Cuando uno va a ver un concierto de YNGWIE MALMSTEEN ya sabe a lo que atenerse. No tiene sentido salir del show soltando esa clásica retahíla de “oh, podría haber tocado alguna canción más en lugar de hacer ese solo tan largo” o “parece que se crea el rey del mambo” o “joder, si que se ha engordado”. Todos sabemos que Yngwie es un pesado con su solo de un cuarto de hora, que no se cree sino que ES el rey del mambo (en su escenario) y que si, que está como para hacer embutidos con él. Pero es como ir a un concierto de KISS y quejarte de que no puedes ver sus caras porque las llevan pintarrajeadas. Por favor! Nuevamente, una sala Apolo abarrotada y a pocas decenas de entradas del sold-out recibió a Yngwie Malmsteen en toda su gloria. El tipo hacía unos años que no se prodigaba por Barcelona (y España, en general), algo que solventó rapidamente con una gira de varios shows que servía para hacer promoción inicial de su nuevo disco y presentar a su nuevo vocalista, el poco valorado Tim “Ripper” Owens, ex – JUDAS PRIEST.

Sin el nuevo disco como justificación, ver a Yngwie se volvió una experiencia algo más extraña de lo habitual y otro claro marcador de que el negocio de la música sigue cambiando. Hoy la mayoría de los artistas salen de gira sin ni siquiera tener su nuevo disco en la calle, porque saben que en el fondo el nuevo disco no influye en las ventas de tickets. Sino que se lo pregunten, precisamente, a KISS. No obstante, un concierto de Yngwie nunca viene dado por el orden que marcan otras bandas: ni tieneporque haber temas de todos los discos, ni tiene porqué haber selecciones del nuevo disco ni tiene porque haber ninguna clase de esquema predeterminado. Es un one-man-show en el que lo único que importa es el lucimiento del sueco. Sueco que, todo sea dicho, puede lucirse porque tiene la habilidad para ello. Pero creo que , a estas alturas, TODOS hemos captado el mensaje y sabemos de sus bondades con el mastil. Pero el tipo tiene una identidad que se niega a perder, incluso si ello significa cansar hasta el hartazgo a sus seguidores. Cuando uno mira el escenario incluso antes de que comience el concierto queda terriblemente claro quien va a gozar de mayor protagonismo en ese concierto, pues una torre gigante de amplis Marshall domina la parte derecha del escenario, mientras que en el mismo espacio que ocupa la torre de Marshalls se situan –en el lado izquierdo- bajista, batería y teclista. Casi me recordó a esas orquestas de teatro que en el reducido espacio que ofrece el foso que suele haber bajo el escenario suelen encajar todo tipo de instrumentos y personal. Obviamente, todos lo esperábamos. No obstante, no deja de sorprender que un tipo como Yngwie no haya perdido de una vez el complejo de inferioridad. Alguien de no recuerdo qué grupo decía que si le haces la vida imposible a tus teloneros (ya saben, dejandoles utilizar poco sonido, poco espacio o pocas luces) es porque estas inseguro y, por ende, no mereces ser cabeza de cartel. Lo mismo se podría aplicar a Malmsteen dentro de su propia banda, aunque sin obviar la calidad técnica y compositiva del sueco. Pero cuando tienes tantas prohibiciones a los miembros de tu banda es porque alguna inseguridad te agobia. Era una pena ver como Tim “Ripper” Owens tenía que desaparecer cada dos por tres del escenario para dejar espacio a Yngwie. Cuando volvía era para incitar a que el público coreara el nombre del guitarrista, para señalarle y pedir griterío durante todos sus solos o directamente para cantar lo que tocaba y volver a desaparecer apresuradamente. Me parece de mal gusto, que quieren que les diga. Entiendo el concepto de líder y banda de acompañamiento, pero la manera en que Yngwie marca territorio sobre el escenario es peor que una manada de perros en celo.

Otra cosa realmente irritante es la manide Yngwie de utilizar unica y exclusivamente luces rojas durante su show, la pesadilla de cualquier fotógrafo. No,perdonen. Luces rojas y hielo seco. ESA si que es la pesadilla de cualquier fotógrafo y en el show de Malmsteen se pudo ver a unos cuantos llorando desconsoladamente ante la tremenda basura visual en que se había convertido aquel escenario. Quizá tmabién restringe los efectos luminotécnicos para que la atención se centre aún más en su interpretación a la guitarra? Quien lo sabe? Pero no me extrañaría un pelo.

Tim Owens hizo un show correcto, donde demostró que no es el vocalista ideal para Yngwie, pero que es un vocalista fuera de serie se coja por donde se coja. Muchos preferirían a un vocalista algo más melódico interpretando “I’ll See The Light Tonight” o “I’m a Viking”, pero lo cierto es que Ripper le da un toque mucho más heavy al asunto que no termina de disgustarme. Ahora, a nivel purista, Ripper no era el tipo más adecuado, seamos sinceros.

Con un sonido algo mejorable, Malmsteen recorrió su mastil interminablemente en canciones como “You Don’t Remember I’ll Never Forget”, “Dreaming (Tell Me)”, las recientes “Cracking The Whip” o “Crown Of Thorns” y evidentemente, durante su solo de más de un cuarto de hora (uno de ellos). No hubo espacio para más de doce o trece canciones en un concierto de hora y cuarenta y cinco minutos, lo que da una buena muestra del grado de masturbación guitarrística allí vivido. Pero como decía al principio de la crónica, todos sabíamos a lo que ibamos. Aunque debo admitir que “Gates Of Babylon” fue para mi el mejor momento del show, ya que Malmsteen estaba practicamente obligado a hacer las cosas de una manera muy concreta y a seguir un cierto patrón. Me gusta ver a un tipo como Yngwie aguantando el tipo bajo los parámetros marcados por otro, en éste caso su ídolo Ritchie Blackmore.  Aunque, si hay que ser honesto, la versión no es exactamente “fiel”. Más bien “freestyle”.  Pero no deja de ser una versión. Y para que Malmsteen preste atención a algo que no es suyo, solo puede ser de Blackmore.

Texto y fotos: Sergi Ramos

Promotor:RM Concert

Asistentes:700

Día:05/07/2008

Sala:Apolo

Ciudad:Barcelona

Puntuación:8