Hay artistas a los que tienes que ver sentado. Simplemente hay músicos tan espectaculares, tan magistrales sobre el escenario… que estar más de dos horas estirando el pescuezo tras un gentío considerable para intentar atisbar algo de lo que sucede allí arriba se puede hacer tedioso, sobretodo comparado con el impagable placer de estar sentado en una comfortable butaca sin perder detalle de qué hace cada uno de los instrumentistas. Tras la exitosa visita de STEVE VAI a la ciudad condal en diciembre del año pasado, el pasado lunes se nos presentaba en Barcelona una nueva oportunidad de ver al ilusionista de las seis cuerdas. Pero esta vez no en una sala como Razzmatazz, sino en un recientemente inaugurado Teatro Barts. Se retiraron los asientos de pista para mayor capacidad, pero se ofreció la suculenta posibilidad de comprar entradas en los palcos o en las plantas superiores, ofreciendo una excelente visibilidad y comodidad. Pese a mi insistencia sobre las maravillas de ver el espectáculo desde un asiento, cabe decir que la pista gozaba una ocupación importante (aún habiendo asientos libres arriba y sin que la diferencia de precio fuese realmente significativa, lo cual demuestra que esto al fin y al cabo va a gustos…).

El show empezaba con el luminoso ojo del telón de fondo escrutando los rostros de los allí presentes, con una breve intro que pronto nos traería la dinámica "Racing the World", excelente canción para abrir la noche y posteriormente continuar con más material de su último disco "The Story of Light", esta vez con "Velorum". Sin duda dos temas para arrancar que demuestran que sus más recientes publicaciones siguen manteniendo un altísimo nivel. Los característicos bailes sobre el escenario de nuestro estimado protagonista provocaban cándidas sonrisas en la mayoría de los allí presentes, y es que los conciertos de STEVE VAI no son sólo una impresionante exhibición de talento, sino también una pintoresca exaltación del lado divertido de la música. Precisamente antes del tercer tema, Vai se quitaba el sombrero (nosotros también ante él pese a que lo suyo fuera literal) y se dirigía por primera vez al público haciendo gala de ese mencionado sentido del humor que da color a sus actuaciones. "Esta noche vamos a estar tocando 6 horas, que tiemble Bruce Springsteen" o "Para esta actuación me he enfundado en los pantalones de PRINCE" eran simplemente algunos de los comentarios que nos brindaba mientras jugueteaba hasta con las cámaras de algunos de los asistentes haciéndose auto-fotos. Personaje carismático y querido donde los haya.

Para la sideral "Building the Church" sacaba a relucir su flamante guitarra con LEDs en el mástil y nos elevaba a galaxias inexploradas con unas inquietantes melodías que bien podrían ambientar la mejor de las escenas de ciencia ficción. Un rápido cambio de caja en la batería precedía a la siempre emotiva "Tender Surrender", una de las estrellas de la noche, antes de seguir con otro tema nuevo, la amalgámica "Gravity Storm". Tras esto, nuestro gran protagonista se tomaba un pequeño descanso y confería a su segundo guitarrista y habitual compañero, Dave Weiner, el centro de la atención. El de Pensilvania, que publicó el año pasado su tercer álbum en solitario bajo el título de "A Collection of Short Stories Vol. 1", nos ofreció un intenso solo de guitarra acústica que a su vez sirvió para que Vai se cambiara de atuendo y saliera a escena para interpretar "Weeping China Doll" acto seguido.

Llegaba el turno de los clásicos con "Answers" y "The Animal", dúo que culminaría con una espléndida "Whispering a Prayer" tras la cual el público le dedicó la primera gran ovación de la noche. Era momento de subir los ánimos, y la frenética "The Audience is Listening" se lo llevó todo por delante con su cómica introducción escolar incluida. En este tema se hizo ligeramente molesto el hecho que el sonido del bombo fuera demasiado borroso y no tan definido como se precisaría, pero fue un mal menor si tenemos en cuenta el buen sonido que acompañó al protagonista toda la noche. Quizá se echó en falta algo más de volumen para los músicos de fondo, pero de todos modos no hubo grandes problemas.

Nos acercábamos a la última parte del show con un pequeño set acústico donde interpretaron temas como "Rescue Me or Bury Me", "Sisters", o la segunda parte de la increíble "Fire Garden Suite", la cual corresponde al tema "Pusa Road". Como ya es habitual (y como se puede ver en el DVD "Where the Wild Things Are"), pudimos disfrutar del divertido espectáculo de Jeremy Colson con su pequeña batería portátil con la que se puede desplazar por todo el escenario interpretando "Treasure Island". ¡Espectacular! Más tarde también nos ofrecería un solo de batería, justo antes de que nuestro héroe apareciera con su traje de luces con el que toca "The Ultra Zone", en la que todo el conjunto de láseres que llevaba encima iluminó la sala. Siguió con el mismo disco desempolvando la dulce "Frank" y remató con una de las mejores partes de la actuación: cuando hace subir a dos personas del público para que se inventen una base sobre la que él pueda improvisar una nueva canción (esa base de batería al ritmo del nombre de la joven Anna Rafecas fue todo un triunfo).

Para el final, evidentemente, se reservó dos cartuchos indispensables como son "For the Love of God" y "Taurus Bulba". Sinceramente, creo que hoy día hay pocos músicos que puedan igualar a STEVE VAI en directo. Nos brindó dos horas y media de auténtica magia. Y es que no es sólo cómo domina su instrumento, cómo doma su guitarra cual animal salvaje y cómo la posee como si de una apasionada amante se tratase, sino también se trata de un espectáculo de lo más completo: una excelente mezcla de ingenio, humor y dicha musical. Algo que sólo él nos puede ofrecer. Algo que desearíamos poder ver incluso más a menudo. Contamos los días para que regrese.

Texto: Esteban Portero / Fotos: Sergi Ramos

Promotor:The Project

Asistentes:1000

Día:16/09/2013

Sala:Barts

Ciudad:Barcelona

Puntuación:9