TRIVIUM + ANNIHILATOR + SANCTITY
Siendo como es que se trata de una banda que ha pegado el pelotazo en américa, me hubiera imaginado a TRIVIUM tocando incluso en una sala Razzmatazz, pero finalmente la sala grande de Apolo se erigió adecuada. Muchos fueron los que se sorprendieron cuando se anunció que ANNIHILATOR iban a ser los teloneros de los americanos y no al revés. En realidad, a nadie debería extrañarle, pues a día de hoy (y, de hecho, casi desde siempre, por mucho que algunos nunca hayan reparado en ello) las ventas de discos y nivel de popularidad del momento son variables que mandan por encima de la longevidad de una formación o su posible estatus de clásico. La sorpresa debió tornarse espanto cuando se anunciaron los horarios de los shows: ANNIHILATOR tocaban los primeros de la noche, por detrás incluso de unos tales SANCTITY, grupo del que nadie sabía nada. De hecho, incluso llamando el día mismo del show a la sala te lo confirmaban. A la hora de la verdad pareció imponerse la lógica y fueron los canadienses los que tocarían justo antes de TRIVIUM, hecho que hizo preguntarse a muchos a que se debía todo este baile de horarios. La incógnita no se desveló, pero los seguidores de Waters y su séquito dieron un profundo respiro de alivio, no cabe duda (sobretodo los que tenían compromisos laborales hasta ciertas horas).
SANCTITY parecieron dejar a la concurrencia, cuanto menos, complacida. Yo tampoco conocía a la formación, pero pude comprobar que la banda gusta de practicar un power thrash a la americana en una onda NEVERMORE. Tan sólo tienen un disco en el mercado – “Read to Bloodshed” es su nombre, editado por Roadrunner-, por lo cual el repertorio no daba lugar a muchas dudas. Si algo se puede destacar de la banda, sin lugar a dudas, es la potencia que desprenden y la entrega. El pelirrojo vocalista y guitarrista Jared se erigió como la pieza fundamental del cuarteto, encargándose de las rítmicas y paseando su voz rota sobre las notas con soltura. La verdad es que no desentonaron para nada en el cartel, ya que su propuesta musical se reveló afín al resto del cartel. A un servidor le resultaron tan sólo agradables, aunque me consta que a más de uno lo dejaron prendado.
Con ANNIHILATOR llegaría un momento muy esperado, tal y como quedó demostrado con la respuesta del público, que se apelotonó en las primeras filas de una forma bastante visible. Y es que en los últimos años cuesta bastante que se pasen por España, a no ser que se trate de apariciones esporádicas en festivales, lo cual resulta insuficiente para todo seguidor que se precie, máxime teniendo en cuenta la solvencia de Jeff y quién-sea-quién-le-acompañe sobre las tablas. Un escenario ya de por sí pequeño al que había que sumar la limitación que suponía que gran parte de él estuviera ocupada por la batería reservada para la actuación de TRIVIUM no resultó óbice para que la banda saliera a matar y no parara de moverse en todo el show, especialmente un Jeff Waters bastante motivado, que anduvo doblándose, retorciéndose y paseándose sin parar de deleitarnos con su exquisita técnica a las seis cuerdas. Mientras este monstruo siga en tal estado de forma tenemos ANNIHILATOR para rato. Tocaron ni más ni menos de lo que esperábamos, tres cuartos de hora o incluso un poco más (insuficiente, por supuesto, pero al menos no nos pilló por sorpresa) y el playlist dejó a casi todo el mundo satisfecho, estando compuesto sobretodo por material nuevo y material del más antiguo: todos los temas interpretados salvo tres (dos del último disco y uno del “Waking the Fury”) son anteriores al King of the Kill del ’94. No fue una mala elección, no les quepa la menor duda, aunque a título personal no me hubiera importado en absoluto escuchar algún trallazo del “Refresh The Demon” (¡el tema homónimo no hubiera estado nada mal!, y aunque aparecía en el set list y todas las webs lo citan ya os digo yo que NO la tocaron). Al fin y al cabo, el gentío se iba a revolucionar cuando sonaran cortes de los tres primeros plásticos de la banda y con razón (menudas joyitas). Hasta tres cortes del “Never,Neverland” llegaron a caer, siendo realmente impactante la interpretación que se marcaron del tema-título de dicha obra, en la cual el siempre criticado Dave Padden logró emular en las partes más emocionales los registros del Coburn Pharr original con bastante destreza. Realmente no soy uno de los detractores de Dave Padden, aunque tampoco un entusiasta suyo. Sencillamente, no sé todavía cuál es el potencial de este señor, aunque lo cierto es que sus aportaciones en “Schizo Deluxe” lograron dejarme un sabor muy grato, más que sus gorgoritos en “Metal”. En directo, de momento ha demostrado solvencia suficiente como para hacer que las voces más críticas al menos no alcen la voz. Veremos en el futuro próximo qué es lo que puede llegar a ofrecernos, siempre y cuando en señor Waters no decida prescindir por enésima vez del voceras de la banda en un corto período de tiempo váyase usted a saber por qué razón. Las aportaciones de Jeff Waters a las voces, por otra parte, rallaron a un alto nivel, aportando dosis de agresividad sin medias tintas. El sonido estaba siendo bastante bueno y ello nos permitió disfrutar como es debido de esta pequeña cápsula de metal directo a vena, pues lo que el bolo tuvo de corto lo tuvo también de intenso. Como para no erizarnos el vello una interpretación tan sentida de un clasicazo sin parangón como es “Alison Hell”, con la que finalizaron el show. “Fun Palace” y “Set the World on Fire” habían conformado anteriormente otros de los puntos álgidos de la noche. Definitivamente, nos quedamos con ganas de más. Un diez para ANNIHILATOR, que cuajaron una actuación mucho más notable que la del pasado Metalway 2006.
