Dropkick Murphys: 11 Short Stories of Pain and Glory

No es el habitual disco de los Dropkick que entra a la primera. Más maduro, trascendente y social pero al que le das varias escuchas y termina por engancharte definitivamente. Puede que no tanto como el brillante “Signed and Sealed in Blood” pero te aseguro que hay aquí tres temas que van a quedar fijos para futuros conciertos.

Siempre he considerado a esta gente como una de las futuras bandas capaces de llenar grandes recintos y ser futuro de la escena, aunque tamaño desafío pasa por conceder al gran público sonoridades más accesibles y algo de pérdida de la autenticidad primigenia con la que les vimos nacer. Son toda una institución en Boston y su punk folk bebe de los geniales The Pogues. Están en todos los fregados hasta el punto de que en su última visita a Barcelona no estuvo Al Barr ya que estaba en un show benéfico con Springsteen, he aquí el precio que pagan por ser grandes, pero esperemos que no terminen como Red Hot Chili Peppers… Estaba claro que superar un disco como “Signed and Sealed in Blood” iba a ser difícil pero hasta cierto punto está justificado. Dan mucho protagonismo a letras y a la temática social así que en esta obra puedes llegar a echar un poco de menos rabia, velocidad y fiesta.

Y eso que el inicio es rotundo con una memorable “The Lonesome Boatman”. Crescendo épico y coros hooligans para firmar un tema que en directo será matador. Las sorpresas son constantes pero es la final “We’ll Meet Again” de deje David Bowie la que más descoloca. Curiosamente salen airosos y exploran nuevos registros. Onda positiva a piano que servirá para despedir a la gente en sus descargas. Por otro lado no tiene mucho sentido “Blood” creada a partir de la famosa “Ring of Fire” de Cash. El riff lo hacen los vientos y protagonismo total para las letras quedando hímnica y resultona. “Sandlot” conecta directamente con su última obra, más melódica y accesible con arreglos de palmas y buen feeling felizón. Evocadora y coreable pero también sencilla. “First Class Loser” posee mucho gancho centrada en la figura del perdedor. Aire western y deje Pogues.

En “I Had a Hat” recuperan velocidad y estilo que les ha hecho célebres a pesar de no ser un tema para tirar cohetes y es tradicional irlandesa. Funciona como siempre incluyendo solo de guitarra por parte de James Lynch y Tim Brenan, y esa sensación de fiesta y desparrame constante. Los coros son uno de sus puntos fuertes y a nivel de producción son conservadores y siguen bastante la línea habitual. En “Kicked to the Curb” hay otro tema desenfadado con riff potente. Otra que había de caer tarde o temprano era sin duda el himno del Celtic de Glasgow (también utilizada por el Liverpool) y que ya tocaron en su día los The Adicts: “You’ll Never Walk Alone”. Preciosa canción que pasará a engrosar su retahíla de himnos y que será vivida en directo como una auténtica fiesta. Está su habitual sello punk más una gaita reforzando con potencia. El tema más serio y bonito es el homenaje a las víctimas del atentado de Boston: “4 15 13”. Preciosa y armada con el arsenal folk y aura triste. Completa el pack “Paying My Way” tratando el espinoso tema de la rehabilitación del mundo de la droga.

No es el habitual disco de los Dropkick que entra a la primera. Más maduro, trascendente y social pero al que le das varias escuchas y termina por engancharte definitivamente. Puede que no tanto como el brillante “Signed and Sealed in Blood” pero te aseguro que hay aquí tres temas que van a quedar fijos para futuros conciertos. Si coges su anterior obra y le añades esos toques Bowie de su último tema tienes una puerta abierta a la experimentación a pesar de que la gente va a seguir reclamando sus habituales himnos punk de coros hooligan. Veremos cómo evolucionan los Dropkick ahora que se enfrentan al siempre imposible reto de ganar nuevos fans manteniendo contentos a los de siempre.