Toundra: III

Hay discos con los que sobran las palabras. Y no me refiero al hecho de que TOUNDRA sea un grupo instrumental, no. Sino que definir este ‘III’ es tan sumamente complicado, que lo único que queda al oyente es escuchar sus cuarenta minutos para disfrutar de él. En cualquier caso, simplificando un poco todo, me limitaré a decir que su tercera obra es una maravilla; otra más.

Como suele ser habitual, en AloudMusic.com se puede descargar el álbum, igual que han hecho con todo su catálogo; aunque este, como tantos otros discos de varios grupos de su plantilla, es de esos que merece la pena tener original, por distintos motivos. Sin orden de preferencia, por apoyar un sello como ese, por el precio y las distintas opciones de compra que ofrecen, por la portada hipnótica de Chelsea Greene Lewyta y el diseño del libreto a cargo de Víctor García-Tapia (guitarrista del grupo)… pero sobre todo, porque la música lo merece. Todas las piezas las fueron encajando desde el principio, con la preproducción de Juan Blas (de los recientemente desaparecidos NOTHINK) en los Westline Studios, para después grabar con Carlos Santos en Sadman y dejar la mezcla y master a Santi & Victor García en los Ultramarinos de Sant Feliu de Guixols.

‘Ara Caeli’ arranca de manera calmada, con dos minutos que ya te meten en un viaje del que es imposible salir, sobre todo desde el momento en el que entran los arreglos de cuerda con los violines para ya no viajar, sino teletransportarte al universo que crean con su post rock… o como se le quiera llamar, porque aquí las etiquetas, una vez más, sobran. La intensidad sube desde la mitad del tema para dejar paso a las guitarras de Esteban y Víctor, que piden paso para abarcar toda la intensidad que intentan transmitir. Directamente empalma con ‘Cielo Negro (Black Sky)’, donde es el bajo de Alberto el que lleva el peso inicial y donde Álex se dedica a jugar con los ritmos de batería sobre unas líneas de guitarra que asoman sólo en segundo plano. Para los dos últimos minutos, repiten estructura: dejan el subidón (acertadamente) para un tramo final espectacular.

‘Requiem’ ya deja entrever que con ese título no va a ser muy alegre. Se trata del corte más melancólico de ‘III’, con importancia vital de los violines y arreglos para levantar una atmósfera apagada en casi todo momento. El contraste con el comienzo de ‘Mars (Marte) es brutal, como si comparamos el día con la noche por la aceleración que imprimen. De nuevo el bajo se abre paso sobre unas guitarras que a pesar de la velocidad, evocan la melancolía que dejaban en el corte anterior. Y ese sentimiento y atmósfera nos sigue acompañando en ‘Lilim’, en la que juegan más que en las anteriores con los cambios de ritmo, y más aún en ‘Espírita’, la joya con la que cierran y que en su parte central tiene el secreto: los cuatro van todos a una, teniendo importancia sus instrumentos por igual y destacando a la par. Tras tocar cima, todo se va difuminando en un fade-out que nos enlaza de nuevo con el inicio del disco. Si la música tiene que ser bella, estos tíos lo consiguen en sus composiciones.

No quiero sonar pesado y caer en tópicos, pero con TOUNDRA se cumple a la perfección el dicho ese de “si no hubieran nacido en España…”. Se cumple por desgracia. De estar ubicados en otro país con una aceptación mayor de este estilo de música, se estarían codeando con grupos de un status mucho mayor. De momento ya tienen una larga gira por delante, incluyendo unas cuantas fechas en Europa. Lo mismo por allí valoran más lo que les viene de fuera que nosotros lo que tenemos a tiro de piedra.