Avalancha
Hablar de este disco es para mí como hacerlo de una parte de mi memoria, puesto que forma parte de mi vida y mis recuerdos de niñez, y el cariño que le tengo es inmenso. La objetividad se presume por lo tanto bastante poca, pero espero que sepáis disculparla, porque aún así no me resisto a darle un homenaje a este trabajo, la última obra de estudio de Héroes del Silencio, y que a la postre significó su retirada en la cima de su popularidad.
‘Avalancha’ es un disco de una calidad innegable, aunque no deja de suscitar debate entre quienes prefieren la época más “light” del grupo, cuando los heavies “auténticos” les tildaban de niñatos y posers, y sus últimos años de madurez compositiva. Yo, por mi parte, me quedo con este disco sin lugar a dudas frente a los otros tres. El aire de grandiosidad que desprende en cada nota, la sensación de que todo está en su sitio y no por casualidad, la maraña lírica que suponían las letras… Con este disco el grupo zaragozano llegó a cotas que pocos imaginaban allá por 1987, cuando empezaron a hacer sus primeras apariciones en televisión, presentando su primer EP, ‘Héroe de leyenda’.
Con ‘Derivas’, la primera y única intro en un disco de Héroes, se empieza ya a adivinar algo grande. Ruidos urbanos de fondo con una sencilla melodía que sugiere ambientes misteriosos nos conducen hasta ‘Rueda, fortuna’, un auténtico pelotazo de rock duro que entra directo al cerebro, las piernas y el corazón. Recuerdo la impresión tan honda que me dejó la canción la primera vez que la escuché, y aún hoy me sigue provocando buenas vibraciones. Es lo bueno que tiene la música que te cala hondo, que por más que la consumas, la quemes y la machaques, te sigue prendiendo la llama. La canción lo tiene casi todo: riff matador, ritmo acelerado, estribillo épico, unos coros sensacionales (igual que en todo el disco) y, sobre todo, la sensación de que Héroes del Silencio habían dado el paso que les faltaba para ser coronados como los reyes indiscutibles del rock cantado en castellano, después de aquel magnífico ‘El espíritu del vino’.
Sin habernos repuesto de este comienzo trepidante, llega esa obra maestra que es ‘Deshacer el mundo’, donde el pop rock se hace arte. La canción comienza casi sin querer (“empezar porque sí, y acabar no sé cuando”), avanzando con paso lento pero firme, con las guitarras y el bajo marcando el ritmo como un metrónomo acelerado, hasta desembocar en un estribillo genial, marca de la casa. Para rematar, Juan Valdivia nos deleita con un solo de guitarra magnífico, puede que el mejor que compusiera nunca. Fue una lástima que durante la última gira del grupo una lesión en la mano no le dejara plasmarlo en el doble directo que significó su despedida, ‘Parasiempre’, cuyo título resultó profético, tal y como están hoy las cosas. Y es que en su momento se dijo que la separación del grupo sería momentánea, que volverían en la gira del próximo milenio, y tal, y tal, pero… va a ser que no. Las asperezas no se limaron, sólo ellos y un grupo selecto de personas saben las verdaderas razones que dieron al traste con el grupo. Lo que está claro es que hoy por hoy Pedro Andreu, Joaquín Cardiel y hasta el mismo Enrique Bunbury estarían dispuestos a hacer una reunión, aunque fuese meramente esporádica, pero Juan Valdivia parece no estar por la labor de desenterrar lo que ahora mismo es un cadáver bien vivo (y si no que se lo digan a la discográfica EMI, que se está forrando a base de reediciones).
Siguiendo con el repaso al disco, llega entre quejidos de guitarra eléctrica una canción para la que me faltan palabras con que describirla. Nada más y nada menos que ‘Iberia Sumergida’, una lección auténtica de rock hecho con clase, con una melodía de guitarra made in Juan Valdivia que parece fruto de un pacto con Belcebú, los timbales de Pedro Andreu llamando a las puertas del infierno y Enrique Bunbury y compañía entonando el estribillo más épico de toda la discografía de Héroes. Sublime, espectacular. Y un videoclip magnífico, por cierto, con el agua cayendo sobre los miembros de la banda. El single de adelanto de este disco no podía estar mejor elegido, y enseguida empezaron a vender copias como churros.
El tema homónimo del disco es otra buena muestra de hard rock en la que, para los curiosos, el grupo refleja el primer taco (‘cojones’) en una de sus letras. Hace una década no era muy normal que un grupo que salía en los 40 Principales soltara palabras malsonantes (quién no recuerda el escándalo puritano de Molotov con su ‘Puto’), pero no por ello tuvieron reparo en elegirla como tercer single del disco. Muy buen tema para seguir con la tónica de calidad, si bien es verdad que la canción gana muchos enteros en directo, tiene más rabia. Como contrapunto llega a continuación la primera balada, ‘En brazos de la fiebre’. Con los acordes de la guitarra acústica y Bunbury desgranando estrofas como quien cuela hilos en ojos de aguja tenemos el clima perfecto para sumergirnos en el ambiente íntimo de esta canción melancólica, rematada con fuerza con un acertado solo de guitarra.
