Kansas: The Absence Of Presence

Casi 50 años después de la publicación de su álbum debut ‘Kansas’ (1974), la legendaria banda norteamericana de rock progresivo sigue al pie del cañón.

Tras varios cambios en su formación desde que empezaron, el grupo más famoso de Topeka continúa su labor como embajadores del rock clásico con una entrega muy cuidada. Y es que Kansas son algo más que “Dust In The Wind” o “Carry On Wayward Son” y llevan ya mucho tiempo demostrándolo.

Para alguien que no conozca la obra completa de esta banda, su nuevo disco ‘The Absence Of Presence’ no debería ser el primer trabajo que escuchen, pues aun siendo un disco “para todos los públicos”, esconde composiciones muy variadas en cuanto a estilo musical y no son el fiel reflejo de su carrera. Para la grabación de este álbum encontramos a Phil Ehart a la batería y Richard Williams a la guitarra como los dos miembros originales que permanecen en activo. Acompañados también de Billy Greer (bajo, voces), Ronnie Platt (teclados, voces), Zak Rizvi (guitarra), Tom Brislin (teclados, voces) y al imparable David Ragsdale aportando una enorme maestría con el violín y la guitarra.

Este es nada más y nada menos que su décimo sexto álbum de estudio, cuenta con 9 temas y de la producción se han encargado Rizvi, Ehart y Williams los cuales también han compuesto la mayoría de la música y letras de sus canciones.

El rock progresivo está de moda

La obra comienza con el increíble teclado de “The Absence Of Presence”, pista que dura más de 8 minutos y que es una muestra de lo moderno que puede resultar un tema de rock progresivo en nuestros tiempos.

Tras el desglose de calidad instrumental que nos brinda la primera canción llega “Throwing Mountains” la que posiblemente sea la pista más pegadiza y el hit más brillante de todo el disco. Con un sonido más cercano al hard rock y un riff de guitarra bastante cañero.

Con “Jets Overhead” bajamos un poco el ritmo y nos adentramos en una interesante balada ochentera, más fiel a los clásicos de esta banda. Acto seguido escuchamos “Propulsion 1”, el único tema completamente instrumental del disco y que nos acelera con un alarde de solos de violín, guitarra y teclados en armonía.

El tiempo se detiene para comenzar la segunda mitad de la cinta con “Memories Down The Line” con una apertura de teclado y voz maravillosas y un solo de guitarra muy sentido que nos transporta nuevamente a las clásicas baladas del rock de los años ochenta que tanto ha influenciado a bandas actuales como los suecos Ghost.

“Circus Of Illusion” y “Animals On The Roof” quizás sean las dos canciones que más pasen desapercibido en este disco. Violines, teclados y voces más cercanas al pop que al rock progresivo y que terminan siendo un tanto monótonas.

Un final apoteósico

Volvemos a bajar de velocidad con la balada “Never” y un solo de guitarra breve pero perfectamente colocado a mitad de tema y que nos sacia casi del todo antes del espectacular cierre del disco con “The Song The River Sang”. Esta última pista recoge a la perfección el sonido tan característico de los americanos llevándonos por un sinuoso camino de cambios de tiempo, solos instrumentales que se solapan e impactantes voces que nos presentan el lado más psicodélico del grupo. Un cierre sin duda brillante y que provoca nuestras ganas de pinchar de nuevo el disco completo.

No podemos decir que este sea el mejor álbum de la banda pero sí que es un álbum muy disfrutable incluso desconociendo totalmente su obra completa. Definitivamente merece ser escuchado pues formará parte de la historia de una de las bandas más legendarias del rock clásico.