Black Stone Cherry: Black to Blues

Fui de los que cayó rendido ante Black Stone Cherry con la publicación de “Folklore and Superstition” y pude verles en el Kobetasonik pero reconozco que mi interés ha ido decayendo por el grupo de Edmonton. Eso no ha hecho que la banda haya ido sacando buenos discos y nunca se haya escondido de sus raíces blueseras, que saltan a la palestra con este EP de versiones en las que Willie Dixon se lleva la palma.

Fui de los que cayó rendido ante Black Stone Cherry con la publicación de “Folklore and Superstition” y pude verles en el Kobetasonik pero reconozco que mi interés ha ido decayendo por el grupo de Edmonton. Eso no ha hecho que la banda haya ido sacando buenos discos y nunca se haya escondido de sus raíces blueseras, que saltan a la palestra con este EP de versiones en las que Willie Dixon se lleva la palma. Esta vez han querido disfrutar y hacer lo que les ha venido en gana, justo como hace poco hicieron los Quireboys. Han actualizado los temas a los tiempos que corren y han adaptado los clásicos a su estilo con muy buenos resultados.

Groove y clase para recibir a “Built for Comfort”, a golpe de riff y transmitiendo muy buenas vibraciones. Hay un velo oscuro en la producción pero el corte brilla y se les nota cómodos atacando la versión. El tratamiento del riff de “Champagne and Reefer” es oscuro, casi acercándose a Black Sabbath pero manteniendo los elementos clave para reconocer el tema de bunas a primeras e incluye armónica. La voz de Chris Robertson se amolda perfectamente a las tesituras del tema y los coros completan esta gran versión de Muddy Waters. En “Palace of the King” tiran de coros a lo The Black Crowes dando colorido  a ese feeling y esas chispeantes guitarras de Ben Wells y del propio Robertson. “Hoochie Coochie Man” es quizá el tema más conocido de este EP, aquí apuntalado por una sección de vientos. A destacar la pegada de John Fred Young a la batería, algo que se repite en “Born Under a Bad Sign”, también dotada de un saxo muy protagonista. Aquí su habitual toque sureño salta a primera línea. Espectacular la demostración vocal de Chris Robertson. Y gran final con la festiva “I Want to Be Loved” de Muddy Waters con todo el sabor del Delta y ecos a Fats Domino.

Les perdí la pista y esta obra es ideal para volver a darles una escucha mientras esperamos material nuevo. El grupo mantiene una importante legión de fans pero en tierras hispánicas han quedado algo olvidados. Puede que no sea el mejor disco para adentrarse en su carrera pero sí una perfecta oportunidad para escuchar los clásicos imperecederos del blues de raíces y de volver a disfrutar de una banda sumamente especial. ¿Les volveremos a ver por estas tierras? Ha llovido mucho desde 2009…