Bloodbath: Grand Morbid Funeral

Bloodbath son, desde hace años, la personificación de la crisis de la mediana edad en forma de banda de metal extremo. Igual que el cuarentón que decide volver a juntarse con sus compis de instituto para jugar al fútbol 7 los domingos por la mañana y recordar tiempos anteriores, el «super-grupo» de death sueco está compuesto por miembros de bandas que ya abandonaron su faceta más dura y necesitan de este escape para volver a sentirse jóvenes y rebeldes.

Por este mismo motivo, tras la despedida de Mikael Åkerfeldt de la banda, tiene sentido que el sustituto haya sido alguien cuya banda original haya seguido ese tipo de trayectoria al estilo de Katatonia y Opeth: el anuncio de Nick Holmes de Paradise Lost como nuevo vocalista del conjunto nos dejó tan sorprendidos como confusos, pero definitivamente es un perfecto miembro de este selecto club de la petaca extrema. Bueno, tampoco nos pasemos con los años.

Todos los que habíamos visto a Holmes con su banda interpretando temas antiguos en directo sabíamos el estado en el que se encontraban sus guturales: simplemente deplorables. Por ello, al escuchar este álbum, lo primero que salta a la vista (o al oído más bien) es la interpretación más que decente de Nick, con unos growls putrefactos que ninguno habría imaginado que pudiera ejecutar a día de hoy. Necesitaremos darle el visto bueno en vivo para poder creérnoslo, pero de momento parece que alguna gran técnica de estudio ha debido ser utilizada para esta grabación. Llamémoslo untarse de lodo las cuerdas vocales, porque sino no alcanzamos a comprenderlo.

Dejando de lado todas las bromas que se han podido generar al respecto y la evidente revelación vocal de este trabajo, musicalmente «Grand Morbid Funeral» es un disco correcto, que pasa sin pena ni gloria entre la discografía de una banda que siempre recordaremos por «Resurrection Through Carnage», «Nightmares Made Flesh» y, cómo no, el glorioso EP «Breeding Death». Encontramos en el disco algunos grandes temas, como «Let the Stillborn Come to Me» y «Anne», pero por lo general cuesta encontrar algo especial en la mayoría de cortes que lo componen.

En una situación parecida ya nos encontramos hace ni más ni menos que siete años (cómo pasa el tiempo) con aquel «The Fathomless Mastery»: en definitiva, álbumes que contienen un par de canciones dignas de recopilatorio y un grueso bastante olvidable. ¿Es casualidad que los discos de la banda hayan empezado a mostrar este carácter desde la marcha de Dan Swanö y no antes? Nos gustaría poder decir que sí, pero lo cierto es que el peso del de Örebro era demasiado como para pasarlo por alto. Una auténtica lástima que aquel explosivo all-star que publicaba álbumes de primer nivel haya pasado a engrosar las filas de los lanzamientos mayormente irrelevantes de death metal. Esperamos que les vuelva la inspiración algún día.