Sabaton: The War To End All Wars
Con una pandemia de por medio y algunos conciertos con aforos de cinco cifras, los lanzamientos de Sabaton se han convertido en un acontecimiento en sí mismos, a muy corta distancia del hype que pueda crear un nuevo disco de Slipknot o Iron Maiden. Repitiendo la fructífera temática de la primera guerra mundial, los muchachos de Joakim Brodén siguen siendo capaces de sorprender a base de perfeccionar la misma fórmula.
Nunca he entendido la animadversión que el metalero promedio con un máster en opinología siente hacia Sabaton. De verdad, es algo superior a mí. Pero aun sin ser este el artículo en el que desarrollar estas extrañas opiniones, este clima de hostilidad hacia la banda se acentúa con el lanzamiento de un nuevo trabajo, siempre al amparo de una afirmación tan ominosa como el fatídico: “siempre hacen lo mismo”.
¿Es cierto que Sabaton se dedican a reciclar la misma fórmula? No creo que sea una pregunta ni justa ni sencilla de responder. Por un lado siempre habrá los defensores de que aquello que no está roto no tiene porqué arreglarse, muy probablemente fans acérrimos de AC/DC y criaturas que aún tienen pesadillas con la portada del ‘Load’. Por otro lado nos encontraremos al fan que desea lo ignoto, lo aventurado y la sorpresa, que irá a comprar el cd con su camiseta de Opeth recién planchada y un podcast sobre la segunda guerra mundial en sus auriculares, y en algún lugar entremedias nos podemos encontrar al artífice de muchas de estas críticas, un hater vulgaris que desea la innovación pero rechaza lo que no le resulte conocido, un héroe estoico que ha alcanzado la ataraxia.
Sea como fuere, creo que hay dos cosas sobre Sabaton que son innegables: que sus canciones siguen una fórmula breve, concisa y resultona y que en cada trabajo tratan de abarcar una temática distinta sobre la que desarrollar sus relatos históricos. ‘The War To End All Wars’ es una suerte de secuela de ‘Great War’, compartiendo con el mismo la temática sobre la primera guerra mundial, del mismo modo que ‘The Last Stand’ narraba últimas resistencias o ‘Heroes’ explicaba las hazañas de héroes a lo largo de la historia. En ese sentido, cada canción y cada letra tiene detrás una cuidadosa labor investigadora que tiende a pasarse por alto.
Es muy sencillo hablar de lo mala que fue tu ex, de lo divertido que es beber o de los tres temas sobre los que un grupo de Thrash solo tiene permitido hablar si no quieren se llamados posers: política, cerveza y radiación nuclear, pero tomar un episodio histórico y convertirlo en una pegadiza canción de menos de cuatro minutos es el talento que ha hecho que Sabaton esté donde esté.
De nuevo a 1914
Qué mejor forma de dar el pistoletazo de salida a un disco temático de la primera guerra mundial que con un tema como “Sarajevo”, que relata el atentado contra el archiduque Francisco Fernando, heredero del imperio austrohúngaro, a manos de un nacionalista serbio. Fue este atentado el que desplomó el delicado equilibrio de poder de la Europa del s.XX, que, enfrentada en una compleja red de alianzas, no tardó en estar sumida en un conflicto continental como el que no se había visto jamás.
En lo que atañe a la canción en sí, inicia con la clase de riff oscuro y ominoso al que la banda nos tiene acostumbrados cuándo habla de acontecimientos tan fatídicos como los de la primera guerra mundial. Sin embargo, en este caso la narración de la versión histórica se entrelaza con la música de la banda, que engendra una de sus canciones más lóbregas al abrigo de un acontecimiento que provocó una de las mayores catástrofes de la historia, sin dejar de lado a uno de los Sabaton más cañeros de los últimos años en la sección de los solos.
En contraste, la enérgica “Stormtroopers” recuerda mucho a los cañeros primeros días de la banda, sonando como una versión moderna de “Back in Control” o “Into The Fire”, migrando del tono vehemente de una declaración de guerra al chute de adrenalina inherente a hablar de una unidad de asalto. Los coros pueden llegar a recordar a los mejores momentos de Accept, culminando en un tema directo y electrizante que posee el ADN de los petardazos que pusieron a los suecos en el mapa.
Una nueva narración nos introduce a la historia de los destructores, “Dreadnought” en la canción, producidos para asaltar los océanos de la primera guerra mundial, pese a que curiosamente, costaban tanto de producir que los bandos beligerantes preferían no arriesgarse a utilizarlos. Para referirse a estas pesadas y terroríficas máquinas de guerra, la banda se vale de nuevo de su hálito más oscuro y a medio tempo, logrando forjar un tema que suena como un cruce entre “The Price of a Mile” y “Bismark”, y es que, si ya tienes una canción que habla de buques de guerra, mejor aunar el leitmotiv.
