Opera Magna: El Último Caballero

En España, como siempre suele pasar, reaccionamos mal y tarde. Baste recordar que cuando estalló la ola de powermetal de finales de los 90 y principios de la presente decada, salieron de nuestro país autenticos bodrios de lo más prescindible que no solo tuvieron legiones de fans, sino que además tenían discográficas que les contrataban, algo insólito. Como ustedes ya recordaran, entre los años 2000 y 2002 en España salieron multitud de bandas –algunas de ellas ya extintas, otras en vias de estarlo- que copiaban de manera idéntica en planteamiento (que no en calidad) lo que hacían los colegas alemanes y escandinavos, siempre un pequeño gran paso por delante. Echar la vista atrás hoy en dia y escuchar algunas de las maquetas (y discos editdos!) que llegaron a mis manos en aquellos momentos es suficiente como para provocar ataques epilépticos de grado máximo.

Al recibir el disco de Opera Magna, la verdad es que no albergué demasiadas esperanzas. “Otros que no se han enterado que esto ya está más visto que el tebeo” pensé. Y si, lo que hacen está visto, extremadamente visto, ultra-requete-mega-hiper-visto, para ser más precisos. Pero por primera vez, reconozco que el disco está bien hecho. Puedes compartir o no lo que hay en él, pero ciertamente, se han cuidado los detalles, los arreglos, el sonido y la producción sobremanera en comparación con las auténticas aberraciones que se han cometido dentro de nuestras fronteras en años recientes.

Opera Magna son, para el que no sepa, una joven banda valenciana que tras los típicos cambios de formación y alguna que otra maqueta como testamento del esfuerzo previo, ha conseguido editar un disco. Evidentemente, y tan solo viendo el título, es obvio que la banda va por derroteros power-metaleros. Huelga decir que, además, han adoptado una similitud preocupante con los italianos Rhapsody, algo especialmente patente en canciones como “Horizontes de Gloria” o “Largo Viaje”. En otras canciones, el símil es más cercano a los viejos AVALANCH (“La Sangre del Enemigo” es un ejemplo) y en otras es un max-mix de todo lo que supone el power como género.

No se trata de un mal disco. La banda tiene una capacidad musical más que digna – el vocalista Jose Broseta tiene un timbre y versatilidad vocal que recuerdan a Leo Jimenez- y a nivel de guitarras la cosa está a la altura. Únicamente me parece curioso que la batería de Fernando Asensi sea tan absolutamente perfecta en todos y cada uno de los temas del disco. No digo que el tipo no sepa tocar sino que los dobles bombos probablemente no son demasiado humanos, aunque quizá me equivoco en mi apreciación.

El disco termina como mandan los canones: con un tema épico de más de doce minutos titulado igual que el disco. Al menos son valientes y hacen lo que ya no está de moda. Si se hubieran dedicado a hacer prog-metal o emo-core probablemente el resultado sería muy negativo.

Merecen una oportunidad.