Cradle Of Filth: Darkly, Darkly Venus Aversa

Parece que las cosas en el seno de los Filth vuelven a su cauce. Discos como “Nymphetamine” o “Thornography” habían sido dedicados a la experimentación a la vez que eran un claro giro musical a la búsqueda de ampliar el abanico de fans potenciales. Las cosas se enderezaron en el interesante, pero algo irregular, “Godspeed On Devils Thunder”, pero es con este “Darkly, Darkly Venus Aversa” cuando vemos un claro retorno, no a sus orígenes, pero sí a esos discos que le dieron gloria: “Dusk and Her Embrace” y “Cruelty and the Beast”. Incluso me atrevería a decir que es su mejor obra desde “Midian”.

Para ello el grupo ha indagado en la recurrente historia bíblica de Lilith, la primera mujer de Adán, la rebelde, la emancipada, la que se largó del Edén y se fue con los diablos de fiesta. La verdad es que los Cradle saben jugar con las letras y los discos conceptuales como nadie. No está Sarah Jezabel Deva ni, obviamente, Ingrid Pitt, pero la labor de la cantante de pop Lucy Atkins es de matrícula. Sus apariciones son excelentes, desde la intro impactante a los coros. El combo sigue jugando con sus atmósferas opresivas, cambios de ritmo, cambios vertiginosos de registros por parte de Dani Filth, pero en general son los instrumentos base los que dominan más que los teclados y las orquestaciones son puntuales pero poco protagonistas. Distanciándoles de lo que hace sus máximos rivales Dimmu Borgir.

De entrada destaca la inicial “The Cult of Venus Aversa”, siendo esta toda una declaración de intenciones y un aviso a navegantes: “volvemos a las sonoridades que nos hicieron célebres”. Compleja, completa e hímnica. En “The Nun with the Astral Habit” hay puro black estilo Cradle, repuntado por teclados y con interludios algo más melódicos onda Midian. Otro espectacular corte. La que se lleva la palma es “Lilith Immaculate”, a velocidad vertiginoso, con los alaridos de Dani presentes y con un estribillo que la hace absolutamente accesible pero también irresistible. Aquí Atkins toma las riendas creando un himno imperecedero, un nuevo clásico en la discográfica de Cradle. Finalmente, entre lo más destacado está la gótica “Forgive Me Father (I Have Sinned)”. Dani canta en registros más accesibles y el grupo conecta con sus obras más comerciales, pero esta vez funciona. Las guitarras de Allender y McIlroy llegan a sonar a los Paradise Lost de la era “Icon”. Atención al solo puramente heavy metal.

El riff accesible de “The Persecution Song” convive con los clichés clásicos y funciona a medio tiempo con un teclado muy presente y efectivo. La verdad es que hay momentos realmente espectaculares, muy dramáticos y hasta teatrales. La producción es excelsa permitiendo apreciar la enorme cantidad de detalles y las muchas cartas con las que juega el grupo, desde los momentos barrocos y recargados que cabalgan a doble bombo hasta los riffs desnudos sobre los que Dani berrea, narra o lanza alaridos. Su voz es única, y eso lo aprovechan tanto como pueden. En “Deceiving Eyes” retoman la complejidad y Martin Skaroupka demuestra en los cambios el por qué se decidieron por su fichaje. Hay momentos en que nos puede recordar a los Cradle de “From the Cradle to Enslave”.

Los Cradle vuelven a la carga con una obra compleja, oscura, diferente… Por primera vez han obviado esos temas instrumentales enlace que tanto les gustan, pero han recuperado el gancho y vuelven a demostrar que si llegaron a ser superestrellas es por algo, y eso no lo han perdido, lo había parecido últimamente, pero han vuelto a demostrarnos que las musas les han vuelto a visitar. Casi me atrevo a afirmar que esta obra, con el tiempo, va a ser considerada como uno de los grandes discos de Cradle Of Filth.