Soulburn: Noa’s D’ark

Soulburn vuelven al juego con un disco que promete evocar los grandes sentimientos de muerte o batalla que les caracteriza amén de su propuesta a trote caballo entre el black, el death y el doom metal.

Cuatro años de silencio dan para preparar un disco con todas las de la ley: una producción en condiciones, composiciones como mínimo aceptables y, en definitiva, ser fiel a lo que la música pida en ese preciso ins-tante y, en conclusión, ejecutar un trabajo que cumpla con cierta calidad. Esto, para una banda como Soul-burn no debería ser tomado como un nuevo manual sobre el que trabajar, puesto que con trabajos como ‘Feeding On Angels’, esto queda más que demostrado.

¿A qué sabe la muerte?

El señor Eric Daniels, único miembro existente de la rebautización llamada Soulburn y antes conocida como Asphyx, piedra angular para según quién en la historia del metal extremo, vuelve a resucitar a la banda con un disco llamado ‘Noa’s D’ark’, un título que ya de por sí es confuso hasta visualmente.

La impregnación de toda la oscuridad que ha llevado por bandera Soulburn vuelve a hacerse presente en este nuevo lanzamiento con un estilo más cercano al black metal, alejado de sus raíces sí, pero que sigue preservando la esencia aunque sea de una manera menos cuantitativa. Lo que está claro es que esa fusión de death metal, black metal y doom metal es un batiburrillo que tienes que llevar con la mejor de las for-mas y, lamentando mucho eso, en esta ocasión, no se encuentra como tal.

Es cierto que con este trabajo la banda juega un papel de ambientar en según qué generos para según qué momentos. Nos podemos encontrar elementos del doom en temas como “Anarchrist” donde todo va en-trando poco a poco, con cierta timidez; el death metal por su parte hace más acto de presencia en “The Godless I” y el black metal en la que puede ser la gran canción del disco, la titulada “Triumphant One”, que hasta tiene ciertos aires progresivos. Pero lo cierto es que más allá de presentar elementos distintivos en canciones, cuando se juntan, el trabajo se echa a perder.

Otras canciones como uno de los adelantos titulado “Shrines Of Apathy” nos lleva de vuelta a un terreno donde Soulburn se sienten cómodos. Esa reminiscencia constante a Bathory con unos elementos hasta cierta manera punkis y una voz asombrosa por parte de Twan van Geel combina mejor con lo que cabría esperar por parte de la banda holandesa.

Principalmente si se tiene que destacar algo del trabajo que han hecho Soulburn es que musicalmente la mezcla de tanto género no termina de cuadrar entre sí y está medido de una forma inconexa, pero lo cierto es que Twan van Geel se mantiene a un nivel enorme. El también miembro de Legion of the Damned no solo demuestra un registro apasionante si no que además ciertos detalles sorprenden y resultan gratos para el oyente, haciendo el disco un poco más llevadero.

No cabe lugar a dudas de que el principal estandarte de la banda es llevar las combinaciones a otro nivel, pero más allá de eso la producción está muy bien conseguida, contando con John Bart van der Wal, que ya ha hecho trabajos para Aborted, Gaerea o algunas menos conocidas como los americanos Ulkum. Todo en este aspecto se mantiene también a un gran nivel.

La muerte sabe a tedio

Estos cuatro años de espera han dado como fruto un disco donde Soulburn tienen buenas intenciones, ha-cen algunas cosas realmente bien, pero en otras acaban por hacer un disco que resulta tedioso, aburrido y falto de innovación salvo momentos puntuales.

Twan es el miembro que más destaca en un disco donde hay canciones que sí funcionan muy bien pero que en lo general saturan en 45 minutos cargados de simplemente buenas intenciones pero unas ejecuciones que no ayudan a conectar al oyente con la música de los holandeses. No les falta la calidad, siguen mante-niendo su forma, pero tal vez con un enfoque distinto y trabajando más las composiciones se pudiese de-mostrar ese gran disco que pudo ser ‘Noa’s D’ark’ y que, por desgracia, definitvamente no es.