Five Finger Death Punch: F8

Five Finger Death Punch regresa tres años después de su irregular ‘And Justice For None’ con energías renovadas, un Ivan Moody desintoxicado que ha ahuyentado sus demonios personales y trece canciones que los auparán definitivamente al Olimpo del rock para las masas.

La banda procedente de Las Vegas lleva en esto de la música profesional bastante menos de lo que parece, pero su costumbre de lanzar un disco cada dos años de manera casi matemática hace que estén de actualidad casi constantemente, además de contar ya en sus trece años de trayectoria con un número de hits y canciones relevantes en el mundillo que ya quisieran muchas otras bandas de largo recorrido.

Todo empezó en 2005, año en el cual Ivan Moody, el guitarrista Zoltan Bathory o el ya ex componente Jeremy Spencer se decidieron a crear al grupo con nombre de movimiento de artes marciales. Como la mayoría de este tipo de formaciones de metal alternativo su éxito por los Estados Unidos nada tenía que ver con la fría recepción de una Europa más enfocada a otro tipo de sonidos. Su mezcla de groove cañero con un uso excelso de las melodías –especial mención a sus baladas, quizá las mejores de la última década- hizo que las masas pronto cayeran y estuvieran a su disposición.

Después de su debut vino lo que para muchos es lo más destacado de su discografía: el trío formado por ‘War Is The Answer’, ‘American Capitalist’ y la primera parte de ‘The Wrong Side Of Heaven and The Righteous Side Of Hell’ los catapultó en un menos de un lustro a convertirse en uno de los gigantes del rock. En la actualidad han conquistado al público de este lado del charco, confirmado sobremanera en este 2020 con una gira europea por pabellones de gran tamaño no exenta de polémica. Los teloneros eran los Megadeth de Dave Mustaine, para muchos una leyenda demasiado importante para llevar de artista invitado.

Amados y odiados por igual, como la gran mayoría de bandas de éxito contemporáneas, Five Finger Death Punch vuelve con un ‘F8’ que según los propios miembros de la formación es su mejor disco en años y una especie de renacimiento después de una época un tanto compleja en lo personal. Producido por Kevin Churko (In This Moment, Halestorm, Hellyeah) es la primera obra donde tras los parches de la batería se encuentra Charlie Engen. 

Groove metal para las masas

Todo empieza con la intro homónima; arreglos de cuerda engalanan poco más de un minuto de composición que dan un toque grandilocuente al inicio para desembocar en “Inside Out”, primer adelanto que confirma que los patrones musicales de los norteamericanos siguen intactos: riffs sincopados en afinaciones graves, una voz que alterna momentos rudos con otros de extrema belleza melódica y una batería simple pero muy intensa. El interludio desemboca en un solo de guitarra que hará las delicias de los seguidores a las digitaciones rápidas.

La tercera en llegar es un “Full Circle” que no varía en demasía en estructura a lo ya visto en el corte previo. Otro single en potencia que deleitara a todos los fans de Five Finger Death Punch pero que, sin embargo, no cambiará la opinión a aquellos que tengan una relación fría y distante con el quinteto.  Una intro con sonido 100% garage rock da paso a “Living The Dream”, último sencillo de ‘F8’, que apuesta plenamente por una sonoridad enfocada a la radio estadounidense con un estribillo pegajoso que se te quedara pegado en la primera escucha.

La gran sorpresa llega de la mano de una acústica “A Little Bit Off”, que desprende un aura optimista que no es muy habitual en sus trabajos; una faceta poco conocida que, pese a todo, consigue crear una canción agradable que servirá para diversificar un poco la propuesta en medio de tanta distorsión. Como contraste tenemos la bruta “Bottom Of The Top”, que hará disfrutar a aquellos simpatizantes de la versión más extrema de Five Finger, aquella que roza la sonoridad de grupos como Devildriver o Machine Head.

Poco riesgo, mucho éxito

La segunda mitad del disco será mucho menos mediática que lo anteriormente reseñado. Es verdad que en momentos como “To Be Alone” o “Mother May I (Tic Toc)” la intensidad baja unos cuantos peldaños, pero para eso está la balada “Darkness  Settles In”, lo que tratándose de este grupo en cuestión es casi un seguro de vida; aunque para ser sinceros esta vez se queda muy lejos de auténticas joyas del metal moderno como “Wrong Side Of Heaven” o “Remember Everything”. Quizá el problema radique en un exceso de repetición de esquemas en este tipo de composiciones, sobre todo al empezar a albergar un número extenso de ellas en tu poder.

Todo llega a su fin con la casi thrash “This Is War” –con ese “Un, dos, tres” en homenaje a Max Cavalera, uno de los ídolos de Moody-, un “Leave It All Behind” que pasará sin pena ni gloria o la concluyente y positiva “Brighter Side Of Grey”, que echa el cierre de manera melodiosa y reflexiva. En conclusión, es cierto que se encuentra una banda más inspirada que en sus últimos y poco acertados álbumes, pero tampoco uno se va a hallar ni mucho menos la quintaesencia del metal actual, y ni siquiera uno de los mejores discos de Five Finger Death Punch. Eso sí, la lista de éxitos que poblarán sus directos aumenta un poco más.