Firewind: Firewind

La formación del polifacético Gus G., que ha compartido trayectoria en diversas formaciones como la de Ozzy Osbourne, Dream Evil o Nightrage, presenta su noveno álbum, una fantástica colección de nostálgicas canciones.

La trayectoria de la banda griega habla por sí sola. Comenzaron en el 98, fruto de la decisión del guitarrista de grabar con algunos colegas estadounidenses. Su primer disco vio la luz en 2002 y, desde entonces, la banda ha sufrido diversos cambios en sus filas y han publicado 8 álbumes más. Gracias a una especialización fruto de la experiencia adquirida con el tiempo y a la búsqueda de una formación apropiada para su proyecto con numerosos cambios de vocalistas y baterías, Gus G. ha ido dando forma a Firewind hasta lo que son hoy.

Una carrera marcada por el cambio

Todos los cambios y la inestabilidad que producen no han evitado una trayectoria positiva para la banda, que sigue en buena forma. La prueba de ello es su anterior publicación, el potente ‘Immortals’ (2017). En la actualidad, vuelven a sacar nuevos recursos de la manga con su nuevo álbum homónimo, que investiga sonidos de géneros más allá del power metal y explota en profundidad su experiencia y potencial. Por otro lado, es el estreno discográfico del nuevo vocalista Herbie Langhans, que demuestra que está a la altura del proyecto y entra por la puerta grande. La formación actual encaja a la perfección en esta entrega, que nos traslada a lo más profundo de los años 80 con un estilo bañado en sonidos del heavy metal, el hard rock y toda la potencia melódica que inundó aquella época.

Podría pensarse que la inestabilidad fruto de la falta de una formación fija pasó factura a la banda de Gus G., pero este disco prueba lo contrario. Además, a pesar de todos los cambios en sus filas a lo largo de sus dos décadas de trayectoria, poco a poco la formación se ha ido estabilizando. Sin embargo, el último cambio es muy reciente, de este mismo año, con la entrada de Herbie Langhans en sustitución de Henning Basse a la voz. Además, también se ha marchado de la banda el teclista Bob Katsionis, que llevaba en Firewind desde 2004. No podemos anticipar si ésta será la formación definitiva, pero sabemos que tiene potencial y que puede dar como resultado álbumes tan sorprendentes como el homónimo ‘Firewind’ (2020).

Un viaje por los mejores sonidos de los 80

La belleza melodica ya toma lugar en los primeros minutos del álbum de la mano de “Welcome To The Empire”, protagonizados también por la potencia instrumental y la personal voz del nuevo vocalista de la banda, con una voz inusualmente grave en una formación de power metal, pero encajando a la perfección gracias a su potencial. El estilo va más allá del power, quedando relegado por ritmos más pesados y riffs de guitarra más característicos de otros estilos más directos y menos melódicos. Sin embargo, los momentos melódicos gracias a los coros y a un trabajo brillante en las guitarras, complementan lo mencionado anteriormente en un conjunto muy completo y bañado en múltiples influencias que combinan estupendamente.

El estilo definido anteriormente protagoniza a prácticamente todo el álbum, pero se aprecian más tintes de power en canciones como “Devour”, con una velocidad más destacada y característica de ese género, así como los trabajos vocales. Sin embargo, el estilo de esta canción no desentona con la anterior, ya que la tónica es la misma y beben de la misma variedad de influencias, aunque en un caso se desvíen más hacia un lado o hacia otro diferente. En ambos casos destaca el mimado trabajo de las guitarras, presente en todo el álbum, demostrando una vez más que Gus G. sigue teniendo mucho que ofrecer.

Vuelven a experimentar con “Rising Fire”, con una base potente y más alejada del power en favor de géneros más pausados y con un juego melódico distinto, más característico del hard rock. En este caso podemos ver como la banda, destacando de nuevo las guitarras y las voces, se adapta a un estilo diferente y encajan en un todo variado y completo. La capacidad compositiva de la banda es de lo más compleja, así como sus habilidades a la hora de interpretar sus creaciones, mostrando ser polifacéticos y experimentados. Por otro lado, no se quedan en esos estilos, ya que también experimentan con el heavy metal como demuestran canciones como “Break Away”, donde dan un paso más en sus capacidades y continúan experimentando. La nostalgia y la poderosa capacidad de la banda de dominar diversos estilos están presentes en todo el álbum.

Continúan abarcando diversos sonidos con un estilo más solemne en el caso de “Orbitual Sunrise”, con una balada acústica llamada “Longing To Know You” y con ritmos pesados e intensos en el caso de “Perfect Stranger”. A estas alturas del álbum, a pesar de la gran variedad estilística del álbum, se aprecia un sonido común que ya es sello de la banda griega, manteniendo la coherencia dentro del álbum, pero con una demostración de control en la experimentación de lo más sorprendente. Los mejores ejemplos de variedad se muestran en las primeras canciones del álbum, pero no terminan ahí. “Overdrive” recuerda a aquellas baladas con distorsión de los 80 protagonizadas por una intensidad instrumental destacando el trabajo del teclado y la pegadiza melodía vocal. Retoman lo mejor del power y, principalmente, del heavy metal con “All My Life”, con cambios rítmicos y unas instrumentales que combinan las mejores cualidades de la banda y, concretamente, de su nuevo vocalista.

Terminan este completísimo álbum con la pegadiza y potente “Space Cowboy” y la veloz y poderosa “Kill The Pain”, que recupera lo mejor de los estilos predilectos de la banda interpretados a su manera, dejando un buen sabor de boca tras un conjunto de canciones excepcionales casi en su conjunto. De esta manera, demuestran que han hecho un gran fichaje a la voz y que sus capacidades compositivas e interpretativas están en plena forma. Han sabido traer los 80 a nuestros tiempos, con un estilo personal pero homenajeando lo mejor de aquella época que nunca dejará de gustarnos.