La banda sueca regresa con nuevo disco tras 3 años desde la publicación de 'Sorceress', su más reciente referencia hasta la fecha. Como era de esperar, los guturales y el death metal brillan por su ausencia, pero esto ya no resulta ser un punto en su contra. 'In Cauda Venenum' es un trabajo extenso, maduro y con detalles interesantes que lo diferencian ligeramente de sus antecesores sin alejarlos del rock y metal progresivo.

El disco número 13 de la discografía de Opeth sigue la estela que comenzó en 2011 con ‘Heritage’, su segundo trabajo con voces limpias en su totalidad después del acústico y melódico ‘Damnation’ de 2003. Aunque el cambio de sonido de los escandinavos no fue demasiado bien digerido entre los nostálgicos de lo extremo, con el tiempo ya nos hemos hecho a la idea de que el camino natural de Opeth está dentro del rock y metal progresivo con esencia setentera, y aquí es donde se sienten cómodos e inspirados para continuar su patrimonio.

‘In Cauda Venenum’ se estructura en 10 canciones y casi 68 minutos donde, por primera vez en la carrera del grupo, se presentan dos versiones para los oyentes: una en inglés y otra en el idioma natal de los de Estocolmo, el sueco. Con todo esto, tenemos como producto dos discos diferentes en idioma pero iguales en cuanto a duración y lírica. ¿Cuál es la mejor versión? A decir verdad y sabiendo que todo acaba dependiendo de gustos personales a pesar de las mínimas diferencias, la versión sueca fluye de forma más natural y hace más distinguible el LP.

Prósperos dentro de su «nuevo» estilo

Cuando Opeth comenzaron su camino hacia melodías y progresiones más rockeras e incluso psicodélicas costó un poco adaptarse, pero conforme pasaron los meses y años todos nos dimos cuenta de que el dejar de lado los guturales y hacer de la música una expresión y camino hacia la evolución y maduración no supuso que estos músicos cabasen su propia tumba. De hecho, es imposible no reconocer una canción de Opeth a los pocos minutos de escucharla, sea ésta parte de sus discos más death metaleros o de sus más rockeros. Todo esto quiere decir que se puede evolucionar sin cambiar la esencia y estilo particular que te diferencia del resto, algo bastante difícil actualmente.

Se abre el telón de este nuevo material con una intro («Garden Of Earthly Delights») en la que varias voces con un estilo que recuerda casi al del canto gregoriano pasado por el filtro minimalista de Jean-Michel Jarre. Tras esto, una voz aniñada nos lleva hasta «Dignity» y sus coros iniciales entre los que la voz de Mikael ya se intuye. Los primeros minutos traen consigo un solo eléctrico con rítmicas acústicas y teclados épicos, elementos que tras explotar se desnudan para darle un protagonismo al Åkerfeldt más íntimo y después reventar otra vez con un riff duro y unas melodías vocales muy trabajadas.

«Heart In Hand» y su fusión de metal en las guitarras con voces ligeras casi pop vuelve a dar un gran espacio a los teclados más enfermizos y los pasajes acústicos hacia el final con los consecuentes cambios rítmicos que caracterizan a esta formación. Los Opeth más sobrios en las maneras vestidos de locura setentera nos dan una bienvenida más que notable.

Inalterables en lo bueno y lo malo

En ‘In Cauda Venenum’ no hay giros impresionantes que te vayan a volar la cabeza más de lo que ya estás acostumbrado, y buena muestra de ello es «Next Of Kin». Este cuarto corte vuelve a traer un pequeño arreglo vocal con coros clásicos ya familiares en el comienzo del disco, pequeños fragmentos acústicos y unas melodías vocales que dan la talla por encima de la instrumentación.

El piano de «Lovelorn Crime» no cambia la dirección y estructura tomada, de nuevo volvemos a disfrutar de música delicada y bien arreglada que sí, está muy bien, pero te llega a sedar un poco debido a su escasa invariabilidad. «Charlatan» sí que seduce algo más por sus partes más dementes y ese cara a cara entre percusiones y teclados donde ambos instrumentos parecen pelear por ver quién la tiene más grande.

