Bloodbath: Survival Of The Sickest

Un viaje pútrido por la blasfemia del death metal de la vieja escuela. Así se podría resumir 'Survival Of The Sickest', el nuevo y sexto disco de los suecos Bloodbath liderados desde 2014 por el vocalista inglés Nick Holmes (Paradise Lost) que viene a suceder a 'The Arrow Of Satan Is Drawn' (2018).

Bloodbath continúa su carrera de suciedad y violencia después de la salida en 2012 de Mikael Åkerfeldt (Opeth) como vocalista del grupo con un nuevo LP donde se siguen transitando los terrenos del death metal de la vieja escuela con el renacido Nick Holmes gruñendo como nunca y con la suma del guitarrista Tomas Åkvik como nuevo miembro oficial desde este mismo año. Los encierros de la pandemia les han sentado bien, manteniendo a parte de sus miembros ocupados compartiendo ideas y componiendo para seguir rindiendo su particular tributo sonoro a la escena temprana del death metal de Florida de los ’80 y primeros ’90.

Como si de un mix entre lo mejor de Entombed, Obituary, Master y Deicide se tratase y sin perder la esencia propia, ‘Survival Of The Sickest’ se siente como una puñalada sin piedad en la yugular, siendo más directo y crudo que su antecesor ‘The Arrow Of Satan Is Drawn’, que mostraba influencias algo más diversas llegando incluso a rozar el black metal primigenio en algunos momentos.

Con once nuevas canciones y casi tres cuartos de hora de duración trabajados con el músico e ingeniero de sonido Lawrence Mackrory (Darkane, F.K.Ü.) a la producción, una portada grotesca que hace justicia a su contenido por parte del legendario ilustrador Wes Benscoter (ya trabajó con ellos en ‘Nightmares Made Flesh’) y Barney de Napalm Death, Luc Lemany de Gorguts y Marc Grewe de Insidious Disease, Morgoth y Despair como vocalistas invitados se estructura esta fiesta llena de surrealismo apocalíptico.

La vieja escuela del death, siempre presente

Se suele decir que en la variedad está el gusto, pero no siempre hace falta englobar todo lo posible para alcanzar un producto más que decente como es este álbum. Ni mucho menos. Muestra de ello son las feroces composiciones llenas de tralla, pus, sangre y muchos riffs demoledores que ya apuntan maneras desde el comienzo de la old school y ya preestrenada «Zombie Inferno» hasta el fin con la extensa y más flemática «No God Before Me».

El predicador Nick Holmes demuestra estar más en forma que nunca vocalmente, volviendo a despejar dudas a toda esa gente que lo crucificó cuando se adentró en los terrenos góticos, electrónicos y pop con su banda principal Paradise Lost, dejando de lado el death doom -que, por cierto, han vuelto a recuperar en los últimos años- y dando señales de que no volvería a desgarrar sus cuerdas vocales. Sus growls iniciales alternados y casi fundidos por momentos con los berridos de Barney Greenway en la demoledora «Putrefying Corpse», la guitarrera y acelerada «Malignant Maggot Therapy» o «Born Infernal» con sus escarceos grindcore son prueba de ello.

Un trabajo maligno y puro

Sea dicho que no todo el mérito cae sobre Nick a pesar de reconocerlo como el que lleva el timón durante el transcurso del disco. La pegada a la batería del ya ex-Opeth Martin «Axe» Axenrot, esos riffs bestias y aleteantes de Anders y Tomas y la base que el vocalista de Katatonia y fundador de Bloodbath aporta en el bajo, quizá el instrumento con menos presencia en el álbum -sin desmerecer-, son un todo que compacta a la perfección dando una segunda vida a un subgénero del metal clásico que cambió las tornas hace 40 años con respecto a lo que estaba por venir.

El viaje infecto al que llevan Bloodbath en esta ocasión se mantiene sin traspiés perceptibles dentro de su estilo. Si bien es cierto que este sexto LP no trae cosas realmente originales, es un buen artefacto para el disfrute e incluso puede servir como una introducción al death metal más gamberro. No se siente como algo impostado ni falso, es una dosis pura y cruda de adrenalina y violencia que no cesa y que hila las canciones sin piedad. Al fin y al cabo, ‘Revival Of The Sickest’ es un revival del pasado traído al presente, tal y como su título manifiesta.