Transatlantic: The Final Flight: Live At L’Olympia

Las canciones de 'Transatlantic' siempre fluyen suavemente entre sí como una legítima sinfonía, son embriagadoras ideas, texturas y motivos que se repiten una y otra vez de forma adecuada, en el momento adecuado, se pueden reutilizar y remodelar con frecuencia y jamás sonaran empalagosas. El sonido, aunque rara vez sorprende, es un sonido fresco y logra ambientes que atrapan al subconsciente, algo difícil de trasladar a un concierto. Aquí es diferente.

Para un supergrupo de rock progresivo, que ya es famoso por su devoción a los álbumes de estudio exageradamente elaborados y a la música con proporciones épicas extremadamente competitivas de sus conciertos y que regularmente superan las tres horas. Su último lanzamiento llamado ‘The Final Flight: Live At L’Olympia’ es la culminación de todo lo mencionado y de lo que eso representa.

Grabado en vivo desde la ciudad de París en la fecha del cierre de su gira de 2022, pone un punto final definitivo a una carrera que abarca más de dos décadas, cinco álbumes de estudio y muchas horas de excelente música en las mejores trincheras del género.

Una fiesta épica

‘The Final Flight: Live At L’Olympiada’ es el resultado de una epopeya, de una gran fiesta del mejor rock progresivo que llenara a cualquiera de los melómanos que esté interesado en el género y del rock en general.

“Reaching For The Sky” podría ser una canción de los grandes trabajos de Genesis en los años setentas, el trabajo en el bajo y los teclados de otro mundo de “Owl Howl” envían al oyente al mundo de los mejores King Crimson, quizá en “Looking For The Light” se muestra el lado más rudo y haría ver a Dream Theater como una banda en pañales. El momento de nostalgia es cuando la multitud estalla en un solo coro con la balada ‘We All Need Some Light’, del álbum debut de la banda. La interpretación épica del álbum se cierra con el jubiloso “Love Made A Way” y el grito triunfal de Neal Morse.

Un equipo de ensueño

Cuando se tiene un dream team o una alineación repleta de estrellas como Neal Morse, Mike Portnoy, Pete Trewavas, Roine Stolt y el tecladista Ted Leonard, nunca va a ser sorpresivo que las actuaciones sean absolutamente brillantes, diferentes, únicas, especiales y de clase mundial. Basta con echarle una ojeada a las bandas principales de los miembros del grupo y ya con eso el oyente se dará una idea precisa de lo que puede esperar.

Talento y profesionalismo en abundancia, secciones instrumentales extendidas y una mezcla ecléctica de estados de ánimo y géneros interpretados por personas que son más que competentes en sus instrumentos y en diversos estilos. Ver a estos monstros de la música es un deleite y más que exigírseles, se les debe agradecer por existir y amalgamar su talento con otros personajes del mismo calibre que ellos.

Aunque no debería haber quejas, los más negativos dirán que la mayor parte del espectáculo es una presentación del quinto álbum de la agrupación, ‘The Absolute Universe’, en su totalidad o, más exactamente, s interpreta en su totalidad, ya que lo que tocan es una versión extendida de la versión extendida lanzada anteriormente. Todo un caso a debatir. La duración ‘The Final Flight: Live At L’Olympiada’ ofrece 96 minutos de progresivo de alto octanaje; y no debería haber quejas de ello.

‘The Final Flight: Live At L’Olympia’ no es inmune a las acusaciones de los excesos musicales o la autocomplacencia, o la complacencia para los seguidores de la banda, Transatlantic es y será una de las más raras de las bestias. Y se van con un álbum en vivo que ofrece lo suficiente para justificar su existencia como una pieza pura en la discografía de una banda. Si realmente este es el documento final que dejan, es un buen legado para recordarlos.