Los Opeth más tranquilos y pintorescos vuelven a la elegancia melódica en «Universal Truth», donde unos coros femeninos se cuelan entre el resto de voces para llevarnos a la enésima interrupción de folclore acústico que no es más que otra elevación en la montaña rusa que es este disco tan inalterable y bien tratado que nos pone un poco entre la espada y la pared para tomar un veredicto.

Momentos de virtuosismo y detalles

Resulta extraño decirlo, pero se echa de menos más simpleza y menos minuciosidad, algo de crudeza, pero estos cinco músicos ya no son dados a la mediocridad y se han acomodado en la perfección y lo cristalino del género. Acercándonos a uno de los últimos fragmentos de esta pieza que debe escucharse al completo en toda ocasión sin ser separada en singles llegamos hasta «The Garroter», una tranquila canción que comienza con un punteo de guitarra aflamencado que va progresando con un piano solitario que pronto se encuentra con una batería y acordes jazzeros.

Las líneas de bajo también son algo importante tanto en Opeth como en este álbum, y es algo que probablemente tendríamos reivindicar debido a que a veces, como dice el refrán, los árboles no dejan ver el bosque. El sonido de las cuatro cuerdas de Martín Méndez es más que apreciable, pero a veces se ve pisado por otras melodías, como en el caso de «Continuum». Es difícil ponerse a disociar instrumentos en un disco como este yendo canción por canción, incluso diría que absurdo, pero hay detalles que solamente florecen con varias escuchas dispersas y reposadas, y las líneas de bajo son algo a tener muy en cuenta en este grupo.

El nuevo y decimotercer capítulo de la discografía de los virtuosos suecos se cierra con «All Things Will Pass», sin aportar mucha más novedad de la anteriormente expuesta y volviendo a pisar terrenos jazzeros y clásicos mezclados con riffs metaleros potentes y voces ejecutadas con mucho mimo.

Un (muy) difícil veredicto

Resulta muy complicado dar una nota que se acerque a la realidad de todos y hay varios factores a tener en cuenta para poner más alto o más bajo a un disco, y más si contiene tantos ingredientes. Partiendo de la imparcialidad y teniendo en cuenta el recorrido de Opeth, lejos de opiniones personales aisladas, podemos decir que ‘In Cauda Venenum’ no es ni va a ser su ópera prima ni por asomo, pero sí es una pieza que encaja y puede relucir a la larga dentro del puzzle de trece trabajos que llevan construido con perseverancia y haciendo la música que les inspira actualmente.

Los fans de los Opeth más actuales y los nostálgicos del rock progresivo verán sus necesidades cubiertas, así como los que todavía buscan un regreso al pasado death de estos chicos se van a llevar una hostia tremenda y previsible. La rabia y rebeldía depresiva y oscura en su música está enterrada hace años y tiene pocas cartas para volver, pero los pasajes melancólicos, complejos y por momentos enfermizos llenos de virtuosismo y madurez siguen ahí, en un peldaño intermedio del que no hay ninguna señal que nos lleve a pensar que se van a mover.

La única incógnita que nos ronda la cabeza reside en cómo defenderán su nueva música dentro de su variopinto repertorio y si tocarán el álbum en su totalidad en algún momento, porque si cortas por algún lado la línea que une las canciones se pierde mucho. Pronto saldremos de dudas sobre si el poco material de su pasado más extremo se queda en un segundo plano todavía más lejano o si se mantiene en lo que respecta a sus directos.

Jaime Tomé

Grupo:Opeth

Discográfica:Nuclear Blast

Puntuación:8

Canciones:

  1. Garden Of Earthly Delights
  2. Dignity
  3. Heart In Hand
  4. Next Of Kin
  5. Lovelorn Crime
  6. Charlatan
  7. Universal Truth
  8. The Garroter
  9. Continuum
  10. All Things Will Pass

Año:2019-09-27

Votación de los lectores:5