Kreator: Gods of Violence

“Gods of Violence” muestra exactamente lo que vienen siendo KREATOR en el siglo XXI, es decir, Thrash Metal con cierto enfoque moderno, capaz de conservar la caña del pasado pero centrando sus argumentos musicales en la melodía y no tanto en la agresión.

Ayer mismo salió al mercado el nuevo trabajo de los germanos KREATOR bajo los auspicios de Nuclear Blast, justo un lustro después de su anterior obra “Phantom Antichrist”. KREATOR, salvo en sus viejos días de gloria (y más en concreto desde su retorno con “Violent Revolution” a la senda del Thrash a principios de siglo), han optado por dosificar sus entregas discográficas en el tiempo de tal forma que sus seguidores no han de amontonar trabajos editados cada 15 meses sin apenas tiempo para saborearlos. De hecho, en estos últimos 16 años, la banda apenas ha editado 5 discos incluyendo este “Gods of Violence”, prefiriendo centrar sus esfuerzos en girar continuamente y publicar un nuevo disco únicamente cuando ya es necesario del todo y la presión del sello obliga contractualmente a ello.

“Gods of Violence” muestra exactamente lo que vienen siendo KREATOR en el siglo XXI, es decir, Thrash Metal con cierto enfoque moderno, capaz de conservar la caña del pasado pero centrando sus argumentos musicales en la melodía y no tanto en la agresión. Y es esa diferencia de enfoque lo que pese al paso de los años sigue dividiendo a sus fans ya de forma irreconciliable, dejando a los acérrimos de sus primeras obras a un lado y a la gente más joven que ha crecido con otros standards musicales y a quién no solo no le molesta sino que le agrada esta versión más melódica de KREATOR, al otro. Ambos son válidos y cualitativamente intachables, pero como digo, irreconciliables.

El disco se abre con 3 de los singles del álbum, temas claramente enfocados a gustar al mayor abanico de público posible, mezclando velocidad con melodías de guitarra quizá excesivamente alegres y dulzonas y estribillos un tanto previsibles y “de manual”. Las comparaciones con ARCH ENEMY pueden parecer odiosas, pero es lo que hay; por momentos los actuales KREATOR se parecen más a los suecos que a la banda que dio vida a “Terrible Certainly” o “Extreme Agression”. Hecho un poco en falta la transgresión musical de la que hacía gala la banda en los 80 o incluso en los años 90, tanto visual como musical. A día de hoy (y desde hace ya bastantes años), KREATOR han encontrado su fórmula y se dedican a explotarla y plasmarla en disco cada X años, con 0 factor de riesgo. Todos los temas poseen el mismo esquema, riff de entrada/verso cañero, puente asentado sobre una melodía de guitarra facilona y estribillo saltarín a medio tempo. Y cuidado, que eso no es criticable (muchas bandas apuestan por esa fórmula a día de hoy), pero denota cierto conformismo y resignación a hacer las cosas de otra manera y distanciarse un poco del resto. Y es quizá ahí donde reside el problema no solo de este disco sino de la mayoría de bandas actuales de cierto renombre; no quieren asumir riesgo alguno, menos aún si tienen cierto prestigio y posición, optando casi siempre por este tipo de metal aséptico, de fácil digestión, y enfocado claramente para las grandes masas. ¿Es eso malo? En absoluto, pero a las cosas hay que llamarlas por su nombre y definirlas correctamente.

“Gods of Violence” no es un mal disco, en absoluto, de hecho está milimétricamente calculado para gustar a aquellos que todavía prestan atención a sus nuevas obras resignándose a poder reclutar de nuevo a los que ya tiraron la toalla con “Violent Revolution”. Pero no deja de ser curioso que alguien que no escucha thrash desde hace 25 años y que define sus gustos dentro del campo del hardcore, el metal industrial y la música electrónica, se desmarque con discos de enfoque tan melódico. En cualquier caso, “Gods of Violence” no marca ningún tipo de inflexión en su carrera sino un paso más en esta versión 3.0 de KREATOR tan alabada por unos y denostada por otros. Lógicamente, si gustaste de sus anteriores obras aquí encontrarás más de lo mismo mientras que si sigues esperando que viejas fórmulas vuelvan a la palestra (o incluso una nueva dirección del grupo), vete haciendo a la idea de que eso no va a suceder.