Tesseract: Altered State

Hace un año mencionaba en la review del Ep ‘Perspective’ que lo de TESSERACT y los vocalistas tiene tintes de maldición. Dos pasaron desde su formación a su álbum de debut. Tampoco es algo fuera de lo común en muchas formaciones hasta consolidar su line-up. Poco después Daniel Tompkins dejaba el grupo, ocupando su puesto Elliot Coleman. Y de nuevo, un cambio de cantante se cruza en su historia.

Ahora es Ashe O’Hara el que está al frente de la banda. Lo más curioso del asunto es que en un grupo donde la técnica instrumental prima sobre lo demás, es en el apartado vocal donde por donde han pasado hasta cinco personas distintas en menos de una década. Y el tener distintos cantantes ha hecho que el cambio en el seno de TESSERACT sea evidente, habiendo dejado de lado las voces rasgadas, y siendo O’Hara un cantante puramente melódico. ‘Altered State’ está dividido en cuatro actos

‘Of Matter’ empieza de manera tranquila y atmosférica con ‘Proxy’, antes de que Acle Kahney y James Monteith empiecen a soltar sus guitarrazos, si bien uno de los mayores puntos a favor de la banda es el sonido final que han sacado a la producción, con un bajo en primer término que es una delicia escuchar. ‘Retrospect’ baja el tempo para adentrarse por completo en pasajes ambientales en ‘Resist’, que cierra la primera parte. ‘Of Mind’ empieza más cruda y agresiva de la mano de ‘Nocturne’, pero las melodías de voz hacen que pierda buena parte de la garra inicial, yendo y viniendo según aparece y desaparece de escena. Lo mismo ocurre con ‘Exile’, la composición más larga y trabajada del disco, y haciendo gala del buen hacer con los instrumentos en ‘Eclipse’, encargada de abrir ‘Of Reality’; es en ella donde más cómodos y naturales se les nota. ‘Palingenesis’ y ‘Calabi-Yau’ completan el tercer capítulo de manera breve, casi en forma de interludios, y con la aparición de un saxo en la segunda, que le da un toque de distinción. Para ‘Of Energy’ vuelven a extenderse hasta los ocho minutos con ‘Singularity ‘ de manera igual de brillante que en ‘Exile’, para cerrar con una prescindible ‘Embers’, que no deja el mismo sabor que en el minutaje anterior. Se agradece que con su fórmula no caigan en los clichés habituales de géneros afines al suyo, pero vuelvo a exponer lo citado anteriormente: el contraste de partes más cañeras con la melodía continua de Ashe O'Hara hace que al grupo le falte algo para terminar de explotar. Uno tiene la sensación constante de que en cualquier momento un cambio de ritmo nos traerá algo más acorde a lo que transmite la música, pero nunca llega. Y aunque haya alguna destacada, tampoco tiene un tema que destaque en exceso sobre los demás. En cualquier caso, un buen disco para pasar un rato… tranquilo.