Tras treinta y dos años de carrera, el decimosexto disco de Enslaved tenía que augurar, al menos, interés y curiosidad para ver qué eran capaces de ofrecer como resultado de una espera de tres años sin editar un larga duración. Para muchos, estamos hablando de una leyenda del metal porque se empeñan en no dejarse mecer por las olas de la comodidad y tratan de dar siempre algo, más o menos, nuevo, fresco y diferente.

En ‘Heimdal’ son capaces de dar un paso adelante, más bien un escalón más hacia arriba, en la que se escuchan nuevos patrones sonoros arropando sus líricas habituales en las que reiteran su pasión por la mitología nórdica (más allá del vikinguismo), el amor por su tierra que deriva en una comunión con la naturaleza a la que hay que respetar, cuidar e incluso escuchar, puesto que es el medio ambiente, el entorno que nos da la vida, lo verdaderamente fundamental para poder seguir aquí y dejar un legado a quienes vienen por detrás.

En busca del equilibrio

Tal vez haya quien afee al grupo esa insistencia en mezclar partes acústicas, parafolk o directamente atmosféricas en medio de sus habituales tormentas cargadas de bases rítmicas demoledoras, voces brutales y guitarras que cortan el aire directas al corazón y la garganta. Vale, sí, lo hacen, pero de un modo que no carga ni aburre. Tienen la virtud de poseer un estilo particular, al que son fieles y que no está exento, exageremos un poco, de vanguardia.

Si bien ya habían adelantado cuatro temas, es ahora cuando estos cogen todo su sentido, no mantienen el orden del EP y unidos a los otros tres temas, componen un panorama onírico y rico. La portada (sublime) ya da una pista de por dónde van los tiros, se aprecia una cierta calma, amenazada por una más que cierta y cercana tormenta, y esto es lo que, musicalmente, traen Enslaved.

Al principio no tenemos muy claro qué es lo que comienza a sonar, hasta que intuimos un barco vikingo que anuncia su presencia con un cuerno… y descienden las hordas de Enslaved con un ritmo tribal, es “Behind The Mirror”, y el viento se desata, las atmósferas se cargan y se espera ver qué deparará el resto. Llega “Congelia”, ya conocidad, pero aquí, como continuación de la anterior, reafirma su fuerza y poderío. Veloz, contundente, imparable… un atracón de ocho minutos sobre el que una letanía intensifica su atmósfera de tal modo que, pese a lo repetitivo de la estructura, se hace corta y el cambio de ritmo hacia el final del tema potencia esa furia inicial, que se va yendo poco a poco, en un amago de paz…
… que “Forest Dweller” quiere romper. Aquí hay un ritmo más pausado, un vuelco hacia lo acústico como puente entre la tensión y la furia, cortes en el ritmo para recalcar, una vez más, las variantes atmósferas que el grupo sabe crear. Si los nubarrones se intuían, ahora, en “Kingdom”, la tormenta descarga y nos empapa.

 

El comentado cambio de orden es todo un acierto. Este tema se crece y presenta su candidatura a un hit del grupo. Hachazos que revientan la fuerza para llenar el hueco con una sutil épica, corta, intensa, para volver a cerrar la herida y dejar que sangre hacia adentro, repitiendo esa estructura que, permítanme que insista, hace de esta canción todo un acierto.

El vacío positivo

Habría que arriesgarse y decir que “The Eternal Sea” es el mejor tema del disco. Distinto, arriesgado, interesante, complejo y poliédrico. Dominan en él la repetitividad y el liricismo, cercano, casi, a lo épico, en las voces más claras del disco. Pero es la parte musicial aquí la que se lleva el mérito. Se entreteje de tal modo que una espiral nos envuelve y nos eleva, sin que exista el más mínimo atisbo de que vaya a haber una caída libre que rompa el hechizo bestial de este tema.

“Caravans To The Other Worlds” hace sombra a la anterior. Veloz, brutal, imparable, impredecible, también, en ese frenazo demoledor que acrecienta las ganas de que regrese la furia y la locura que hasta aquí nos trajo. Golpear así la mente es un logro al alcance de pocos artistas, abren tantos frentes con esta composición que cuesta fijar la atención en un punto, esto, que podría parecer una locura o una estupidez, es un detalle de calidad absoluto.

Y llega el momento del final, “Heimdal”, el título del disco para su cierre. Y nuevo volantazo del disco, casi parece que Enslaved decide que El Exorcista esté presente, de un modo más agrio y áspero, más allá de la introducción de solo los teclados, sino también por el tempo de la guturalidad de la voz… hasta que deciden que cualquier parecido con algo anterior es pura casualidad.

Y es que treinta años no son nada

Tras el final, quedan claros una serie de detalles, no hay temas de relleno y a la vez carece de momento así en el desarrollo de los mismos, hay un crecimiento en las melodías y en los ritmos, hay oscuridad, hay frialdad, pero también retazos de luz y de calor, llenan de elegancia muchos momentos del disco y también de terribles pasajes que cortan la yugular, recogen esa sangre y la ofrecen en su propio rito. Si todo esto cabe en una sola canción, “Heimdal” es esa.

Si hacia el pasado se echa una mirada, se aprecia que esta nueva propuesta de los noruegos es algo más potente que las anteriores, la nueva formación, asentada desde “Utgard”, sigue creciendo cada vez un poco más, abriendo su sonido a esas influencias que tanto mencionan para hacerlas más patentes mientras las rellenan con su propia filosofía. En resumen, vale que Enslaved lleven tres décadas dando caña, pero ¿cuántas bandas conoces que estén tan en forma que sean capaces de editar un disco tan rico como este?

Toni de Lola

Grupo:Enslaved

Discográfica:Nuclear Blast Records

Puntuación:8

Canciones:

  1. Congelia
  2. Forest Dweller
  3. Kingdom
  4. The Eternal Sea
  5. Caravans To The Outer Worlds
  6. Heimdal

Año:2023-03-03