Muchas son las bandas a las que se les ha colgado el sambenito de “futuras promesas”, “relevos generacionales” y demás coletillas durante la última década. El 90% de ellas despedían a kilómetros un tufillo a moda pasajera bastante desalentador; con tan sólo pronunciar el término “nu-metal” a muchos les carcomía un principio de úlcera desde sus entrañas. TRIVIUM no tienen nada que ver con todo eso. Ni tan siquiera con lo que “se lleva ahora”, el metalcore, un estilo/conglomerado mucho más coherente e interesante que el anteriormente citado. De hecho, la primera vez que escuché a la banda, no lo entendí. ¿Por qué la gente tiene tan claro que TRIVIUM son metalcore, nu-metal o cualquier otra etiqueta de nuevo cuño que se nos pase por la cabeza? Podríamos identificar cierta herencia de estos estilos en las voces más limpias y melódicas que la banda de Matt Heafy aporta en algunos de sus temas, pero más allá de este detalle el resto es pura inspiración en el heavy más speedico de los 80, en perfecta sintonía con el thrash metal en algunas ocasiones. Los tres discos que la banda alberga en su regazo son suficiente argumento para alejarlos casi por completo del emocore, por constar aquí la otra cara de la moneda. La media de edad con la que nos encontramos en la sala Apolo fue algo más elevada de la que algunos se esperaban, a pesar de que capsulas como “Entrance of the Conflagration” y “Ember to Inferno” fueran coreadas, sobretodo, por los más jóvenes. El sonido, al menos desde donde yo me encontraba, resultó ciertamente bueno (aunque no espectacular), hecho que no hizo sino realzar el gran directo que posee la banda. Pocas agrupaciones con una media de edad tan baja pueden presumir de tantas tablas, pues la presencia del cuarteto sobre ellas resulta cualquier cosa menos anecdótica: headbangings al unísono, intercambio de posiciones, complicidad sobre el escenario y calidad técnica a raudales son quizás los elementos claves que conjugan a su antojo, tal y cómo nos demostraron con la interpretación de “To The Rats”, donde la rapidez anduvo secundada por unas buenas andanadas de hostias en las primeras filas. “Detonation”, “Rain”, “Unrepentant”, “Tread the Floods”… ninguno de los tres discos de la banda se quedó sin representación en el playlist, haciendo justicia a la calidad pareja que de ellos se desprenden (por mucho que los más laureados hayan sido los dos primeros). A ello cabe añadir detalles en la interpretación realmente importantes como puede ser la participación de casi todos los miembros en las tareas vocales, intercambiando funciones tanto en las voces rotas como en las limpias con una facilidad bastante evidente, hecho que contribuyó a potenciar sensación de compenetración y empaque de la banda. “Ascendancy”, “Ignition” y “Anthem (We Are The Fire)” conformaron el tridente metálico tras el cual Travis, Corey, Paolo y Matt hicieron el primer amago de largarse a sus camerinos. Tras el consabido griterío, una buena dosis de caña como lo fue “A Gun Shot to The Head of Trepidation” hizo las veces de bálsamo para saciar el éxtasis de los más jóvenes del lugar, mientras el resto se miraban entre sí con claros signos de aprobación. Para cerrar, estaba cantado (nunca mejor dicho), el tema que los impulsó al estrellato en su momento, “Pull Harder On The Strings Of Your Martyr”. Celebrada como pocas, supuso el colofón a una gran actuación de TRIVIUM, quienes ya tienen suficiente terreno ganado como para ser reconocidos como la gran banda que son. Teniendo en cuenta que no venía siendo habitual que en los últimos años las bandas yankis de metal que pegaban el bombazo en USA atesoraran un alto nivel de calidad, TRIVIUM son un regalo.
Texto: Penumbra; Fotos: Sergi Ramos
Promotor:Doctor Music
Asistentes:700
Día:29/05/2007
Sala:Sala Apolo
Ciudad:Barcelona
Puntuación:8
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.