Amplifier: Echo Street

Difícil de entender… Si los británicos Amplifier nos hicieron tocar el cielo con el doble “The Octopus” de 2010, ahora nos descolocan con este “Echo Street”. Ese disco excesivista  hacía pensar que el grupo de Sel Balamir iba a lograr hacerse un hueco entre los más grandes a base de enormes composiciones… pero nadie esperaba que la continuación fuese por estos derroteros. Sólo ocho temas, y con unos homenajes excesivamente obvios hacia sus inicios y hacia las grandes bandas del progresivo y la psicodelia de los 60 y 70. Baladas progresivas a medio camino entre Pink Floyd y Radiohead. También hay homenajes a los Beatles primerizos y a bandas de los 60 como The Yardbirds. Algo que posiblemente no terminará de encajar a quien disfrutó como uno enano de “The Octopus”.

“Matmos” marca el camino, y es junto a “The Wheel” lo mejor del compacto. Cortes atmosféricos, muy trabajados pero que fluyen a una sola velocidad. Muchas textruas, delicadeza, pero todo quizá demasiado plano. La segunda posee pasajes que pueden llegar a recordarte a los enormes Porcupine Tree. Cortes muy extensos y algunos que descolocan soberanamente como “Paris in the Spring”. Posiblemente lo más insulso de toda la obra. Curiosa es la folkie “Where the River Goes”, con algo de sabor a Neil Young. Lenta y bastante plana… pero con cierto encanto. Balamir canta de forma exquisita y los coros del “nuevo”, Steve Durose. Hay en el tema cierto toque galáctico-épico e incluso ácido.

En “Between Yesterday and Today” el grupo se dedica con las acústicas y con los juegos vocales. Delicada y muy trabajada, pero en general bastante plana y sin novedad en el frente en lo que llevamos de disco. El corte que da título al disco es otro viaje espacial correcto. Muy trabajado y deudor de los primeros tiempos de Pink Floyd y de composiciones tipo “See Emily Play”. Finalizan con la más animada “Mary Rose”. Gran tema. Crescendo incluido y con subidas y bajadas de intensidad sónica. Balamir sigue encandilando en los tonos más suaves y manda por momentos el bajo de “Magnum” Redhead.

La sensación de decepción se instala de buenas a primeras y hay que darle bastantes oportunidades al disco. El grupo juega con los silencios y alarga las entradas de los temas. Buscan la sensación pausada… y lo consiguen. No podemos hablar de un disco malo, pero quizá sí de decepción. Esperaba de Amplifier otro puñetazo sobre la mesa como lo fue su anterior obra. Pero no ha sido así. Tranquilidad, buenos alimentos y un par o tres de cortes que entran bien. El resto, un bucle a medio tiempo de acústicas, coros suaves y refrito de atmósferas. Pero si te gusta el progresivo con acid rock y los primeros discos de Pink Floyd puede que te convenzan. El resto, que se vuelva a escuchar “The Octopus”.