Devildriver: Dealing With Demons Vol. II

Con el segundo volumen de 'Dealing With Demons' DevilDriver expulsan todos los demonios de su entorno sin apenas variaciones y en espera de mejores entregas en el futuro.

Dos décadas atrás el vocalista Dez Fafara “aparcó” sus devaneos numetaleros con Coal Chamber y comenzó una nueva aventura totalmente distinta bajo la denominación de DevilDriver, centrada en el metal de aristas musculosas dotadas de grandes dosis de groove. ‘Dealing With Demons Vol. II’, es su noveno álbum, décimo si se cuenta con el de versiones publicado en 2018 con el título de ‘Outlaws ‘Till The End Vol. I’. Y llega con algunas modificaciones en su alineación.

Sigue al frente Dez Fafara con su ya habitual agresivo registro, acompañado del guitarrista Mike Spreitzer quien ha participado en todos los álbumes de DevilDriver exceptuando en el debut homónimo lanzado en 2003. Por otro lado, retorna el bajista original Jon Miller, ausente desde ‘Winter Kills’ (2013). Asimismo, debuta el guitarrista rítmico Alex Lee, mientras que de la batería se encargó Austin D’Amond, en la banda desde 2015 pero que cedió el puesto a Davier Pérez tras la grabación del álbum.

Escasas variaciones

En las últimas entregas, DevilDriver ha patentado unas composiciones cuya estructura deja escaso espacio a la sorpresa. Con la experiencia se nota que han ganado madurez, pero quizá hayan perdido la frescura que exhibían, por ejemplo, en ‘The Last King Words’ y ‘Pray For Villains’, sus trabajos de 2007 y 2009 respectivamente. Que, además, contaban en el equipo de producción con el talento de Jason Suecof y Andy Sneap en el caso del primero, y con el mismo Andy y Logan Mader (ex-Machine Head), en el segundo.

Desde la publicación de ‘Beast’ (2011), parecen haber encontrado un camino a seguir y no se desvían demasiado. Posiblemente, en sus dos últimos trabajos, es decir, los dos volúmenes titulados ‘Dealing With Demons’, se decanten más por los desarrollos instrumentales que por la contundencia, sin que ello implique pérdida de energía.

También parece que Dez necesita espacio para desarrollar las letras y así conjurar los demonios tanto personales como los de la banda, de ahí el título de las dos grabaciones. Consecuentemente, la constante presencia de las voces por momentos llega a agobiar, con todo el respeto que se merece Dez. Evidentemente, DevilDriver no han perdido ese groove que siempre les ha acompañado, así como la consistencia rítmica y la robusta pegada de la batería, sin olvidar el grandísimo aporte de las guitarras; versátiles, laberínticas y de infinitos desarrollos.

Falta riesgo y emoción

Sin embargo, la enorme cantidad de sonoridades que son capaces de crear los componentes de DevilDriver no terminan de emocionar, falta intención de arriesgar. Todo parece demasiado programado y vinculado al lado más progresivo del metal. Eso no es nada malo siempre que se tenga en cuenta una alternativa que añada sensaciones inesperadas, como, por ejemplo sucede en determinado momento con “If Blood Is Life”.

Al inicio, con “I Have No Pity”, todo parece funcionar. Hay contundencia y energía suficiente, además de aparecer la creatividad guitarrera que ya no va a desaparecer. A medida que se suceden las canciones el álbum va entrando en un concepto ya reconocido en anteriores trabajos, desbordante pero no del todo convincente.

Solo pequeños destellos imaginativos aportan algo de vistosidad, como el riff que aparece en “Summoning” o las diversas variaciones de guitarra incluidas en “Through The Depths” o “Bloodbath”, pero siempre queda un poso de insuficiencia y el convencimiento de que DevilDriver pueden dar más de lo que han mostrado en las dos entregas de ‘Dealing With Demons’. Es de esperar que una vez expulsados todos los “demonios” el grupo californiano reconsidere apostar por nuevas alternativas sin perder sus fundamentos.