Watain: The Agony And Ecstasy Of Watain

Relájate y disfruta. Es el momento de dejarse arrastrar por el torbellino de Watain. Nada de teorizar sobre evolución, investigación o experimentación. En tiempos en los que estilos como el black metal parece que solo obtienen valor añadido cuando los artistas que se acercan a ellos los utilizan como base, excusa o punto de partida, se agradacen notas de old school serias, rigurosas y ejecutadas con acierto.

Séptima entrega del grupo engendrada y parida por la Trinidad Invertida (Danielsson, Jonsson, Forsberg) a los que se añaden A. Lillo, H. Eriksson y E. Forkas para cerrar un demoledor círculo, un ejército de infernales orcos en lo sonoro y demoníacos profetas en lo lírico ya que mantienen esa especial filosofía en las letras, claras y profundas, alejadas del básico imaginario del black metal menos inteligente.

Take No Prisioners

“Ecstasies In Night Infinite” volará la cabeza de quien pueda seguir ese ritmo endiablado y contundente. Una buena carta de presentación para encontrar una canción con la que lanzarse a este oscuro y frío lago sonoro. Aquí ya queda claro a qué viene, lo tomas o lo dejas, aceptar esta última opción será un error garrafal. “The Howling” es marca de la casa, uno de esos temas que huelen a Watain desde lejos, oscuro, retorcido, tormentoso. Más allá de asentamientos en la monotonía, este nuevo disco es la reafirmación de que ciertas bandas aún poseen su propio sello y son reconocibles sin centrarse en la forma de cantar de su vocalista. Uno de esos lujos que en sus directos arrancarán los aullidos de sus huestes.

Cambio de ritmo. “Serimosa” comienza meciendo su tempo. Una cadencia más pausada, que no lenta y que incide más en los contrapuntos y la pesadez. Ideal para adentrarse en Watain si no se tiene muy claro de qué van. La presencia de la batería es limpia y potente. Se convierte en el motor del tema junto a la voz mientras las guitarras crean un profundo cielo que amenaza tormenta, esa misma que los teclados generan desde un segundo plano para reforzar el ambiente del tema.

Dicen que Watain son monolíticos. ¡Gran lisonja! “Black Count” demuestra que es todo un acierto ese postulado en el que los suecos llevan asentados desde 1998. Cuando se sabe ser monolíticos, claro. El cambio respecto a la anterior acentúa la idea de que el grupo es sabio en crear y recrear su propia receta. Pero que en cada trema le añaden un aderezo, un ingrediente, una especia que hace que adquiera unos matices distintivos. Un ritmo más rotundo, digamos cercano a lo que se puede definir como heavyness, hacen de esta canción una de las más logradas hasta el momento.

¿Es “Leper’s Grace” la continuación lógica? Sí, ya que sin dejar del todo el camino de la anterior se lanza en una cuesta abajo por un angosto sendero repleto de curvas y cambios de rasante en el que las ramas amenazan con cortarte la cabeza si te desvías, si te despistas. Pero Watain tienen claro su destino y este tramo se supera si esfuerzo.

Hay que coger aire después del descenso y “Not sun, Nor Man, Nor God” comienza como una tarde viendo la puesta de sol en una mecedora, en el tranquilo porche… del infierno porque es la antesala a “Before The Cataclysm”, otra caída libre desde la quietud a la celeridad absoluta y controlada. Aquí las curvas se traducen en tímidos y delicados cambios de ritmos que la batería se encarga de enfatizar. Si este tema no se considera una delicia no es Watain el grupo a escuchar.

Una introducción que presagia un torbellino… esa voz femenina… (¿que de quien? Investiga o apuesta) que se adueña del tema “We Remain” y lo domina sin contemplaciones. La bestia está a los pies de la Diosa. Crece la intensidad, la tensión amenaza con romperse y estallar en plena cara del oyente, pero Watain se las saben todas y consiguen mantener todo en su cauce, las aguas rugen pero ahora que la Diosa no está quedan en el lecho, bravas sí, pero contenidas. Si no te importa definir esto como un medio tiempo (intenso y grandilocuente) ya tienes el tema del disco.

Queda poco para el final y hay que quemar las naves. “Funeral Winter” vuelve a la senda de la furia, la velocidad y el ansia por no hacer prisioneros. Una secuencia veloz plagada de puñetazos a la garganta que arrancan el aliento para dejar una cómplice sonrisa de felicidad sobretodo tras esa interesante falsa pausa.

Más éxtasis que agonía

Llegamos al final del abismo “Septentrion”. Y de nuevo la solidez, la fuerza, la contundencia son los carriles por los que discurre, sin hacer caso de las señales de stop, ni las limitaciones de velocidad. Hay que acabar por todo lo alto y este tema cumple sin resquicios con ese cometido de tal forma que en cuanto termina apetece volver a poner el primer tema. Se cierra el séptimo círculo.

Puede que Watain no sean el grupo que primero viene a la memoria cuando se habla de black metal, quizá no ahonden en el estilo ni lo abran a otros distintos, pero mantienen vivo es espíritu de aquellas bandas, que, sin caer en el aburrimiento, la repetición y el hastío, consiguen cerrar la boca a quienes dicen que black metal es sinónimo de simpleza. Si el punto de vista musical no puede, o no debe, ser discutido, y por poner una mácula al disco, el artwork puede ser llamado a la controversia por las mentes más retorcidas y absurdas, pero es un interesante trabajo de Danielsson y Oik Wasfuk.

La verdadera fuerza de ‘The Agony And Ecstasy Of Watain’ viene por haber sido grabado en directo en la Capilla de Necromorbus lo que demuestra que Watain, en crudo, son una infernal bestia imparable… por cierto, la voz femenina de “We Remain” es de Farida Lemouchi, ex-The Devil’s Blood y actualmente en Molasess y para rematar las anécdotas, en ese tema también aparece Gottfrid Áman, hoy en los muy interesantes Pågån, una banda que parece alejada del estilo de Watain y a la que pegarle una escucha aclarará el por qué de esta colaboración… Ahora quedaría debatir si el título tiene algo que ver con el documental sobre Phil Spector o eso sería mucho pedir a este cancerbero.