Pain Of Salvation: Be

Era de esperar. El séptimo trabajo en disco de Pain Of Salvation es otra vuelta de tuerca, otra demostración de cómo rizar el rizo y una obra que, por desgracia, tan sólo reportará que sus incondicionales (pocos por lo que merecería este quinteto sueco) todavía les idolatren y reverencien más y otra inmejorable oportunidad para que sus detractores les sigan llamando “Pain Of Tostation”.

Sus trabajos nunca han sido fáciles y hasta devotos fans de Dream Theater se atragantan ante una banda capaz de mantener parte de su sonoridad disco tras disco, pero de poseer la increíble habilidad de sorprender una y otra vez. Aunque los ames, los odies o sencillamente no los comprendas, hay una cosa clara: no hay en la actualidad ninguna banda que se parezca a Pain Of Salvation; y sólo con decir esto ya es mucho, teniendo en cuenta los tiempos que corren.

Daniel Glindelöw sigue en sus trece de intentar emular al hombre renacentista por excelencia y aquí no solamente se ha atrevido a meter voces, coros, guitarras, percusiones, samplers y demás ruidos sino que, también ha dado forma a un concepto realmente trabajado y complejo. El disco gira alrededor de las preguntas filosóficas que se pregunta el hombre/mujer desde sus inicios y hace hincapié en la teoría de que todo es cíclico y que La Tierra no es más que una fase que se repite en la que el hombre crece, experimenta en otro planeta para estudiar su origen y vuelve a completarse el círculo. Ya os aviso que el booklet es una especie de organigrama estilo tesis (con bibliografía incluida) muy trabajado y digno de ser leído.

En el aspecto musical ya podéis imaginar que todo el disco es un festín de sabores y sorpresas de lo más variado, aunque necesita de educados paladares. Repartidos en cuatro actos, la banda sorprende una y otra vez jugando con silencios y con orquestaciones que le dan un toque ensalzador. Hay narradores, momentos sinfónicos, voces femeninas que pueden recordar en algún pasaje a los Pink Floyd y hasta hay cierto parecido con esa magna obra de Roger Waters llamada The Wall. La presencia del teclado de Frederik Hermansson es constante y le da una aura oscura que sumada a las orquestaciones hasta puede llegar a sonarnos gótica en determinados momentos. “Deus Nova” es una especie de preabertura al estilo “Anarchy X” del Operation Mindcrime de Queensryche que desemboca en la primera magna sorpresa: “Imago”. Si en algún otro disco la banda ya había tomado ideas de la música medieval aquí se han marcado un corte que (para que nos entendamos) podría recordarnos a los Blind Guardian más netamente medievales: voces susurradas, percusiones, mandolinas, coros…

La instrumental “Pluvius Aestius” tiene un aire a la popular banda sonora de Expediente X, con teclado muy presente. “Lilium Cruentus” ya va más en la onda que la gente puede esperar y rozando un altísimo nivel, mientras que la entrada de “Nauticus” es un coro de voces graves onda gregoriana apoyados por una mandolina. A lo largo del compacto podréis encontrar varios momentos cumbre, especialmente en el tercer acto. Y como viene siendo habitual en esta banda, grandes sorpresas como la “eclesiástica” “Omni” y la batucada final de “Martius/Nauticus II” al más puro estilo Angra. Destacar también la enorme calidad y sensibilidad de temas como “Iter Impius” o la extensa y trabajada “Dea Pecuniae” pues son de lo mejor que ha grabado la banda en toda su carrera.

Para algunos será el disco del año, para la mayoría un tostón de cuidado, pero si bien no es el mejor disco de Pain Of Salvation sí que es el más trabajado, y sólo por eso ya merece la pena acercarse y darle una oportunidad. No tiene la frescura de un Entropia ni unos temas tan redondos como el Remedy Lane pero también es diferente, aquí hay simbología, música descriptiva, sensaciones y un trabajo de unión y concepto soberbio.