John Garcia nos invita a comenzar el año con su tercer disco en solitario bautizado como 'John Garcia And The Band Of Gold'. La impecable y arrolladora voz del mítico músico de Arizona nos demuestra quién fue y quién todavía es acompañándose por las contundentes melodías de los músicos que lo escoltan. Un viaje musical tradicional pero acertado dentro del stoner rock que nos mete de lleno en los calurosos arenales de Palm Desert.

Entre los planes de John Garcia no se encuentra el de envejecer rápido ni tirar la toalla. Al menos por ahora. Así como su anterior álbum ‘The Coyote Who Spoke In Tongues’ fue de corte acústico y calmado con algunas covers de su etapa con Kyuss, éste nuevo trabajo no tiene nada que ver. John se acompaña de su “Banda de Oro” para llevarnos de nuevo a su terreno más frecuentado del rock y del que realmente nunca salió ni le ha hecho falta.

Los músicos que han acompañado a John en esta nueva hazaña son el guitarrista Ehren Groban (ya habitual en los últimos trabajos de Garcia), el bajista Mike Pygmie (Mondo Generator, You Know Who) y el baterista Greg Saenz (Kreator, Excel, Suicidal Tendencies, The Dwarves, You Know Who). A los mandos de la producción han contado con el legendario Chris Goss, que además de ser líder de Masters Of Reality también ha estado detrás de algunos trabajos de Kyuss, Queens Of The Stone Age o Fatso Jetson y muy involucrado en los lanzamientos de las conocidas Desert Sessions.

Debemos de tener en cuenta que los seguidores de Garcia y sus proyectos no van a encontrar apenas vueltas de tuerca ni innovación. Repetir curso volviendo a hacer prácticamente lo mismo puede cansar, pero si eres bueno en tu materia, como es el caso, no hay tanto margen para errar ni necesidad de meterse en lugares inhóspitos. Si por ejemplo Motörhead, AC/DC o los Ramones triunfaron con un estilo único y reiterante sin realizar casi cambios en su sonido es porque han sabido cuidar su producto y convertirlo en un sello de identidad, lo cual tiene gran mérito.

Motores rugiendo camino a Palm Desert

Hay muchas cosas asociables a la música stoner, pero las primeras que se le vienen a uno a la cabeza al mentar el género son California, la marihuana, LSD, el calor y coches descapotables a toda hostia cruzando el desierto. Las drogas psicoactivas tuvieron una gran importancia en el sonido y nombre de esta música, de ahí que la palabra “stoner” sea un sustantivo derivado de “stoned”, que en cristiano se traduciría como «fumado» o «colocado». De todas maneras, las drogas no son muy necesarias para ponerse en situación y flotar con esta música.

La apertura del disco con “Space Vato” es perfecta para poner los oídos a tono y entender lo que implica todo este movimiento. Este tema instrumental es un buen resumen de gran parte del producto que ha salido de California. Empieza con un riff psicodélico apoyado en una melodía pesada con ese tono instrumental grave característico donde sobresale un bajo distorsionado de fondo para romper posteriormente en algo rápido y denso. Detenerse en la fuerza que transmiten los graves es un ejercicio que recomiendo hacer. A partir del primer minuto y medio podemos escuchar incluso un solo de bajo que da un rollo espectacular a la canción.

No soy un gurú, pero es cierto que me gusta mucho el stoner y soy bastante fan. Diciendo esto estoy seguro de que no me precipito hablando de “Space Vato” como una canción que podría haber sido estirada hasta por lo menos 10 minutos, pero que los colegas de John han decidido menguar y no irse por las ramas a las que dan pie la psicodelia e improvisación. Y han hecho bien porque lo bueno, si breve…

Con “Jim’s Whiskers” ya sabemos definitivamente qué camino vamos a tomar. Este sonido ya lo hemos escuchado hace más de dos décadas con Kyuss. Las raíces están bien atadas al rock setentero llevado a la máxima distorsión, pesadez y suciedad que filtran los pedales Fuzz y Big Muff y que por momentos recuerdan curiosamente a motores de coche rugiendo por cálidas carreteras. Esas guitarras y bajo no mienten.

La línea plana y tradicional del disco continúa en “Chicken Delight” y “Kentucky II”. Ninguna de las canciones tiene nada tan destacable como para puntualizar, salvando el solo de la primera casi al final. En esta primera parte del LP se echa un poco de menos más contundencia y guarrería en la batería, que podría haber sido más atractiva si contase con más golpes de ride y crash haciendo eco entre el resto de instrumentos.

Segundo tercio conservador pero cautivador

A pesar de no haber virguerías peculiares en los 40 minutos que dura el largo, no nos quedaremos con hambre en cuanto a riffs aplastantes ni tampoco habrá queja en cuanto a la voz limpia e impoluta que todavía mantiene John. Si pudiésemos viajar al pasado y ponerle este disco a algún joven californiano criado en los 90 nos diría inmediatamente que está escuchando a Kyuss. Si nos dijesen que esa “My Everything” es un descarte del reputado grupo americano la verdad es que nosotros tampoco lo pondríamos en duda.

