Demians: Building An Empire

Que un hombre con el talento de Steve Wilson muestre ciertos halagos al disco debut de unos (hasta ahora) desconocidos DEMIANS, es algo a tener en cuenta. Y más a sabiendas de la cultura musical tan amplia que posee el líder de PORCUPINE TREE.

Pues así es, “Building An Empire”, el disco de estreno de estos franceses es una jodida joya. Vaya la sinceridad por delante. Por lo que si tus gustos son amplios, fuera de auto encorsetamientos innecesarios, y además no tienes ganas de leer las líneas de un junta-palabras como servidor donde no va a parar de relataros las bondades de esta formación, hazte con este álbum y disponte a disfrutar de una amalgama de sonidos y estilos envolventes e hipnotizadores como pocos. A los que si les interese informarse de qué va el asunto, comencemos matizando. DEMIANS, o por lo menos este disco, es en resumidas cuentas el proyecto de una sola persona: Nicolas Chapel. Pero por lo visto, y dado que el hombre necesitará expandir su música en directo, se ha hecho acompañar de una serie de músicos que se ocuparán de formar una banda con todas las de la ley a partir de ya.   

Musicalmente no sabría en que estilo encuadrar a DEMIANS. Está claro que son progresivos, pero en su amplia aceptación. Rock (pónganle el apellido progresivo si quieren), retazos de metal e incluso las atmósferas y transmisión de sensaciones del post metal, se funden a la perfección para hacer que DEMIANS, más que una simple banda, sea un concepto. Único, genuino y personal. Y no, no me voy a aventurar a soltar una ristra de bandas de las que hipotéticamente puedan tomar influencias porque sería insolvente, subjetiva y netamente anecdótica.

Sólo con el tema de inicio “The Perfect Simmetry”, podemos hacernos una idea del alto nivel que aquí se emplea. Son los arreglos de cuerdas de trasfondo, las lánguidas melodías vocales interpretadas desde las entrañas y las atmósferas evocadoras las principales armas de ataque de DEMIANS. Se prestan a fraseos aguerridos, de tintes metálicos comedidos y sólo cuando la ocasión lo requiere, para terminar de dar redondez a una serie de composiciones que forman un todo completo y compacto. Posiblemente, meticulosidad musical aparte, sea la melancolía de la voz de Chapel lo que los hace diferentes y atrayente a la vez. Eso sí, repito, el colchón de arreglos de trasfondo ayuda a encauzar sin peligro de caer en la monotonía, los largos trayectos musicales carentes de voz. Y es que es aquí donde se cumple la regla de que el talento de un músico no solo se refleja en las notas que toca, si no también en las que no toca.  

Este tema de inicio sirve de perfecto ejemplo para comprobar la grandeza de este debut, pero no se quedan atrás ninguna de estas ocho composiciones. La melodía de “Naive” (toda una perla musical) o “Temple”, te envuelven con una fuerza emotiva sorprendente. Pura magia hecha canción. Las acústicas con las que abren “Shine” son celestiales, y el desarrollo basado en juegos de claros-oscuros, forma una textura musical amplia y personal como pocas. El dinamismo de “Sapphire”, con unos cuidados coros, también es digno de mención; tal vez sea el tema más metálico y directo por decirlo de alguna manera. Y ni que decir tiene “Sand”, el corte de más largo metraje con el que cierran un excelente ejercicio de música cuya finalidad es más importante que la causa.

Es difícil dar norte mediante palabras del contenido de “Building An Empire”. Lo ideal es oírlo y dejarse llevar. Tal vez exagere el señor Wilson en afirmar que es el mejor debut de rock progresivo del siglo XXI, pero no es menos cierto que discos como este no se encuentran todos los días.