Vortex

Una de las claves de 'Vortex' es la habilidad que han tenido tanto Derek Sherinian como Simon Phillips para mantener una dinámica rítmica fluida, sin interludios excesivamente lentos que desorienten al oyente.

Después de una extensa trayectoria que incluye vínculos con artistas tan notorios como, Yngwie Malmsteen, Joe Bonamasa, Alice Cooper o Billy Idol, así como estancias en, Planet X, Dream Theater, Black Label Society y Black Country Communion además de integrar en la actualidad la formación de Sons Of Apolo, sin olvidar su carrera en solitario, el reputado teclista estadounidense Derek Sherinian vuelve a ser actualidad por el lanzamiento de un nuevo álbum.

Una continuidad positiva

‘Vortex’, viene a ser una continuidad de su anterior obra, ‘The Phoenix’, publicada en 2020 y para la que ha vuelto a contar con la participación del batería Simon Phillips en el apartado compositivo, en una colaboración que con el tiempo se ha ido haciendo más estrecha entre ambos. El tercer hombre es un músico habitual en los trabajos de Sherinian, Tony Franklin, otro profesional con un bagaje extraordinario, que en esta ocasión se ha encargado de todas las partes del bajo. Entre los tres suman un talento que resulta abrumador.

Como también es su costumbre, Derek se ha rodeado de una serie de guitarristas de reconocida valía para añadir el toque definitivo a las canciones. Algunos, asimismo, ya participaron con anterioridad en trabajos del teclista norteamericano. La continuidad antes mencionada con respecto a su anterior obra se respalda con la apuesta de Derek por mantener los vínculos con el rock fusion de los 70′ que incluye elementos jazz, funk y prog, convenientemente modernizados, pero manteniendo la embriagadora esencia del pasado.

Los recursos de Sherinian son infinitos y su habilidad para crear melodías atractivas impresionante. Tal como queda plasmado durante todo el álbum, que se inicia con la vibrante “The Vortex”, en la que Steve Stevens aporta las partes de guitarra pero donde también empiezan a dejar su huella Phillips y Franklin.

Con la potente y, a la vez, emotiva, “Fire Horse”, salen a relucir las influencias de uno de los maestros en los que Derek se ha inspirado, el ilustre Jan Hammer, apoyado por un Nuno Bettencourt, inspiradísimo que parece estar bajo el influjo de Jeff Beck. “Scorpion” es una pieza para el lucimiento de teclado, bajo y batería, la más tranquila del álbum (que no lenta), con muchos elementos propios del jazz en juego.

“Seven Seas”, nos trae de vuelta a Steve Stevens en lo que constituye una larga pieza donde confluyen una variedad de eclécticos paisajes sonoros que oscilan entre la sutileza, el nervio y el virtuosismo. En “Key Lime Blues”, aparece de nuevo la sombra de Jan Hammer mientras Joe Bonamassa y Steve Lukather se recrean con las seis cuerdas apoyados una sección rítmica de rotunda sofisticación.

Más nombres ilustres

Como no podía ser de otra manera, la presencia de Michael Schenker y Zakk Wylde en “Die Kobra”, hace que resulte una de las canciones más robustas y enrockecidas del álbum, con un riff muy metálico fusionado con aires arabescos. “Nomad’s Land”, es una nueva lección de la capacidad de Derek para inventar sonidos y fabricar atmósferas sugestivas, en esta oportunidad inspirándose en otro de los grandes teclistas de jazz y rock/fusion, Herbie Hancock. Aquí le acompaña a la guitarra Mike Stern y un Tony Franklin omnipresente

“Aurora Australis” pone punto final a ‘Vortex’ con Derek exhibiendo sus aptitudes al piano y los sintetizadores, siempre con el magnífico apoyo de bajo y batería y, en esta ocasión, con Bumblefoot a cargo de las seis cuerdas. Una pieza de fragancias propias de los 70′ con un trasfondo cercano a EL&P, en algunos momentos. A pesar de ser instrumental, es una grabación que en ningún momento aburre, por su excitante movilidad y la exuberancia sonora que contienen sus composiciones.