Han cogido esa fórmula, muy manida, y le han dado un barniz de energía y positivismo impropios del heavy metal de estos tiempos, tan dominado por lo extremo, lo -core y lo experimental. Dadnos pop. Con guitarras. Pero dadnos pop.

Es indudable que el status de Batle Beast ha subido como la espuma en los últimos dos años. Desde la edición de “Unholy Savior”, los fineses han convertido su aerobic metal en pasto de todos los escenarios y festivales europeos, logrando llegar a un gran número de oyentes potenciales que no pueden evitar sentirse atraídos por el gancho melódico de las composiciones de Noora Louhimo y los suyos. No es casualidad que los 80 fuesen la década más laureada del heavy metal. El impacto masivo del género tuvo tanto que ver con la maquinaria de la industria musical como con la capacidad que los compositores y productores destacados de aquella época para diseñar grandes canciones capaces de llegar a las masas (con el empuje promocional adecuado). Y seamos sinceros: todas esas grandes canciones que hoy son clásicos no son más que pop con guitarras distorsionadas ejecutadas por tipos con pintas temibles. Battle Beast han cogido esa fórmula, muy manida, y le han dado un barniz de energía y positivismo impropios del heavy metal de estos tiempos, tan dominado por lo extremo, lo -core y lo experimental. Dadnos pop. Con guitarras. Pero dadnos pop.

“Bringer of Pain” es, posiblemente, “el” disco de Battle Beast. El clásico que marcó la diferencia, cuando se analice en cinco o seis años. Abre con un auténtico himno que se titula “Straight to the Heart”, con una melodía vocal pegadiza y profusión de teclados ridículos que te trepanan el cortex cerebral hasta hacerse con el mando de tu boca para que empieces a tararear. La cosa prosigue con el speed metal del tema título, a medio camino entre Primal Fear, Manowar y vaya usted a saber qué otras bandas. El estribillo vuelve a ser memorable.

El aerobic metal propio de la banda sonora de “Kung Fury” reaparece con “King for a Day”, que parece compuesta por los Bee Gees cuando llegas al pre-estribillo. En serio, recuerda a “Stayin’ Alive” en la progresión melódica. La batería de Pyry Vikki es tan mecánica que podría ser sustituido perfectamente por un robot, pero eso es lo que embellece el tema. Su capacidad para mantener el ritmo es tan perfecta que refuerza todavía más la comparativa con la música disco.  Incluso en la presunta balada “Beyond the Burning Skies” la banda no puede evitar arrancarse por hardrockeríos y terminar firmando uno de los temas más bailables del disco.

El trabajo de guitarra de Juuso Soinio y Joona Björkroth es especialmente notable en los solos y micro-solos que hay a lo largo de todo el disco -veloces y con gusto- pero también en los riffs de acordes cañeros como el de “Familiar Hell”.

En la segunda mitad del disco encontramos dos temas un poco más atrevidos estilísticamente. El primero, “Lost in Wars”, tiene un toque más cercano al gothic metal, con ritmos electrónicos de fondo y una Noora más dada a los tonos medios y un trabajo de teclados muy invasivo por parte de Janne Björkroth. Por otra parte, “Bastard Son of Odin” tiene un toque algo celta que nos hace rememorar a una especie de Nightwish después de irse de copas con Manowar a un bar gay. No supone un gran alejamiento de la tónica general del disco pero contienen elementos distintivos, vaya.

El medio tiempo “We will Rise” es tan galvanizador como su propio título indica. Por otra parte, el pop bailable de “Dancing With the Beast” es totalmente infeccioso y capaz de llegar a públicos muy distantes al del heavy metal. Un movimiento hábil que, con un poco de suerte, podría aupar a la banda finesa en nuevos mercados como los que en su día recibieron a Within Temptation o Lacuna Coil -salvando las diferencias estilísticas.

El disco finaliza, ahora si, con una balada titulada “Far From Heaven”. Noora vuelve a demostrar su increíble versatilidad como vocalista, pasando de la Wendy O’ Williams más punk en algunos momentos a una voz de soul blanca capaz de erizar el vello.

Visto lo visto, no parece que la banda esté echando de menos ni lo más mínimo a Anton Kabanen. Desde que el guitarrista y principal compositor se fue de la banda a principios de 2015, Battle Beast no solo han subido aún más peldaños sino que han firmado el que posiblemente sea el mejor disco de su carrera hasta la fecha.

Grupo:Battle Beast

Discográfica:Nuclear Blast

Puntuación:9

Canciones:

  1. Straight to the Heart
  2. Bringer of Pain
  3. King for a Day
  4. Beyond the Burning Skies
  5. Familiar Hell
  6. Lost in Wars
  7. Bastard Son of Odin
  8. We Will Fight
  9. Dancing With the Beast
  10. Far From Heaven

Año:2017-02-17

Votación de los lectores:5