Candlemass tiene ya su álbum número 13 en circulación con el título de 'Sweet Evil Sun'. Ha llegado tres años después de su última obra de larga duración, 'The Door To Doom' (2019) y viene a ser la tercera grabación en la que interviene Johan Längquist como cantante. Un caso curioso como veremos.

Lo caprichoso que puede ser a veces el destino tiene en Candlemass y Johan Längquist un interesante ejemplo. En su protohistoria, el grupo sueco, integrado por Mappe Björkman (guitarra), Leif Edling (bajo) y Mats Ekström (batería), no contaba con un vocalista para dar forma a su álbum debut, el siempre apreciado ‘Epicus Doomicus Metallicus’ (1986), de manera que se escogió a Johan como músico de sesión quien, tras grabar el álbum, descartó la posibilidad de unirse a la banda como miembro fijo.

Con el paso del tiempo, ya en la década de los 90′, ante la marcha de Messiah Marcolin, Johan se presentó a las audiciones para hacerse con el puesto, pero finalmente fue Thomas Vikström quien lo consiguió. Posteriormente hubo un desfile de varios vocalistas, incluido un doble regreso de Marcolin que no terminó de la mejor forma, además de la vinculación temporal de toda una leyenda como el ex-Black Sabbath Tony Martin, hasta que en 2018 por fin Längquist y Candlemass unieron sus destinos.

De modo que el responsable de las voces de todo un hito en la historia del doom metal como el mencionado ‘Epicus Doomicus Metallicus’ regresaba para grabar como miembro fijo ‘The Door To Doom’. Todo un acontecimiento en su momento que ahora tiene continuidad con ‘Sweet Evil Sun’.

Rotundo protagonismo de las guitarras

Lo que el seguidor de Candlemass va a encontrar en este nuevo trabajo es una impresionante colección de paralelismos conceptuales inherentes a la trayectoria del grupo sueco, con determinante protagonismo de las guitarras, muy en primer plano durante todo el álbum, tanto, que en ocasiones se nota a faltar algo más de presencia de la batería.

Por otra parte, el trabajo de Längquist es correcto. Evidentemente, el registro de Johan no es el de 25 años atrás, de modo que las partes vocales no son más relevantes de lo estrictamente necesario. Seguramente aún habrá quien se acuerde de los tiempos de Messiah Marcolin o, incluso, de Robert Lowe.

No sería de extrañar que la apuesta de la continuidad de Längquist se deba a la necesidad de la banda de reencontrarse con sus orígenes. De hecho, si nos centramos en la producción, a cargo de Marcus Jidell, se nota una cierta revisión de los sonidos más crudos de ‘Epicus Doomicus Metallicus’ que de los posteriores álbumes, sin duda puestos al día con una rotunda mejoría.

Si algo destaca en ‘Sweet Evil Sun’ es el apartado compositivo, en el que, seguramente, Leif Edling habrá tenido mucho que ver, así como el excelente trabajo de Mappe Björkman en la elaboración de los musculosos riffs característicos del “sonido Candlemass” que no podían fallar, sin olvidar las partes solistas de Lars Johansson como complemento indispensable. Todo ello, como es de recibo, arropado por las típicas dinámicas densas además de las atmósferas lúgubres y melancólicas.

Estar a la altura de lo que se espera

En el riff está la esencia de Candlemass, y así arranca el álbum con “Wizard Of The Vortex” y las guitarras acaparando el protagonismo, con solos y fraseos complementando al riff principal. Algo que va a resultar recurrente a lo largo de la grabación, como se puede comprobar en “Sweet Evil Sun” y su espíritu cercano a Black Sabbath, cosa natural, que vuelve a estar presente en “Angel Battle”, tema donde quedan expuestas las variaciones guitarreras de forma efectiva, incluido un desequilibrante solo, y en el que  Längquist añade un plus de dramatismo a su registro.

Aunque los parámetros se mantienen inamovibles, la creatividad en la composición y sus cambios de dinámica, sobre todo en lo que respecta a las guitarras, hacen que el nivel del álbum se mantenga intacto hasta el final. “Black Butterfly”, con una batería marcando perfectamente los ritmos; “When Death Sighs” con la colaboración de Jennie-Ann Smith de Avatarium, doblando las voces junto a Johan; la espléndida “Scandinavian Gods” con ese riff inicial a lo Slayer para luego alternarlo con unas guitarras muy propias de Judas Priest arropadas por una batería con más presencia.

O la espectacular “Devil Voodoo” con esas magníficas partes de batería estilo Bill Ward en “Children Of The Grave”, demuestran el buen estado de forma de Candlemass que, durante más de un año de composición ha sabido construir un álbum sólido que encaja plenamente con su historia. Posiblemente, no supere ni iguale a sus más reconocidas obras pero está a la altura de lo que se puede esperar en la actualidad de una banda que va camino de las cuatro décadas de carrera.

Locky Pérez

Grupo:Candlemass

Discográfica:Napalm Records

Puntuación:7

Canciones:

  1. Wizard Of The Vortex
  2. Sweet Evil Sun
  3. Angel Battle
  4. Black Butterfly
  5. When Death Sighs
  6. Scandinavian Gods
  7. Devil Voodoo
  8. Crucified
  9. Goddess
  10. A Cup Of Coffin (Outro)

Año:2022-11-18