Die Apocalyptischen Reiter: The Divine Horsemen

Un total de quince canciones conforman el nuevo doble LP de esta banda alemana que, en el marco de su aniversario número veinticinco, decidió encerrarse a grabar un disco en dos jornadas sin ensayos ni ideas preconcebidas. ¿El resultado? Una ceremonia musical mística e intensa cristalizada a través de piezas tribales, riffs lacerantes, death y black metal, pizcas de folk, aires cinematográficos y energía incendiaria.

‘The Divine Horsemen’ es el nombre del flamante LP doble de los alemanes Die Apokalyptischen Reiter que vio la luz a través del sello Nuclear Blast. El nuevo larga duración del grupo oriundo de Weimar fue grabado en el otoño de 2020 y contó con la producción de Alexander Dietz, guitarrista de Heaven Shall Burn. Para el registro el quinteto decidió encerrarse durante dos días a experimentar sin ningún tipo de idea previa, generando un periplo musical que atraviesa distintos matices, estilos, instrumentaciones, culturas y lenguas. En suma, un viaje sonoro cosmopolita.

Un portal hacia una nueva dimensión

“Tiki”, el track de apertura, evoca algo de los Sepultura circa ‘Roots’ (1996) con aires a sus compatriotas Rammstein, generando un trance chamánico de riffs lacerantes, percusiones tribales, gritos, blast beats a cargo del baterista y algo de thrash metal. Una danza de fuego de poco más de dos minutos y medio. Con la misma energía arrolladora inicia “Salus”. Aquí, los jinetes teutones generan el Apocalipsis con un death inflamable que muta al black metal en el estribillo. Suena como un Panzer alemán arrasándolo todo en medio de la batalla.

“Amma Guru” arriba, después, con reminiscencias –sobre todo por los teclados orquestales- a Dimmu Borgir; la cruza entre thrash y black metal se torna explícita y el grupo ni se despeina al hacerlo. Luego la sorpresa la da “Inka”, una de las mejores del álbum. Aquí se exploran otros terrenos: bien podría ser la música de una película o de alguna serie de Netflix. Es ambiental, tenue, da rienda suelta a la imaginación y hay mucho espacio entre las notas. El cénit llega cuando Fuchs, (Daniel Täumel) durante el crescendo del track, repite un mantra en perfecto español: “Somos hijos del sol”. Épico y envolvente.

Sólo un minuto y medio le basta a Die Apokalyptischen Reiter para volver a desatar un furibundo vendaval con “Nachtblume”, la pieza más black metal de toda la obra. Voces hirientes y las guitarras de Ady (Adrian Vogel) a tope junto con el bajo abrasivo de Volk-Man (Volkmar Weber); además, el teclado de Dr. Pest (Mark Szakul) aporta capas de dramatismo y la batería de Sir G. (Georg Lenhard) genera una postal terrorífica con su Blitzkrieg fulminante de blast beats entre platos, caja y bombo. Minutos más tarde, “Aletheia” vuelve a brindar un aire tribal y psicodélico, con sonidos de didgeridoo y arpa de boca: la música transporta a las y los oyentes al Amazonas.

El espectro sonoro del grupo se amplía aún más en los dos últimos tracks del primer disco. Al ser el material una grabación que surge a partir de la improvisación, se percibe cómo los músicos conectan totalmente el uno con el otro. “Duir” así lo prueba. Es una pieza de 12 minutos que comienza en modo ambient, con teclados, suaves arpegios y platillos, como si fuera un viaje psicodélico de los The Mars Volta en plan “Tira Me a Las Aranas”, que luego cobra mayor agresividad a través de un muro sonoro de guitarras. Cierra “Children Of The Mother Night”, una meditación profunda hacia los rincones del subconsciente.

Riqueza en la experimentación

En líneas generales, la segunda parte de este nuevo opus de los alemanes continúa el concepto del primer disco: transculturalismo, cruce de géneros y músicas, tribalismo, danza, fuego y ceremonia. Siete tracks conforman este LP que inicia con la atmosférica y rítmica “Uelewa” –vibrantes guturales a cargo de Fuchs promediando los seis minutos- y prosigue con el símil heavy industrial de “Haka”, una explosión de riffs furiosos que, junto con los platillos del baterista Sir G., crean un muro infranqueable y ensordecedor. Después, “Simbi Maya” presenta climas densos a lo Black Sabbath e incluye un hammond con un claro guiño a los dorados años ’70.

Con una producción totalmente anclada en lo espontáneo y la improvisación, donde evidentemente no se persiguen cánones de composición comerciales – en términos de viejas radiofórmulas-, “Wa He Gu Ru” es quizás la más apta para sonar en una emisora. De estructura sencilla, es sintética (dura 3:28), siempre permanece en compás de 4/4 y atraviesa un clima entre heavy y juguetón. Más tarde “Akhi” gana en frescura; allí Die Apokalypstichen Reiter se traslada musicalmente hacia Medio Oriente con riffs y escalas arábigas más ritmos asincopados. Luego, todo explota en plan System Of A Down. Pero, en este caso, unos SOAD made in Alemania.

El black metal y su hechizante oscuridad vuelve a tomar partida en el penúltimo track, que lleva el nombre de “Ymir”. Aquí, el teclado de Dr. Pest es fundamental para generar un paisaje sonoro por igual de inquietante y atrapante. Cabe destacar, además, la entrega del vocalista: en esta canción Fuchs se deja la garganta en cada nota. Por último, “Eg On Kar” mixtura intervalos de adrenalina y sosiego- vamos, como casi en todo el disco-, para finalizar un trabajo que logra estimular al sistema sensorial de las y los oyentes.

‘The Divine Horsemen’ es una obra ambiciosa que incluye una amplia paleta de sonidos y colores. Die Apolyptischen Reiter demostró hace muchos años que es una banda ecléctica, pero aquí alcanza la síntesis perfecta de ese cruce de estilos con buen gusto, criterio y gran nivel. A lo largo de 15 tracks (quizás podrían ser menos, pero eso es subjetivo), los teutones resumen 25 años de trayectoria mediante una comunión musical onírica. En una industria a veces predecible, es de agradecer cuando un grupo asume riesgos y explora distintos senderos que no son los habituales. En la diversidad está la riqueza, ¿no?