Un inicio por todo lo alto nos introduce de lleno en “The Unkillable Soldier”, que recurre a la infalible fórmula Sabaton de asaltarte con el estribillo desde el principio en un inicio destinado a cantarse en grandes recintos. El tema, bastante y movido y muy reminiscente de los grandes sencillos del grupo como “No Bullets Fly”, narra las andanzas de Adrian Canton de Wiart, el homónimo soldado inmortal, que en el trascurso de la Gran Guerra fue herido en la cara, cabeza, estómago, tobillo, pierna, cadera y oreja, arrancó sus dedos a mordiscos, sobrevivió a dos accidentes aéreos y escapó por su propia mano de un campamento de prisioneros. Para que luego la gente de twitter te diga que le da ansiedad que no les llamen por el pronombre adecuado.
“Soldier of Heaven” fue uno de los primeros temas elegidos para presentar ‘The War to End All Wars’, pese a que suena más como un tema de Beast in Black que uno de Sabaton. Pese a que narra un episodio tan oscuro de la guerra como el Viernes Blanco, en el que cientos de soldados austríacos en el frente alpino quedaron sepultados por avalanchas, la canción posee un sonido brillante y casi alegre, en contraste directo con su trágica temática.
La cañera “Hellfighters” recupera la oscuridad y la tralla de los Sabaton del ‘Primo Victoria’, sonando como una versión más épica de “Reign of Terror”. Con esta caña y energía inherente a la reafirmación de lo que debería ser mundialmente conocido, los suecos aprovechan para rendir homenaje a los “Harlem Hellfighters”, un pelotón de neoyorquinos compuesto exclusivamente por afroamericanos que pese a ser la unidad estadounidense que más combatió, fue a la que más se le negó el apoyo de sus propios aliados.
“Race to the Sea” se presenta como un tema algo olvidable y a medio gas que sirve para narrar, sin muchos aspavientos, la inundación del río Yser por parte del ejército belga, pese a que su tranquilidad y poco ímpetu no logren hacer justicia a un acto tan osado y heroico. Por lo contrario, “Lady of the Dark” presenta un riff entrecortado que juega con los silencios y que nos presenta la historia de Flora Sandes, una Mulan del mundo real que ocupó el puesto de su hermano en el ejército serbio solo para llegar al rango de capitán y ser condecorada en numerosas ocasiones por su coraje y liderazgo.
La enérgica y luminosa “The Valley of Death” ocupa el rol que “Fields of Verdun” ocupara en el trabajo anterior, tanto el lo temático como el lo musical. Ambos temas suponen un despegue de optimismo y fortaleza en discos con sonidos con tendencia a lo deprimente, y ambos hablan de batallas claves para el desenlace de la guerra. En el caso que nos ocupa, Sabaton nos detallan con todo lujo de detalle las dificultades a las que tuvo que enfrentarse el ejército búlgaro en el pueblo de Mikhailovka.
Sin duda, una de las grandes ganadoras de esta nueva visita a la primera guerra mundial es “Christmas Truce”, una hermosa y conmovedora balada a piano que nos presenta a Sabaton en unos niveles de tranquilidad inauditos. La banda no ha gustado nunca de temas tranquilos que no tengan su momento climático en los solos o en el estribillo, y aun así ha logrado reinventar su fórmula en pos de una canción cuyo fuerte está justamente en la facilidad con la que puede ser cantada al unísono por miles de personas; justo honor para uno de los momentos más humanos y conmovedores de la historia.
La encargada de cerrar el trabajo es justamente la canción que narra el tratado que puso fin a este sangriento conflicto, un humillante tratado de Versailles que daría alas a un artista frustrado y vegetariano para llevar a su nación a la locura colectiva. Pero como estamos adelantando los acontecimientos, “Versailles” cumple la tradición de Sabaton de reservar para el final su canción más madura y meditabunda. Como ya nos mostró en “The Final Battle” o “Hearts of Iron”, los suecos no titubean a la hora de dejar claro que en ningún momento glorifican la guerra, sino que son narradores que no temen señalar los errores y las atrocidades que se cometieron en el pasado.
Más y mejor de lo mismo
La fórmula de Sabaton viene siendo la misma desde 2005, ya estas alturas de la película considero que son perfectamente honestos con cualquiera que quiera escucharlos. Su sabor especial reside en el evento que decidan abarcar con cada canción, no tanto en una reinvención musical sin precedentes, por lo que considero que esperar un futuro lanzamiento sea revolucionario es como abrir una lata de Cruzcampo y esperar que esté llena de cerveza.
Pese a todo, nos encontramos con un disco muy reminiscente de la caña de sus primeros días y que al mismo tiempo es capaz de navegar mares más tranquilos con la soltura de la que solo pueden hacer galas las bandas más veteranas. Sabaton hace años que se consolidó: como banda de estudio y como espectáculo en directo, y ahora mismo solo se está limitando a seguir haciendo las cosas bien y a recoger los frutos de todo su esfuerzo. Sí, ‘The War To End All Wars’ es más Sabaton, pero ¿qué tiene de malo?
Marc Fernández
Grupo:Sabaton
Discográfica:Nuclear Blast Records
Puntuación:8
Canciones:
- Sarajevo
- Stormtroopers
- Dreadnought
- The Unkillable Soldier
- Soldier of Heaven
- Hellfighters
- Race To The Sea
- Lady of the Dark
- The Valley of Death
- Christmas Truce
- Versailles
Año:2022-03-04
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