Great White: 30 Years – Live from the Sunset Strip

La banda maldita del rock duro por antonomasia vuelve a editar un disco en directo para celebrar sus 30 años de singladura. Las han visto de todos los colores esta gente, pero es innegable que siguen siendo una banda realmente especial por mucho que su cantante de toda la vida ya no esté en sus filas. Quienes estuvimos en su última gira os podemos asegurar que el fichaje de Terry Ilous es espectacular. El ex XYZ encaja como anillo al dedo en la banda, muy a pesar de que Jack Russell ya tiene en marcha su propia versión de Great White. Su resurrección no ha sido fácil, pero está más que claro que los Great White de toda la vida son estos. Muy a pesar de que hoy en día no poseen la tirada que tuvieron en su día esta gente hace bien las cosas y este directo sirve más que nada para demostrar a todo el mundo que el escualo sigue vivo, con otro cantante, pero vivo y coleando.

El disco está compuesto por once mordiscos, los esperables. Sus temas más emblemáticos. Evidentemente está la estelar “Rock Me”, impresionante con esos coros perfectos y esa progresión en crescendo. Para muchos su gran tema es la balada “Save Your Love”, pero poseen otras de más efectivas. Ese fue su hit en las listas americanas. Enormes también son “Cant Shake It” y la melódica y juguetona versión del “Once Bitten Twice Shy” del coloso Ian Hunter. El disco suena pulcro, con una gran producción. El público apenas se oye, pero se disfruta de un show intimista, muy colorido, con  una banda disfrutando y se respira un ambiente festivo y vicioso. Ilous se sale, y el resto del combo cumple bien con su cometido. Su blues meloso y repleto de feeling asoma con fuerza en “Lady Red Lights”, en la potente “Face the Day”, con otro de los crescendos marca de la casa, pero sobretodo en la imprescindible “Mista Bone”. A destacar sobretodo la labor de Kendall a las seis cuerdas y esa base rítmica que siempre destaca por su solidez. Entre los temas más nuevos recuperar “Back to the Rythm”.

Diversión, desenfreno, feeling, blues y hard rock… Un poco de todo lo que siempre han ofrecido estos Great White, de largo, una de las mejores bandas que salieron en los 80. A pesar de que siempre quedaron unidos a las bandas de hair metal, ellos eran diferentes a todos. Su base blues les hacía diferentes y ese cantante con una voz capaz de acercarse al mismísimo Robert Plant les hacía enormes. Nunca tuvieron fortuna, y la poca suerte que les podía sonreír, les hizo siempre una mueca desdentada. A pesar de todas las malas suertes del mundo han ido sacando la cosa a flote, que no es poco, y siempre que nos han visitado han demostrado el por qué ellos siguen en la brecha mientras otros están casi desahuciados. Lástima todo el mal rollo con Russell, pero qué le vamos a hacer… Un disco para reafirmar la buena etapa y su buen momento.