Lord Of The Lost: Swan Songs III

Lord of the Lost vuelven a sorprendernos con un trabajo distinto pero con su inconfundible sello personal. Un océano de emociones y de sentimientos al que ya nos tienen tan (mal) acostumbrados los alemanes.

Sin duda alguna Lord Of The Lost es una de esas bandas que, a pesar de no ser excesivamente conocidas para la gran masa, poco a poco se va haciendo un nombre importante dentro de la escena del rock y del metal, con una propuesta tan emotiva como oscura, repleta de tintes y matices melancólicos que se han convertido en todo un sello personal.

Esta vez regresan a la actualidad de la mano de su nuevo lanzamiento, ‘Swan Songs III’, en el que además de regalarnos nuevas composiciones para la ocasión han decidido hacer lo propio con una selección de algunos de sus clásicos con una más que curiosa puesta al día.

Una mente astillada teñida de negro

El compacto arranca con “A Splintered Mind”, uno de los singles que ya pudimos disfrutar con anterioridad, en el que exploran tanto a nivel instrumental como en sus letras, todo un océano repleto de emociones y sentimientos como pocos saben describir. Y Chris Harms es, sin duda, uno de los pocos privilegiados. Dolor y pasión se dan la mano entre un sinfín de arreglos instrumentales que le sientan como anillo al dedo.

“A One Tone Heart” otra de las viejas conocidas del trabajo, se alza como una balada poseedora de garra que desprende nostalgia por todos y cada uno de sus costados, con una combinación de su sonido más clásico en el que entran en juego la delicadeza del piano siempre bien arrapado por la melodía de las cuerdas de sus guitarras acústicas.

Poco o nada le tiene que envidiar “Dying On The Moon”, en la que podemos encontrar la colaboración de la cantante estadounidense Joy Frost, una vieja conocida de la familia, en perfecta harmonía y contraste con la voz de Harms. Toda una delicatessen.

Resulta fácil trasladarnos con “Zunya” a uno de esos célebres y míticos bailes de salón pertenecientes a otras épocas y sociedades, que invitan al baile y las miradas cómplices entre sus protagonistas como si de una recreación de “La Bella y la Bestia” se tratara. Algo que podríamos extender sin demasiadas complicaciones al siguiente corte, “Unfeel”.

Harms nos sigue sumergiendo en lo profundo de su densa y oscura voz con “Deathless”, algo que se repite a lo largo del álbum como en el caso de la pausada y melódica “Agape”. Olvidaros de bases electrónicas potentes y guitarras afiladas porque en esta ocasión la banda juega a otra cosa. Y la jugada les ha salido francamente bien.

Con ecos cinematográficos llega el turno de una brillante “Hurt Again”, en el que poco se necesita para vestir la prácticamente desnuda pero inmensa voz de Chris. Apenas el sonido de un piano más bien tenue y unos arreglos de cuerda que impregnan de oscura belleza a cualquiera de las composiciones que aquí se dan cita. Y seguimos para bingo con “Amber”, toda una delicia de pieza musical.

“We Were Young” pone un brillante broche de oro final a la altura de un trabajo como el que tenemos entre manos, con una emotividad digna de mención y alabanza, rubricada por las solemnes y variadas voces del coro de Heaven Can Wait, para hacer aún mas solemne a la ya de por si solemne composición. Precioso.

Un final diferente y un puñado de sorpresas

Como curiosidad destacar la indescriptible “4’33””, duración de un corte absolutamente vacío a nivel sonoro que nos obsequia durante ese tiempo con un silencio total, así como un par de versiones para redondear un disco prácticamente perfecto que hará las delicias de todos sus seguidores y que, para cualquiera que no lo sea, debería ser de obligada escucha.

¿Cómo mejorar un trabajo como este? Pues nada mejor que un segundo disco extra para su versión especial aportando una nueva y actualizada mirada a algunas de sus piezas más clásicas entre las que destaca una inmaculada versión de 18 minutos de “Letters to Home”. Todo un regalo para los oídos. Ojalá les tengamos de gira pronto por nuestro país.