Ahora que la gestación de un "keeper 3" está en
pleno proceso (permítanme un esbozo de carcajada ya que, entiéndanme, ¿se imaginan
acaso al Maradona de nuestros días intentando repetir el gol de Argentina contra
Inglaterra?) encuentro oportuno este humilde escrito sobre "Chameleon".

¡Qué lastimoso es tildar semejante ejercicio peyorativamente
y más aún tratándose del líder de lo que queda del resto de HELLOWEEN! Además,
si todo el mundo asume ya que cualquier tiempo pasado fue mejor, y más aún tratándose
de música.

Lo cierto es que este disco significó un paso adelante en
muchos aspectos, fue un paso tan aventajado que la prensa y el lógico debacle
económico en forma de ventas que precedió a su publicación se empeñaron en desprestigiar
y obviar a lo largo de los penosos años venideros.  Para hablar de "Chameleon",
la obra más personal y ecléptica del grupo, se deben tener unas ligeras connotaciones
sobre el pasado del combo, está claro que la concepción de tal "herejía"
obliga al oyente a asumir el pasado tan majestuoso que los Kai Hansen, Michael
Kiske y compañía regalaron en forma de frescura y sapiencia compositiva.

No entraré a calificar en demasía el primer y, posiblemente,
mejor álbum de HELLOWEEN ya que el nunca suficientemente valorado JaviMetal
ya se encargó de ello en lo que se refiere a "Helloween/Walls of Jericho".
No obstante, se podría hablar de esplendor musical para los de Hamburgo la época
que contempló la publicación de los "Keeper of the seven keys", época
comprendida entre 1987 y 1988, y es que la entrada de un joven Michael Kiske
fue la chispa que necesitaba Kai Hansen para transformar en realidad las múltiples
melodías que rondaban por su cabeza. Mucha gente pensará, ¿es para tanto "Keeper
of the Seven keys part I & II"? Ciertamente son grandes discos, con
grandes canciones, pero, lo realmente importante es que casi 20 años después,
se siguen plagiando sin pudor a modo de influencia.  No obstante, no exclusivicemos
el mérito en Hansen y Kiske, también es cierto que mi odiado Michael Weikath 
logró deleitar al fan con composiciones extremadamente dignas ("Eagle,
fly free", o la misma "Keeper of the seven keys" sin ir más lejos)
aunque, siempre me ha extrañado que, después de la marcha de Kai, nunca lograra
acercarse a tal notabilidad. 

Lastimosamente, el punto de inflexión más evidente en la
trayectoria de HELLOWEEN  se produjo en la deserción, en plena gira Pumpkies
Fly Free del pelirrojo Hansen, el cual formó apresuradamente sus actuales GAMMA
RAY siendo reemplazado por el que fuera guitarrista de RAMPAGE Roland Grapow.
Si bien Kai Hansen se mantuvo fiel a la discográfica alemana Noise Records (¡Cuánto
le debe el heavy metal europeo a Noise!) manteniendo el espíritu "keeperiano"
en su siguiente "Heading for tomorrow", HELLOWEEN se decantó por el
poder del color verde y firmó un contrato bastante interesante con la todopoderosa
EMI, casa en la cual permanecerían tres años y con la que se daría a luz tan
sólo dos discos.

Michael Kiske, con ya 21 años, se vio capacitado para llevar
las riendas del grupo a modo de líder, relegando al otro Michael a su merecido
papel de segundo plano mientras martirazaba al resto del combo con su exagerado
tabaquismo. Fue entonces, cuando "Pink bubbles go ape" sorprendió
al fan hambriento de continuación musical, ya desde la original portada, eliminándose
cualquier concepto épico, y sustituyendo la calabaza del logo por una burbuja
de jabón. Para power metal ya tenéis a GAMMA RAY, debieron pensar. No me atrevería
a calificar al disco negativamente, creo que es un buen álbum, pero falto de
emotividad y con insoportables canciones de relleno las cuales, sumadas al desacertado
enfoque en forma de producción que dio el afamado Chris Tsangarides, dotaron
al plástico de un sentimiento de hastío nada aconsejable.