Y tras la calma, la tempestad de ‘Parasiempre’, uno de los temas más contundentes que han compuesto jamás los de Zaragoza (junto con la autoversión que incluyeron en el disco de rarezas, ‘…Y parasiempre’). Lo que más me gusta de la canción no es ni el riff de entrada, ni el solo ni el estribillo, sino el estupendo puente que sirve de enlace entre éste y las estrofas, sobre todo por el efecto grandilocuente de los coros. Después de dejarnos sin aliento, vuelta a la tranquilidad, a los sones orientales con los que ya empezaran a experimentar en su anterior disco. ‘La chispa adecuada (Bendecida 3)’ no es sino una canción de amor que Bunbury dedicó a su novia, con una letra exquisita y rica en metáforas, haciendo en conjunto una balada muy buena, que además sonó bastante en radio y televisión.
‘Días de borrasca’ nos devuelve a los Héroes del Silencio más crudos. El riff es sencillamente memorable y la canción, la más larga del álbum, desprende grandeza por todos lados. Desde luego se nota que las musas acompañaron a los miembros del grupo durante su refugio en el hospital de Benasque, donde se juntaron para dar forma a este ‘Avalancha’. Estaban cansados después de una larga gira presentando el anterior disco, pero el momento era el propicio para sacar otro álbum al mercado y explotar definitivamente la vena comercial del grupo, como bien sabía la compañía. Andy Jackson se perfiló como el productor del disco junto con el mítico Bob Ezrin (Pink Floyd, Kiss, Alice Cooper), en sustitución de Phil Manzanera, y la banda no supo decir que no a pesar de su agotamiento. Como curiosidad, cabe añadir que el disco se iba a llamar ‘Babel’, como la canción que finalmente entró en ‘Rarezas’, pero finalmente se descartó su inclusión.
‘Morir todavía’ es por sí misma quizá la canción que menos destaque del disco, pero a fuerza de escucharla va ganando enteros. El segundo estribillo está realmente conseguido (algo más que el primero), aunque la canción en general se queda algo eclipsada respecto a las otras. Justo después viene otra de esas maravillas que hacen de este disco algo excepcional: ‘Opio’. Con este tema dieron en la tecla de cómo componer con elegancia sin perder por ello fuerza en el sonido, en parte gracias al estupendo riff principal y a un estribillo de esos que hacen definitivamente grande a una buena canción. No obstante me quedo con la posterior versión que incluyeron en el disco de rarezas, y si me apuráis, con la del directo de ‘Parasiempre’, que también incluye la parte final silbada por Bunbury, pero con más contundencia. Lo que fue un crimen es que no la incluyeran en su momento en la versión en cassette, por aquello de la duración más reducida de las cintas, privándonos a unos cuantos durante un tiempo de esta excelente canción.
Y el disco se cierra con la que es para mi gusto la mejor balada del grupo, aunque sé que algunos discreparán de esta opinión. ‘La Espuma de Venus’ es ensoñadora y atmosférica, tiene un aire de pomposidad inigualable y logra poner el vello de punta con relativa facilidad, entre otras cosas por la gran línea de bajo de Joaquín Cardiel y los guitarrazos de Valdivia y Boguslavsky, el héroe en la sombra. Es perfecta para cerrar un disco completo y sin fisuras, un trabajo que es la mejor forma de demostrar que la buena música rompe todo tipo de barreras idiomáticas y más aún si se acompaña de una buena promoción internacional, como fue el caso. Esta vez, y sin que sirva de precedente, el merecimiento era pleno.
Muchos años hace desde que Juan Valdivia y Enrique Bunbury dieran sus primeros pasos musicales siendo unos adolescentes con su grupo Zumo de Vidrio. Desde entonces han pasado muchos kilómetros, ruedas de prensa, sesiones de fotos, millones de discos vendidos, giras extenuantes por todo el mundo y un legado que ningún grupo ha recogido todavía en España y que tardará años en hacerse. Demostraron que no hace falta cantar en inglés para ser superventas en otros países, como les ocurrió en Alemania o Suiza, crearon una imagen y una personalidad propias y serán recordados por muchos como la banda de rock más grande que parió esta piel de toro. No seré yo quien afirme este extremo, porque toda opinión es subjetiva y de España han salido otras grandísimas formaciones, pero quizá ninguna ha dejado la huella de Héroes. Sus fans los adoran y los foros en Internet rebosan actividad, sus discos siguen vendiéndose y sus camisetas se siguen viendo. Existe un clamor callado que pide su vuelta, aunque con estas cosas ya se sabe que el tiro puede salir por la culata. Francamente, yo no sabría qué decir. Se fueron siendo tan grandes que casi creo que es mejor que sigan siéndolo así, en el recuerdo. A no ser que se reúnan para hacer una gira definitiva de despedida o para componer otra maravilla del nivel de las anteriores. Ellos sabrán. Mientras se mantendrá la esperanza, aunque no se sepa muy bien en qué.
Pablo García Caño
Discográfica:EMI
Puntuación:9.5
Canciones:
- Derivas
- ¡Rueda, fortuna!
- Deshacer el mundo
- Iberia Sumergida
- Avalancha
- En brazos de la fiebre
- Parasiempre
- La chispa adecuada (Bendecida 3)
- Días de borrasca (víspera de resplandores)
- Morir todavía
- Opio
- La espuma de Venus
Año:1995
Votación de los lectores:6.55556
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