Tronos: Celestial Mechanics

El supergrupo Tronos formado por Shane Embury (Napalm Death, Brujeria, Lock Up), Dirk Verbeuren (Soilwork, Megadeth) y el productor Russ Russell debuta con el tan ecléctico como peculiar 'Celestial Mechanics', un trabajo nostálgico que cuenta con lo más tradicional de la vieja escuela del metal fusionado con sonidos, capas y texturas más arriesgadas pero sin desligarse en ningún momento de la idea principal.

Tanto Shane Embury (bajista de Napalm Death, Lock Up, Brujeria…) como el productor Russ Russell son dos iconos destacables dentro de la música extrema desde hace décadas, y se nota que han bebido de muchos ambientes y sonidos para crear esta pieza llamada ‘Celestial Mechanics’, en la que podemos escuchar una mezcla por momentos confusa entre el doom, death, thrash, gothic e incluso black y sludge metal hasta hacer algunos guiños al punk, post-punk y música avant-garde. Muchas etiquetas y ninguna que concrete que la fórmula de Tronos no se va mucho más lejos del death y doom metal.

Tras las filas de la formación con la que han grabado el álbum no solamente se encuentran Shane y Russ, aunque ellos sean las cabezas pensantes. El tercer miembro importante de Tronos digamos que es Dirk Verbeuren (Soilwork, Aborted) a la batería, aunque también han prestado sus virtudes Denis Belanger de Voivod, Erica Nockalls de The Wonder Stuff y los bajistas Billy Gould (Faith No More), Troy Sanders (Mastodon) y Dan Lilker (ex-Anthrax, Nuclear Assault).

Mucho lirili, poco lerele

Dicen que está mal juzgar un libro por su portada, pero la horrible ilustración que pone cara a este disco es bastante premonitoria de un sonido que no llega a ser rompedor ni a cruzar fronteras y que es muy probable que caiga en el olvido con el tiempo aunque tenga momentos interesantes.

«Walking Among The Dead Things» empieza perezosamente con más de siete minutos de duración y con poca transición. Realmente deseas que termine cuando pasas de los 5 minutos. Las voces son atractivas, incluso los coros femeninos de fondo y el halo oscuro sobre el que gira, pero peca de estirada.

Con un riff doom abre «Judas Cradle», la segunda canción. Lo que promete en un comienzo, se mezcla de manera atrevida (demasiado) con diversos géneros que no acaban de casar para volver a dejarnos desorientados. Se nota la calidad, trabajo y los pequeños matices, pero para ser sinceros es muy complicado centrarse en lo que estás escuchando. Sin duda es un LP anecdótico fruto de las inquietudes de sus dos líderes para digerir con mucha paciencia y no apto para cualquier oyente.

Por suerte «The Ancient Deceit» nos da un primer respiro después de tanta densidad y variedad sonora. Casi 3 minutos influenciados por el hardcore y punk con voces rasgadas y guturales sólidos al estilo de la vieja escuela del death bastan para ser efectivos, ¿para qué más?

La vagueza vuelve a los oídos con «The Past Will Wither And Die». De nuevo demasiada densidad y dejadez para poder poner todos nuestros sentidos en lo que escuchamos. Ese death doom lento, perezoso y extenso no llega a cuajar en este supuesto. Obviamente el problema no está en la duración ni el estilo (cuando se cita el doom ya se sabe a lo que te vas a exponer), está en el producto final, que sin ser en absoluto malo se atraganta en muchas ocasiones sin llegar a brillar.

Aturdimiento y confusión

‘Celestial Mechanics’ es como dar vueltas en círculos sin llegar a ningún punto concreto. Después de toda la galbana de los primeros y largos temas pasamos a canciones más cortas que funcionan un poco mejor, pero que no dejan los cabos atados y parecen algo inconexas. «A Treat With Reality» recupera un poco la actitud dura y pesada del hardcore fusionado con el chaparrón doom. Pasa algo parecido en «The Ancient Deceit», que aprueba sin problema mezclando todos esos estilos del metal, punk y rock más o menos oscuros, más o menos pesados y más o menos agresivos sin aturullar en demasía.

La voz femenina de Erica Nockalls y el violín de la misma toman todo el protagonismo de la breve y lúgubre «Voyeurs Of Nature’s Tragedies», que se balancea entre el doom y rock gótico. Volvemos a recalcar que los temas breves y variados como este funcionan muchísimo mejor dentro de la idea y concepto, sin rodeos ni delirios psicodélicos, vanguardistas y experimentales tensados hasta su máximo.

La segunda parte es sin duda la mejor de este experimento y llega a su punto álgido con «Birth Womb», la canción más dura y directa de las diez totales. Empieza sin rodeos, te da en la cara, se va un poco por las ramas con los sonidos ambientales y desaparece. Aceptable y certera.

Un experimento que se queda en experimento

«Premonition» y «Beyond The Stream Of Conciousness» retroceden a los primeros minutos del disco sin mucho más que realzar que la marciana introducción de la segunda canción, que por suerte solamente dura tres minutos y medio.

Una versión de Black Sabbath de («Johnny Blade») no te va a socorrer los 49 minutos anteriores excepto que seas un genio y reinventes la canción hasta hacerla propia, y no es el caso. No tiene nada que la haga especial y ni por asomo compite con la original. Está bien, pero no se han roto la cabeza reinterpretándola y no suma ni resta.

‘Celestial Mechanics’ es un disco de esos que si fueras un profesor dirigiéndote a un alumno lo aprobarías seguro, pero que te gustaría llevar a septiembre sabiendo que va a sacar una nota más alta si se lo curra un poquillo más centrándose en lo que domina y exprimiéndolo al máximo sin marear. Una buena idea sería recortar en duración y no adornar tanto las cosas cuando realmente no es necesario.

Por último, señalar que todas esas colaboraciones de músicos de renombre, excepto la de Erica, no hacen más rico ni más pobre al LP. Apenas son perceptibles. Toda la historia que se montó en la promoción del disco sobre explorar terrenos vanguardistas, psicodélicos y sludge sin una etiqueta fija clara y con colabos estelares llevan al engaño y confusión del oyente. Podemos resumir todo como un aprobado para pasar el rato del que sería raro sacar gran tajada. Ni las melodías ni las letras son nada del otro mundo.