Son extraños los tiempos que corren. Cuando casi no tenemos dinero en los bolsillos para llegar a fin de mes, cuando apenas podemos malvivir prescindiendo de toda clase de lujos, cuanto mas negra esta la cosa, mas concierto y espectáculos recaen en la geografia española. No hace tanto que teníamos que esperar años, si no lustros, para poder ver en directo a nuestra banda favorita. Eso indudablemente tiene ciertas desventajas, pero también recubría los conciertos de un aura mágica que poco a poco van perdiendo. Lo que vivimos la noche del 17 de Febrero en Madrid fue un poco el reflejo de todo lo que esta pasando.

No hacia apenas un año que Thin Lizzy deleitaban a la audiencia con un magnífico concierto en la madrileña sala Joy Eslava presentando un lleno hasta la bandera. Todo lo que comentaba antes se hizo presente cuando en esta ocasión apenas consiguieron reunir media entrada en La Riviera. Quizás si esta gira se hubiera retrasado unos meses, o algo más, podría haber cambiado la historia, pero señores, los músicos también comen, y si no se venden discos, no queda otro camino que tocar constantemente. Y he aqui las consecuencias de todo lo que nos ha tocado vivir.

El principal inconveniente es que el ambiente casi gélido de una sala tan grande a medio llenar desvirtúa el concepto de concierto de rock, de comunión entre banda y público. Ese intercambio de energía entre ambas partes es básico para que el espectáculo resulte redondo. Porque señores, no nos engañemos. Los mejores conciertos de la historia no se hicieron ante 500 personas en una sala de 2000.

A pesar de lo desangelado de la tarde, los madrileños El Dorado abrieron la velada con su rock clásico (demasiado clásico total) con constantes guiños a las bandas de los 60 y 70. Hay que reconocer el mérito de estos chicos y su propuesta que, si bien no aporta nada nuevo, resulta atractiva en directo. Grandes dotes musicales las de estos chavales, obreros del rock, que a base de mucho trabajo poco a poco van posicionandose y consiguiendo quemar etapas. Suerte para ellos.

Y sobre la hora prevista y ante un letrero luminoso, salen a escena Scott Gorham y compañía. La propuesta musical difiere poco de lo que pudimos ver el año anterior y podemos sacar parecidas conclusiones. En primer lugar, que los clásicos por algo son clásicos, y que siempre funcionan. De ahí que en determinados momentos, con temas como “Jailbreak” o “Still in love With you” diera la sensación de que estabamos ante un concierto grande. En segundo lugar, destacar un mas que aceptable sonido, que permitia disfrutar de todos los matices y detalles de las canciones. Y en tercer lugar y no por ello menos importante, destacar la magistral labor de Ricky Warwick asumiendo las labores de frontman de una banda con tanta historia, con la enorme dificultad que eso conlleva.

En definitiva, un concierto para nostálgicos, un poco en la onda de las bandas tributo que tanto pueblan el panorama hoy en dia. Para disfrutar de viejas canciones y no esperar mucho más a cambio.

Texto: Fran Domínguez / Fotos: Javier Bragado

Promotor:Rock N Rock

Asistentes:1000

Día:17/02/2012

Sala:La Riviera

Ciudad:Madrid

Puntuación:7