Paul Gilbert: Get Out Of My Yard

Tras mil setencientos proyectos distintos en el último año, Paul Gilbert vuelve
al redil, siguiendo con su ritmo habitual de un disco cada 13 o 14 meses. No
me ha dado tiempo aún a aprenderme más de tres canciones de las que contenía “Space
Ship One” y el pobre Gilbert ya ha parido otro disco. Es peor que una coneja.
Con los discos, se entiende.

Para quien aún no conozca a Paul Gilbert, la línea que sigue con su disco
es igual de desquiciada, colorista y original que la que tenía en “Alligator
Farm” y anteriores esfuerzos de estudio, aunque sin versiones de las SPICE
GIRLS, a Dios gracias.

Como diferencia, el disco es totalmente instrumental, en lugar de incluír
alguna canción con voz, como ya hacía en anteriores discos. Tampoco encontramos
al anterior bajista Linus Of Hollywood, que ha sido sustituido por el propio
Bilbert y un tal Mike Szuter. Pero también hay que ser sincero: importa mucho
quién es el bajista de Gilbert cuando lo que más atención acapara es la guitarra?
Me temo que no.

Como dato curioso, antes de la salida del disco se publicó en internet un
tracklisting potencial que resultaba ser un texto bastante cachondo dividido
en los títulos de los temas del disco. Por algún motivo, la idea fue abortada
(quizá era demasiado hilarante hasta para Gilbert?), aunque se han mantenido
algunos de esos titulos en el disco final.  Y siguiendo con mi analísis de
nerd total de éste hombre, he de afirmar que el disco vuelve a contener 14
canciones. Como siempre, a excepción de “King Of Clubs” y algún otro CD anterior
que sólo llevaba trece canciones.

Y vaya catorce canciones.

“Get Out Of My Yard”, que abre el disco, es una simple introducción masturbatoria
de guitarra. Nada y todo que destacar. Gilbert es capaz de condensar mucho
conocimiento de su instrumento en tan solo un minuto y pico (mientras que otros
no lo consiguen ni en una trilogía completa…). La cosa comienza a tomar forma
con “Hurry Up”, un tema con mucho groove que se balancea sobre un riff de guitarra
rebelde que demuestra una vez más la manía de Gilbert de llevar a sus temas
por donde le da la real gana.

Se trata de un disco entretenido, un aspecto en el que Gilbert nunca falla.
Ya sea con “Straight Through The Telephone Pole”, juguetona, rockera y setentera
en los momentos adecuados, o con “Rusty Old Boat”, que combina ciertas influencias
progresivas con trozos a lo DEEP PURPLE con virtuosismo enfermizo, el guitarrista
consigue que no dejes de escuchar el disco en ningún momento. Nada de leer
el diario mientras lo escuchas, o de fregar los platos. Nada. Paralizado. Escuchando.
Pensando “¿cómo diablos lo hace?”  y frustrandote al pensar que ni él mismo
debe saberlo.

Y hablando de originalidad, los dos temas más originales se encuentran, sin
duda, al final del disco. El primero de ellos es “My Teeth Are a Drumset”,
que serviría de sintonía para cualquier programa de radio que pinche heavy
metal y sus variantes. En el libreto Gilbert explica que cuando le asaltan
ideas nocturnas estando en la cama, utiliza sus dientes como manera de marcar
el ritmo sobre esas melodías. Y por si no teníamos suficientes locuras, “Three
E’s For Edward” es una canción que Gilbert dedica al destrozado Eddie Van Halen.
En el libreto, Paul explica que es para su mayor idolo, llamado Edward. Entre
eso y otros detalles no hay que ser muy listo para entender que el tema va
dedicado al señor Van Halen, Edward. En el colmo de la originalidad, Gilbert
ha puesto tres cuerdas en su guitarras, todas afinadas en “E”, y lo que ha
salido se lo ha dedicado al mítico e innovador seis cuerdas.

¿Entretenido? Apuéstate lo que quieras. ¿Original? Y que lo digas. ¿Para todos
los públicos? Depende de cual sea su nivel de locura. El de Gilbert es estratosférico.