Pero, centrémonos, por fin, en lo que me tiene delante,
otra vez, de un ordenador, y no es otra cosa que intentar reseñar uno de mis
discos favoritos de HELLOWEEN, sé que suena extraño, "Chameleon".
Suena extraño porque, seguramente, los más pequeñines del lugar hayáis crecido
con la leyenda de que éste es el disco de HELLOWEEN que no os debéis comprar,
o bajar, según se mire. Leyenda fundada por los medios especializados con editoriales
absurdas lo cuales, siguiendo las directrices publicitarias vendieron el renacer
del grupo de manos de un tal Andi Deris desprestigiando el pasado más cercano.
Incluso yo, el que suscribe, logré convencerme mínimamente ante dos buenos discos
como "Master of the rings" o "The time of the oath", pero,
siempre he creído que la voz es el elemento más significante de un grupo, es
decir, cuando tu estado de embriaguez es delatador e intentas averiguar el título
de una canción en un antro cualquiera, siempre esperas a oír la voz del cantante.
Y claro, Andi Deris, aunque haya grabado ya más discos bajo el nombre de HELLOWEEN
y haya cantado más veces "Doctor Stein" que el propio Kiske, siempre
será el otro, y más aún oyéndole cantar, aunque éste ya es otro tema a debatir. 

