Gus G.: Fearless

Cuando nos ponemos a pensar en grandes guitarristas de nuestros tiempos sin duda es Kostas Karamitroudis, más conocido como Gus G, uno de los primeros que se nos vienen a la mente.

El músico griego es destacado por haber formado parte de la banda de Ozzy Osbourne durante los últimos años, así como por ser el guitarra solista actualmente de Firewind. Es además distinguido por sustituir a Christopher Amott en las filas de Arch Enemy en 2005, aparte de participar en la grabación de su disco “Doomsday Machine” en la canción “Taking Back My Soul”. Pero la carrera del guitarrista heleno no se queda ahí, igualmente ha participado como invitado en discos de bandas como Dream Evil, Kamelot, Rotting Christ o Mystic Prophecy. Esto sólo demuestra la gran versatilidad adquirida a lo largo de la veintena de años de experiencia que lleva este músico a sus espaldas, y a continuación, Tamara Ruiz te resume lo más importante de su nuevo trabajo.

Escalando posiciones con ‘Fearless’ (Gus G.)

Este álbum constituye un paso más en la carrera en solitario del guitarrista, iniciada en 2014 con “I Am The Fire” y “Brand New Revolution” (2015). “Fearless” (Gus G.), que lleva en el mercado desde el pasado 20 de abril, constituye al mismo tiempo el inicio de un nuevo capítulo dentro de ésta. El motivo principal es el cambio de formación, uniendo fuerzas Gus con el batería Will Hunt (Evanescence/ Black Label Society) y el vocalista y bajista Denis Ward (Pink Cream 69/ Unisonic), quien se ha encargado aparte de las labores de producción.

Este es un dato importante a tener en cuenta, pues que se encargue un bajista de producir el CD de una banda, hace que su instrumento cobre más importancia, haciendo así que la base rítmica sea escuchada y diferenciada a la perfección durante la totalidad del álbum. Así pues, el sonido con el que cuenta el disco en conjunto es exquisito, siendo un placer escucharlo desde la primera hasta la última nota.

Una explosión de power en Gus G. – Fearless

El disco en sí podría describirse como una explosión de sentimientos que afloran en el cerebro nada más escucharlo. Su composición es variada y llena de giros y además, cuenta con tres temas únicamente instrumentales, algo bastante inusual y que está perfectamente a la altura de lo que hicieron George Lynch junto a Dokken en “Mr. Scary” allá por el lejano año ’87 y Michael Schenker en “Into The Arena” en 1999.

Este trabajo de estudio se inicia con “Letting Go”, un corte bastante potente y contundente desde su apertura cuyos tintes hacen referencia al thrash o incluso al death melódico que defienden Arch Enemy en su “War Eternal”. Todo contrastado y suavizado con el estribillo, donde se muestra desde la primera canción las facetas vocales del señor Ward, algo desconocidas en el mundo de metal, por ser más valorado como bajista en la banda alemana Unisonic. “Mr. Manson” toma sendas más oscuras, tanto en sus letras como en sus riffs, iniciándose con unos sombríos acordes de bajo. Casi podría decirse que este tema toma bastante semejanza con “Mr. Crowley” de Ozzy Osbourne.

Gus G. es un músico bastante experimentado para la edad que tiene. En sus 37 años, una veintena de ellos son de experiencia con el instrumento de seis cuerdas, esto debía de quedar reflejado en sus álbumes de alguna forma. Aunque en este disco en general se le da mucha importancia a las voces de Dennis, hay muchos aspectos que realzan la maestría del guitarrista. Tras las sendas que dejan los solos de sus dos predecesoras, es en “Don’t Tread On Me” donde se observa el gran poderío cuando el solo de guitarra toma el protagonismo de la canción.

Una hilera de escalas ascendentes y descendentes de guitarra inicia el primer corte instrumental del álbum y el cual acapara todo el protagonismo. Hablamos en efecto de “Fearless”, un tema que hará que te sumerjas de lleno en el disco si no lo habías hecho ya antes. Es uno de los despuntes que podemos encontrar aquí, pues, aunque no tenga voz la melodía se te queda grabada en la cabeza mejor que si tuviera estrofas cantadas.

El relevo lo toma “Nothing To Say”, una emotiva balada de corte ochentero, propia de los grupos de glam metal de la época.

Guiño al pasado con Dire Straits

La versatilidad de este artista era comentada con anterioridad. Al igual que se ven influencias de otros estilos, los años 80 también son un referente muy a tener en cuenta aquí, tal como veíamos antes. Cuando piensas que una canción es única, siempre hay alguien que consigue darle la vuelta a la tortilla. “Money For Nothing” de Dire Straits es el claro ejemplo, llevada a un estilo de metal más extremo y bastante llamativa dentro de la totalidad del álbum.

“Chances” sobrepasa el ecuador y en cuyas líneas de voz podemos observar la influencia de estilos de música más modernos, algo más de moda en los tiempos de corren, mezclada con solos propios de power metal. Llegamos al segundo tema completamente instrumental, “Thrill of the Chase”, bastante menos llamativa y reseñable que “Fearless”. El maestgro de las seis cuerdas, aunque muestra un registro bastante amplio, podía haber añadido algo más de virtuosismo y originalidad a la canción en general.

“Big City” cuenta con un sonido más distorsionado, propio de la música de la década de los 70-80, pegadiza e intercalada con un virtuoso solo de guitarra, como era de esperar. El broche de oro lo pone “Las of my Kind”, de nuevo pausada con acordes en acústicos a modo de inicio. El álbum cuenta con dos bonus track al comprar el disco o escucharlo a través de las plataformas digitales: “Little Ain’t Enought” y la tercera instrumental “Aftermath”.

El virtuosismo, la técnica, la versatilidad y la gran experiencia quedan perfectamente reflejados en este álbum. Un amplio abanico de estilos son perfectamente entrelazados entre sí por los ilustres músicos. La doble faceta de Dennis Ward y la habilidad tras los platos de Will Hunt son el acompañamiento que complementa a la perfección al maestro de las seis cuerdas, haciendo de este álbum uno de los más destacables de 2018.