El meridiano y segunda parte es todavía más disfrutable. De “My Everything” a “Lillianna” la experiencia continúa creciendo sin enfriarse. Seguimos en la planicie de antes pero con algún detalle adicional disfrutable en las voces y en la forma que se “mutean” las guitarras para abrir las canciones o cambiar ritmos intercalando lentitud con alguna pausa que rompe con rapidez y contundencia.

Al hablar de “mutear” me estoy refiriendo al sonido que por ejemplo escuchamos en los primeros segundos “Lillianna”, a ese choque auditivo en el que parece que las guitarras están como en un segundo plano, más bajas y aisladas, dando la sensación de que solamente suenan por un canal del altavoz durante un rato. Este juego de “cortar” melodías y dejar a la guitarra sola durante un tiempo es algo típico del stoner, doom y otros subgéneros semejantes. Desconozco si tiene un nombre más técnico.

Situándonos cerca del final nos encontramos con la sobresaliente “Popcorn (Hit Me When You Can)”. El riff que la abre recuerda un poco a Queens Of The Stone Age y es muy pegadizo, aunque lo grandioso aquí es la voz. John Garcia exprime su potencia brillando como nunca de inicio a fin. Esto unido a la velocidad de la sección rítmica que va aumentado hasta prácticamente el final hacen de “Popcorn” uno de los puntos culminantes de un disco que podría representarse de forma gráfica como una parábola que sube y baja pero sin caer en picado en ningún instante.

“Apache Junction” parece que te va a dejar a medias con ese minutaje tan corto y un final instrumental que va descendiendo, pero en realidad estamos ante un nexo de unión con el siguiente corte. Me atrevo a decir que no tendría mucho sentido escuchar este tema fuera del concepto del álbum como single, ya que es un comodín para entrar en “Don’t Even Think About It”, otra canción que aprueba pero a la que no hay mucho que destriparle más que lo dicho.

Apagando motores y llegando a nuestro destino

El último tramo del desierto se hace duro, ya estamos un poco cansados y el calor no ayuda. Parecía que con el solo del final de “Don’t Even Think About It” íbamos a tener que hacer una parada para repostar, pero por suerte todavía queda carburante para unos minutos con la llegada de una percusión simplona que culmina en una lucha de riffs entre guitarra y bajo.

No sabemos si nos ha picado un ácaro “Cheyletiella” inyectando alguna sustancia rara en la sangre o es la molestia del insecto lo que impide que no podamos dejar de mover la cabeza como idiotas. No nos hemos vuelto locos ni hemos consumido nada raro, pero es que la canción que nos indica que el fin llega tiene nombre de bicho, y no está de más meterse en el papel en todo momento para que el paseo sea más placentero. Aquí se ponen más bailongos con esas melodías y líneas de bajo que vuelven a sobresalir. Las cuatro cuerdas suenan a gloria, no me cansaré de decirlo.

Es hora de descansar cuerpo y mente con “Softer Side”, la última y más tranquila de todas las canciones. Así como empezábamos la marcha con “Space Vato” de forma aplastante, el broche lo ponemos con la canción más larga y serena. Aunque tenga un momento de subidón hacia el final, es el desenlace perfecto para terminar la expedición. Buen momento para apagar el motor y despedirnos.

Un disco que puede perder con las escuchas…

…excepto si lo pones al máximo volumen, con los graves de tu equipo a tope y dejándote llevar. Debería de venir un manual de instrucciones junto al libreto del CD advirtiendo que es obligatorio poner al límite los cristales de tu casa o coche con las vibraciones y ondas que proyectan gran parte de las canciones.

Si tuviese que recetar este disco para algo, sería para conducir hacia la playa mientras el Sol te ciega o para tomarse unas birras con tus amigos en verano. Lo del verano es importante, porque la verdad es que al escuchar esta música dan ganas de ponerse hasta el culo de cerveza mientras haces el ríduculo en una tabla de surf (por ejemplo) o mientras estás tirado en la arena quemándote la piel.

Trabajo notable a pesar de no salirse de los esquemas. No se hace pesado, al contrario que en casos cercanos en los que los músicos se tiran el rollo con más de una hora de improvisación que puede hastiarte totalmente. Revivir tan bien los años dorados del rock noventero del desierto condesándolos en 40 minutos es un acierto. A veces es mejor moverse en terreno conocido yendo al grano que arriesgar y pifiarla.

Al acabar de escuchar estas canciones te entran unas ganas enormes de comprar un billete y plantarse en California sin pensarlo a pasear por sus playas llenas de palmeras mientras la voz de John Garcia y la música de The Band Of Gold retumba en tus oídos como banda sonora. Y eso no puede ser malo.

Jaime Tomé

Grupo:John Garcia

Discográfica:Napalm Records

Puntuación:8

Canciones:

  1. Space Vato
  2. Jim’s Whiskers
  3. Chicken Delight
  4. Kentucky II
  5. My Everything
  6. Lillianna
  7. Popcorn (Hit Me When You Can)
  8. Apache Junction
  9. Don’t Even Think About It
  10. Cheyletiella
  11. Softer Side

Año:2019-01-04

Votación de los lectores:5