"Chameleon", con una portada simple, incluso ridícula,
pero genial, aparecía allá por el año 1993, un año antes de que el batería Ingo
Schwichtenberg decidiera acabar con su vida víctima de su esquizofrenia y afición
a las sustancias drogodependientes. Aparte de las sensacionales orquestaciones
aparecidas a lo largo de muchos de los cortes del álbum, toma mucho protagonismo
un acertado concepto triste y melancólico esgrimido en las letras, "Chameleon"
goza de un aire pesimista que contrasta con la aparente felicidad con la que
la banda nos tenía acostumbrados en anteriores entregas, sumado todo esto a
un sentimiento de emotividad más exacerbado en las músicas expuestas. Lo dicho,
el disco se abre con la simpática "First time", el corte más genuinamente
"helloweeniano" del plástico y que hizo las delicias del fan más nostálgico
de épocas más metálicas. Sin duda alguna, si "Chameleon" hubiera seguido
la línea escuchada en "First time" en el resto de pistas, es probable
que Michael Kiske fuera todavía el vocalista del grupo, pero, las sorpresas
no tardan en llegar y la fantástica "When the sinner" (primer y arriesgado
single del disco) aparece sin piedad. Ya en los primeros compases del tema,
se denota que la inquieta mente de Kiske va más allá del solo y velocidad por
decreto, alejándose de los cánones metálicos alemanes establecidos. Se podría
tildar del corte más extraño de la banda, con unos acertados arreglos en forma
de instrumentos de viento, una letra nada predecible y más bien paranoica que
bien podría haber entrado en el primer disco en solitario del vocalista sin
desencajar en absoluto. Uno de los temas que más llaman la atención en lo que
se refiere a poca comunión entre los miembros de la banda es que, aunque el
tema sea compuesto por el vocalista, en este caso, y a excepción de los solos,
es el propio Michael Kiske quien prefiere hacerse cargo de las guitarras rítimicas,
algo muy poco común hasta entonces. El turno compositivo de Roland Grapow llega
con la acústica "I don´t wanna cry no more", la cual fue tercer single
del disco, en la que el bueno del ahora guitarrista de MASTERPLAN ofrece esta
balada, simple, aunque algo efectiva, en forma de dedicatoria a la muerte de
su hermano Rainer Grapow, fallecido poco antes de la publicación de "Chameleon".
La siguiente "Crazy cat" (nombre también del estudio musical de Roland
Grapow) muestra el lado más rockero del disco. El amor del rubio guitarrista
por los felinos es evidente en esta canción donde también predominan los instrumentos
de viento, un buen corte de relleno a mi modo de ver hasta llegar a la genial
"Giants", después de la citada "When the sinner" el mejor
tema del álbum y, quizás, el más genuinamente heavy metal. Sin duda, Michael
Weikath acierta de pleno tanto en esta composición como en la que le sigue,
aprovechando al máximo el buen gusto por la melancolía y las melodías pegadizas
las cuales se muestran impolutas por la sobresaliente actuación de Kiske a lo
largo del trabajo, el cual, no lograría el mismo tipo de elogios con cualquier
otro vocalista. Lo dicho, llega el turno de la genial balada "Windmill",
el mejor tema lento escrito jamás por Weikath, donde el piano se desliza sutilmente
por la tristeza tonal de Kiske en las primeras estrofas.  Una balada tierna,
sorprendente y un tanto comercial, pero perfecta para la parte central del disco. 
No obstante, la euforia se transforma en prudencia al presenciar el hastío provocado
por las siguientes "Revolution now", la cual se salva de la más absoluta
quema gracias a la estrofa versionada de la famosa "San Francisco (be sure
to wear some flowers in you hair)" de JOHN PHILLIPS, e "In the night",
pero ahí estuvo muy ávido el nominado años después Grapow para rescatar una
de sus viejas composiciones de RAMPAGE en "Music", donde vuelve a
predominar la acertada atmósfera intimista y melancólica. Aunque variando la
letra, la era RAMPAGE se ve nuevamente presente en "Step out of hell",
segundo single de "Chameleon", canción titulada años atrás como  "Victims
of fate"(que no "Victim of fate").  Obviamente, "Step out
of hell" es de los cortes más meritorios del álbum, con una letra claramente
dedicada a modo de advertencia al malogrado Ingo Schwichtenberg. El bueno de
Ingo fue sustituido más tarde por Ritchie Abdel Nabi en el puesto de batería
durante la gira de "Chameleon", al año siguiente decidió poner punto
y final a su suplicio acabando con su vida lanzándose a la vía de la estación
de metro de  Friedrichsberg, en Hamburgo. La parte final del disco es para un
Michael Kiske pletórico de fuerzas con un tema extenso y enigmático como "I
believe", letra la cual puede servir de prólogo para la locura en forma
de cristianismo que ha invadido su mente últimamente. La acústica "Longing",
balada muy en la onda "Where wishes fly" de su último "Readiness
to sacrifice" finaliza de forma definitiva el final del gran Michael Kiske
en el seno de HELLOWEEN, siendo expulsado de la banda después de finalizar la
gira correspondiente y siendo sustituido por el vocalista hasta entonces de
PINK CREAM ´69, e íntimo amigo de Weikath, Andreas Deris.

En mi opinión, "Chameleon", disco deshechado en
cualquier concierto de HELLOWEEN que se precie, significó el fin de la banda,
del espíritu musical y escénico que les hizo famosos. Aunque "Master of
the rings" y "The time of the oath" fueron meritorios trabajos,
el papel de la banda después rozó el ridículo con discos tan lastimosos como
los siguientes "Better than raw", "The dark ride" y su última
bazofia en forma redonda con agujero en su epicentro. Es aceptable, hasta cierto
punto, que la banda ya no pueda componer grandes obras por el normal desgastamiento,
pero, ciertamente da mucha lástima ver un espejismo de lo que pudo ser HELLOWEEN
arrastrándose por casi todos los escenarios.

Manu Estrada

Grupo:Helloween

Discográfica:EMI Music

Puntuación:9

Canciones:

    1. First Time
    2. When The Sinner
    3. I Don’t Wanna cry No More
    4. Crazy Cat
    5. Giants
    6. Windmill
    7. Revolution Now
    8. In The Night
    9. Music
    10. Step Out Of Hell
    11. I Believe
    12. Longing

Año:1993

Votación de los lectores:5.71429