Roger Waters: Is This The Life We Really Want?
Waters nos envía un mensaje claro con este nuevo disco: no ha terminado. Ni probablemente va a terminar nunca mientras el mundo siga siendo un pozo de injusticia.
Han pasado veinticinco años desde que Roger Waters, otrora líder ideológico de Pink Floyd y nemesis aeterna de David Gilmour, editase su último disco de estudio. Veinticinco años en los que el mundo ha cambiado mucho y no ha cambiado nada. Si bien “Amused to Death” fue etiquetado frecuentemente como un aburrido ejercicio de autoindulgencia (alguien lo renombró “Bored to Death”), el nuevo trabajo del viejo Rog es un ejercicio de reflexión, musical y lírica, acorde a los tiempos que estamos viviendo. No se muy bien que es lo que ha llevado al músico británico a editar el disco precisamente ahora, cuando lleva trabajando en él desde 2010, pero me temo que el advenimiento de Donald Trump como presidente de Estados Unidos le ha encendido la chispa, junto con la crisis de los refugiados sirios. Envalentonado tras el éxito inevitable de la gira “The Wall” que le tuvo tres años en la carretera construyendo muros cual paleta esquizoide del rock progresivo, Waters nos envía un mensaje claro con este nuevo disco: no ha terminado. Ni probablemente va a terminar nunca mientras el mundo siga siendo un pozo de injusticia.
La principal diferencia entre anteriores discos y «Is This The Life We Really Want?” reside en lo cómodo que Waters parece con su legado en Pink Floyd, algo que posiblemente haya conseguido tras la exitosa gira de “The Wall” y tras haber hecho, al menos en teoría, las paces con Gilmour. El disco está repleto de referencias, directas e indirectas, a su pasado en Pink Floyd, ya sea el reloj y los latidos del corazón que abren “When We Were Young”, el uso del sintetizador ARP y el enfoque absolutamente vitriólico de su voz en “Picture That”, el comfort acústico y el juego de alargar compases en “Déjà Vu” que tanto recuerda a “Mother”, la tensión contenida sobre grabaciones telefónicas en “Bird in a Gale” que recuerda a “Nobody Home” o “One of My Turns”… la lista de similitudes podría extenderse a lo largo de toda la reseña pero el resumen vendría siendo ese: que Waters abraza su pasado con inusual cariño en un disco que, sin duda, suena inspirado y cuidado.
Curiosamente, Waters no ha trabajado en el disco con ninguno de sus habituales músicos de gira: ni Dave Kilmister, guitarrista extraordinario, ni el enorme batería Graham Broad, aparecen en el disco. Si que están músicos como Nigel Godrich, estrecho colaborador de Radiohead o Jonathan Wilson, actual guitarrista de Waters en la gira “Us & Them”. El batería, Joey Waronker, también acompaña a Waters en la actual gira y es quien protagoniza la percusión en este disco. Ha hecho un trabajo repleto de gusto, sensatez en sus construcciones rítmicas y sobretodo, con un sonido muy acorde a la tonalidad general del disco, alejado de las baterías más modernas y repletas de reverb que acompañaban a Waters en discos como “Radio KAOS” o el propio “Amused to Death”.
«Is This The Life We Really Want?”, en su familiaridad Floyd, acerca a Waters al universo prog actual, que tanto debe a la banda que el mismo creó en los 60. Después de varios experimentos, es un disco que suena a vuelta a casa, vuelta a los orígenes. Su delicadeza en “Wait For Her” encandila, del mismo modo que su mensaje en “The Last Refugee” remueve conciencias e incomoda. Ese es el Waters que algunos echábamos de menos y posiblemente el Waters necesario para los tiempos que corren. Poéticamente incómodo y musicalmente tan anclado en el pasado que logra sonar actual. Un disco muy recomendable para escuchar leyendo un libro en una tarde de domingo.
Grupo:Roger Waters
Discográfica:Sony
Puntuación:9
Canciones:
- When We Were young
- Deja Vu
- The Last Refugee
- Picture That
- Broken Bones
- Is this The Life We Really Want
- Bird in a Gale
- The Most Beautiful Girl
- Smell the Roses
- Wait for Her
- Oceans Apart
- Part of Me Died
Votación de los lectores:5
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