Inglorious: Heroine

Sobre la conveniencia o no de que una joven banda sin apenas recorrido (3 discos de estudio) y con la mitad de la formación remozada hace escasos meses, se entregue con deleite a este tipo de artefactos, existen tantas respuestas como personales pareceres. Desde fuera, quizá diera la impresión de que el todopoderoso Serafino Perugino, CEO del sello Frontiers, quisiera exprimir más que a la banda, a su principal valedor: el vocalista Nathan James,  nuevo perejil en todas las salsas.

Política de Frontiers Records

Es cierto que el fornido cantante de Inglorious canta como los propios ángeles, de forma inmediata la sensación de que juega en primera división se adueña de la percepción del oyente, por muy lego que éste sea. No obstante, el riesgo de la estrategia del sello es que juegan en  los límites de la sobreexposición de determinadas personalidades, cuestión que puede agotar a los propios interesados, y, sobre todo, al público. A este particular, hay que añadirle la desmesurada oferta mensual de nuevos lanzamientos que el propio sello lanza en pos de las ansiadas plusvalías, factor que hace pasar directamente al olvido las ediciones del día anterior.

En estos tiempos de mercadotecnia donde cada movimiento de una banda se calcula milimétricamente desde una fría sala de reuniones y donde, en muchas ocasiones, la voluntad del propio grupo queda subyugada al road map definido por un tercero, trascender y sobre todo, dotarse de credibilidad, se antoja extremadamente complejo. En esa tesitura se mueven Inglorious, entre las estrecheces de un sello muy particular y un talento como combo por encima de la media. Recuerda vagamente a la trayectoria de The Answer, ojalá no se queden en algo que pudo ser y no fue.

Propuesta heterogenea

En cuanto al material recogido en este ‘Heroine’, cabe destacar, en negativo, lo ecléctico de la propuesta. La idea de generar un panegírico a las mujeres en la música puede resultar más o menos glamouroso, lo que no lo es tanto es el hecho de adolecer de criterio. Y es que resulta inquietante escuchar dentro del mismo pack las mezclas de canciones de Evanescence, Tina Turner, Miley Cirus, Heart, Whitney Houston o Halestorm.

Todos los temas se los llevan a su terreno con una producción potente pero mejorable, en la que todo pivota en función de la privilegiada garganta de Nathan, la gema de todo el conjunto, sin duda. Como video singles se han editado “Midnight Sky” de Miley Cirus en lo que parece tratarse de un descabellado intento, por momentos sonrojante, de generar una oferta con mayor trasversalidad, y, posteriormente el mil veces versioneado, pero más coherente, “Barracuda” de las Heart, sin nada que objetar sobre esta última, Señoría.

Como resumen ejecutivo, este es un disco que probablemente será pasto de las llamas del olvido; que lejos de aportar nada a su carrera, resta y que solo funciona como “reminder” de que Inglorious sigue viva, en activo, y con ganas de guerra.