero todo lo que hace Moonsorrow tiene un toque mágico, especial, auténtico y arcano. Te remonta a tus raíces más antiguas y hace vibrar las cuerdas del alma de una forma evocadora, especialmente en contraste con las junglas de hormigón de nuestro día a día. Honestamente, si os gusta el estilo, o si simplemente queréis darle una oportunidad, no os lo perdáis, ni os perdáis el concierto que van a dar en Abril junto a Korpiklaani.

Grupo:Moonsorrow

Discográfica:Century Media Records

Puntuación:10

Canciones:

  1. Jumalten Aika
  2. Ruttolehto incl. Päivättömän Päivän Kansa
  3. Suden Tunti
  4. Mimisbrunn
  5. Ihmisen Aika (Kumarrus Pimeyteen)

Año:2016-04-01

Votación de los lectores:5