Silent Skies: Nectar

La sociedad formada por el cantante, y a día de hoy único miembro original, de Evergrey y el pianista norteamericano Vikram Shankar se consolida con su segundo trabajo como algo que va mucho más allá de un proyecto paralelo respecto de sus principales ocupaciones.

Sin duda Tom S. Englund es un vocalista con un recorrido excepcional en el panorama del metal progresivo, tanto en Evergrey, la banda de la que es fundador y con la que lleva ya 11 trabajos de estudio, como en otras aventuras del estilo de Redemption, formación en la que desde 2018 coinciden cantante y pianista. Y si por algo destaca, además de por una voz elegante y trabajada, es por no temer al riesgo de implicarse en proyectos de corte experimental, como demuestra su reciente colaboración con el proyecto North of South del leonés Chechu Nos en su lp ‘The Tides In Our Veins’.

Vikram Shankar por su parte es un prolífico productor y multinstrumentista, apasionado del metal, que creció escuchando a grupos como Evergray y emulando sus pasajes favoritos con su piano. Cuando Englund escuchó las versiones de Shankar de sus temas tuvo claro que de la asociación de ambos tenía que surgir algo importante. En 2020 publicaron el primer disco conjunto titulado “Satellites” bajo el nombre de Silent Skies. Dos años más tarde retoman la senda que marcaron con ese primer álbum con ‘Nectar’, cuyo primer adelanto “Taper” se publicó en noviembre de 2021.

Un ejercicio arriesgado

Silent Skies está en las antípodas de la idea de heavy metal. La prodigiosa voz de Englund y el piano de Shankar son los absolutos protagonistas de todos y cada uno de los temas. El minimalismo es tal que apenas se ven acompañados de arreglos de Moog, sintetizadores de los 80 y del chelo de Raphael Weinroth-Browne, conocido sobre todo por su participación en Leprous desde 2016. Nada de percusión y, por supuesto, ni por asomo, guitarras eléctricas distorsionadas.

La melancolía es el hilo conductor no solo de este segundo disco, sino de todos los temas de Silent Skies. Su música, de estilo ambiental, genera unas atmósferas que evocan los helados paisajes nórdicos e invitan a la calma y a la meditación. Si eso engancha con tu estado emocional puede ser su mayor virtud, si no se convierte también en su mayor defecto ya que el tono de ‘Nectar’ no varía ni un ápice entre tema y tema.

En los tiempos en los que se podía ser políticamente incorrecto calificábamos a este tipo de canciones como “cortavenas” porque eran la banda sonora ideal para los bajones emocionales, pero raro es el disco capaz, como es el caso, de mantener ese tono durante los alrededor de 48 minutos que dura ‘Nectar’. Aunque por la buena recepción de su anterior trabajo, y de los adelantos de éste, parece que es mucha la gente que consigue conectar en el terreno emocional con lo que transmiten Englund y Shankar.

Mimo absoluto

A tal extremo llega el cuidado en las composiciones y en la interpretación de los temas que Shankar ha utilizado por primera vez en una grabación el viejo piano con el que aprendió a tocar en su Cleveland natal para así poder implicar en él todo el recorrido emocional que atesora.

La producción es elegante, compleja a pesar de su aparente sencillez, y delicada. Sin duda, ambos son dos grandes creadores, pero para entrar como oyente en este trabajo se requiere de una predisposición que, a riesgo de equivocarnos, está muy lejos de lo que alguien que se mueve en la órbita del rock y el metal espera encontrar.

Además de los adelantos “Taper” y “Leaving” cabe destacar la hermosísima “Let It Hurt”, todo un temazo al que pocos peros se le pueden poner, quizá una de las canciones más accesibles y cercanas a la balada pop de todo el disco, y en el que la voz de Englund carga con la mayor parte del peso, y “Fallen From Heart” el corte que abre el álbum.